27 de julio de 2016
EL PAIS. EDITORIAL: La amenaza del miedo - El yihadismo ganará si Europa rompe los consensos y gira al extremismo
La amenaza del miedo
El yihadismo ganará si Europa rompe los consensos y gira al extremismo
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François Hollande
habla con oficiales de policía en el lugar donde fue asesinado un sacerdote. P.
ROSSIGNOL REUTERS
Los golpes terroristas de los últimos días y semanas en suelo europeo
suponen un salto cualitativo que no se puede minimizar. El yihadismo se ha
cebado en diferentes puntos de la Tierra —Bagdad, Kabul, Mogadiscio—, pero la
novedad es que ya afecta a Alemania y mantiene una tensión sostenida en
Francia, países decisivos en Europa y con elecciones previstas el año que
viene. Por eso las democracias no deben caer en la tentación de la explotación
política de los atentados. Ni el Estado Islámico ni Al Qaeda —si es que son los
últimos responsables de la estrategia criminal— tienen capacidad para
desestabilizar a Europa, a menos que el continente rompa sus consensos y se vea
instrumentalizado por partidos extremistas.
Francia lleva ocho meses en estado de excepción y su Parlamento se ha
visto obligado a prorrogarlo por otros seis. En ese contexto, y dada la
existencia de un fuerte movimiento de extrema derecha, es incalculable la
siembra de terror que supone el asesinato de un sacerdote octogenario en la
iglesia de un pueblo normando. No solo por la psicosis de inseguridad que
alimenta, sino por la perversidad del ataque —inmediatamente condenado desde
otras confesiones, la musulmana la primera— a un templo católico.
La sociedad resiste contra el terror más de lo que parece, como lo
demostró la española en tiempos pasados. Pero esta oleada crea un clima de
miedo en el corazón de Europa al inundar cualquier sitio, desde un festival de
música en una pequeña ciudad de Baviera a un tren o al habitualmente calmado
Paseo de los Ingleses de Niza. Y hay que descartar que se trate solo de
venganzas por la guerra contra el Estado Islámico, dado que atacan tanto a
Francia, que sostiene una intervención militar contra el califato, como a
Alemania, alejada de los escenarios bélicos de Oriente Próximo, y donde todo
indica que el objetivo consiste en reavivar el rechazo a la generosa acogida de
Angela Merkel a los refugiados. Las críticas a la canciller y la movilización
militar exigida por el líder de Baviera son muestras de la recuperación
política provocada por el catalizador de los atentados.
Es verdad que las explicaciones a los últimos ataques resultan
claramente insatisfactorias. Identificar y neutralizar a los millares de
europeos que combaten junto al Estado Islámico es el objetivo de todos los
servicios de seguridad. Sin embargo, la inteligencia criminal que guía a los
yihadistas utiliza ahora a individuos fuera del radar de los servicios
antiterroristas —salvo uno de los asaltantes de la iglesia de ayer—. Por eso no
hay que dar por buena la sencilla explicación habitual de la radicalización
exprés. Es imposible reducir la ofensiva criminal de los últimos días a la obra
de unos dementes o de simples delincuentes que se han visto atrapados en las
redes de la propaganda yihadista.
Nadie debe engañarse: el aumento de graves actos de violencia
resquebraja la confianza de la sociedad y puede acentuar la ruptura de
consensos democráticos básicos. Los riesgos, tan cercanos, invitan a sacar a
España, con la mayor urgencia, de la zona de provisionalidad política en la que
se ha instalado su dirigencia.
Etiquetas:
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