La plataforma política montada por el prófugo Morales en Buenos Aires ha sufrido un contratiempo inesperado. La Policía boliviana detuvo en el aeropuerto de El Alto en La Paz a María Palacios, que ejercía como secretaria de uno de los hombres fuertes del líder comunista. En su poder tenía 100.000 dólares no declarados que estaban destinados a cubrir los gastos de la conspiración política que prepara Morales desde la capital argentina. En la foto un policía muestra el dinero confiscado.
La situación de los conjurados socialistas bolivianos se ha vuelto más delicada al declarar la secretaria Palacios que el dinero aprehendido proviene de la compañía Petróleos de Venezuela. Se escudó en que el dinero es para pagar sueldos, dietas y hotel de las personas que están trabajando allí.
La Policía procedió a allanar y precintar las oficinas de la petrolera estatal venezolana, que durante las dos décadas del chavismo en el poder se convirtió en el músculo financiero para la petrosubversión de Chávez y Maduro. La compañía, ahogada hoy en la misma crisis que Venezuela, dejó de operar en el país andino hace tiempo.
Arturo Murillo, ministro del Gobierno boliviano, aseguró que ese dinero era para financiar al fugado Morales y esa señora estaba trabajando con Quintana, ex ministro del líder cocalero. Venezuela es quien ha estado financiando al terrorismo en Bolivia y en otros países de la región. La Policía ha detectado que Palacios realizó 40 viajes a Argentina en los últimos meses. Es uno de los canales de financiación que tenía el movimiento socialista boliviano. Curiosamente la frecuencia de los viajes de esa señora coincide con los hechos más calientes ocurridos en el país, subrayó Marcel Rivas, director de Emigración.
Murillo también explicó que Quintana es uno de los nueve ex altos cargos de la administración socialista que permanecen refugiados en la Embajada de México en La Paz y que unos chulos policías españoles pretendieron entrar encapuchados en la embajada para sacarle disfrazado a fin de que no confiese los pagos de la administración de Morales al movimiento comunista Podemos, a punto de entrar en el Gobierno de España.
Bolivia está esperando que los refugiados en la embajada rindan cuentas, del terrorismo que han hecho, del narcoterrorismo que están haciendo y de su intento de convulsionar al país.
Es difícil explicar los sentimientos que para un español produce su extravagante reclamación.
Probablemente usted no conoce bien y por consecuencia desprecia la historia de España, la de Europa y la de su propio país.
Una breve pincelada para recordarle que España fue reiteradamente invadida por los pueblos cercanos y remotos hasta el imperio romano que dominó España durante muchos siglos.
España y los españoles estamos profundamente agradecidos a Roma, España no sería lo que es sin Roma. Pero Roma entró en España a espada y fuego, violando, matando y fíjese usted, a pesar de eso, le estamos, repito, profundamente agradecidos.
Ocho largos siglos duró la invasión árabe y créame los moros entraron a saco y a cuchillo. Sobre los templos romanos, sobre las arrasadas basílicas visigóticas construyeron sus mezquitas. Pero España exhibe orgullosa la huella árabe, no reniega de ella.
España “descubre” América a finales del siglo XV. Resulta imposible analizar los hechos acaecidos entonces con la mentalidad de hoy porque la brutalidad de algunos hechos de aquella época eran también habituales en el viejo mundo. No digamos en Méjico.
Los primeros españoles que llegaron al país azteca no tardaron en comprobar que las paredes de los templos no estaban pintadas de negro, no. Eran capas y capas de sangre coagulada del corazón palpitante arrancado vivo a las víctimas de los sacrificios humanos en sus abyectas ceremonias religiosas.
Tal vez el sueño del señor López Obrador hubiera sido el de una tierra virgen, libre de colonizaciones culturales, políticas, o religiosas extrañas a la idiosincrasia del país y eso se prolongaría ¿Por tiempo indefinido? ¿O, en algún momento las clases dirigentes que secularmente sojuzgaban al pueblo azteca dejarían de asesinar y reconocerían a los indios su dignidad de seres humanos libres y pensantes? No. Fueron España y los españoles, pero también la Iglesia católica con el Evangelio quienes llevaron a América todos esos derechos, todas esas verdades. La moral que regía Europa, lo bueno y lo malo del viejo continente.
Las leyes que la reina Isabel dicta para las nuevas tierras, las “Leyes de Indias” son de una absoluta grandeza de espíritu, aún juzgadas con una visión actual. Son grandiosas en la concepción de los Derechos Humanos, precursoras de muchas otras leyes y conceden al pueblo indio, al último de los indios los mismos derechos que a sus vasallos españoles.
Pero hay más, hay una vocación de enseñar, de alfabetizar, de desarrollar los países dotándoles de universidades, academias colegios, iglesias, conventos, factorías, ingenios, talleres. Se dispone de médicos, veterinarios, fedatarios públicos, maestros. La misma estructura que en cualquier pueblo, o ciudad española de la época.
Y una mezcla de razas desconocida hasta entonces. Esa mezcla se produce en los primeros viajes de Colón al Nuevo Mundo y se produce no solo como consecuencia de relaciones carnales de todo tipo, sino también a través de matrimonios canónicos de pleno derecho entre españoles e indias. Y eso pasa mientras en Roma se llega a discutir sobre la naturaleza humana, o no de esos mismos indios.
Del respeto de España a aquel Méjico que se encuentra en los albores del siglo XVI da cuenta el título de duque de Moztezuma que concedieron los reyes de españoles a los descendientes de la familia real azteca. Máxima distinción, máximos honores al contrincante vencido.
No voy a discutir acerca del oro que se llevó España. Solo daré un dato: actualmente Méjico exporta más oro al año que el que se llevaron las naves españolas en todo el periodo virreinal.
Y un consejo: visita obligada en España: Las Médulas, ese monumental esqueleto de El Bierzo en León. Las rocas y los enormes huecos que albergaron la inconmensurable cantidad de oro que se llevó Roma dejando como testigo mudo una región desolada.
Hay, sin embargo, otro dato que hace más sorprendente aún su “reclamación” que no “petición” de perdón a España.
Díganos Señor presidente de donde procede su apellido porque, tal vez, este dato nos dé una pista acerca de su origen. Si usted es descendiente de los aztecas, o bien es oriundo de algún pueblo de España.
Dado que muchas familias criollas asentadas en América cedieron sus apellidos a los indios y campesinos a su cargo los apellidos López Obrador no indican necesariamente su ascendencia española. Pero me atrevo a pensar que usted sí es descendiente de españoles.
Es curioso que ninguna guerra, ningún proceso de independencia de las colonias españolas en América, ninguno, haya sido realizado por el pueblo indio. No ha habido ninguna revolución del pueblo contra España. Las revoluciones, la independencia las hicieron los criollos, los españoles traidores a sus reyes y a su patria.
Y son esos criollos, españoles al fin, los que gobiernan, los que siguen explotando a los indios, los que no consiguen que ese pueblo maravilloso se desarrolle al nivel que sus enormes recursos les podría proporcionar y al que tienen todo el derecho.
Por eso, quizás, sería usted el que debería plantearse pedir perdón a esa población aborigen vergonzosamente marginada y a sus ascendientes españoles a los que probablemente en un momento de la historia se les traicionó.
No caiga en el error de escudarse en Méjico y utilizar su nombre como ariete contra España. Su “cruzada” tiene muy poco recorrido. Sus argumentos llenos de reproches y agravios son ofensivos e impropios de una persona de su alta representación.
En España queremos y respetamos a Méjico de la misma manera que nos sentimos queridos por el pueblo mejicano. Otra cosa, claro está, es que seamos libres de pensar que no siempre los países tienen el Presidente que se merecen.
López Obrador considera por igual responsables a la Iglesia y a España de la conquista de América; y tiene más razón que un santo
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En la peregrina y biliosa petición de desagravio a los «pueblos originarios» de Andrés Manuel López Obrador vuelve a probarse que la propaganda antiespañola es indisociable del odio teológico. Lo que los españoles llevamos a los «pueblos originarios» de América fue una idea que supone el mayor avance civilizador de la historia de la Humanidad. Y esa idea se fundaba en defender que Dios había hecho descender a todos los hombres de una misma pareja; que más tarde había querido que su Hijo se pasease por el mundo en carne mortal, como un descendiente más de aquella primera pareja; y que, ya por último, ese Hijo de Dios había entregado el poder de representarlo al Papa, que a su vez se lo había alquilado a los reyes españoles en América. De estos antecedentes se desprendía que los «pueblos originarios» de América eran súbditos del rey español, fieles al Papa e hijos de Dios, por ser descendientes todos -como cualquier rey o Papa- de aquella primera pareja. Esta idea vertiginosa de unidad universal de todos los hombres fue la fundadora del derecho de gentes.
En su testamento, Isabel la Católica dejó ordenado a su esposo y a sus sucesores que «pongan mucha diligencia, y que no consientan ni den lugar a que los indios reciban agravio alguno ni en su persona ni en sus bienes». Esta actitud es un rasgo exclusivo de la conquista española, que convirtió a los miembros de aquellos «pueblos originarios» en súbditos de la Corona de Castilla. Algunos años más tarde, conmovido por las denuncias de abusos de fray Bartolomé de las Casas, Carlos I ordenó detener las conquistas en el Nuevo Mundo y convocó en Valladolid una junta de sabios que estableciese el modo más justo de llevarlas a cabo. A esta «Controversia de Valladolid» acudieron los más grandes teólogos y jurisconsultos de la época; y allí fue legalmente reconocida la dignidad de los indios, que inspiraría unas leyes sin parangón en la época.
Por supuesto, durante la conquista de América afloraron muchas conductas criminales, dictadas casi siempre por la avaricia, triste consecuencia de la débil naturaleza caída del hombre; pero nunca fueron conductas institucionalizadas. Y la Iglesia, por cierto, se encargó de corregirlas siempre que pudo, denunciándolas ante el poder civil. Pues allí donde había un conquistador cruel había también frailes que lo denunciaban. La acción de España en América no puede definirse por los abusos que sus hijos peores perpetraron, sino por los principios que sus mejores hijos sustentaron. No entraremos aquí a señalar, por archisabidos, los peligros de enjuiciar acontecimientos pretéritos con mentalidad presente. Pero, puestos a hacerlo, convendría distinguir los abusos que españoles avariciosos o salaces pudieran perpetrar en América, infringiendo las Leyes de Indias, de los crímenes institucionalizados y con amparo legal que se perpetraron en las colonias sojuzgadas por los reyes de Inglaterra u Holanda.
López Obrador considera por igual responsables a la Iglesia y a España de la conquista de América; y tiene más razón que un santo (pues hay veces que respirar azufre permite clarividencias propias de un santo… del revés). Al fondo de todos los estereotipos de la Leyenda Negra no hallamos otra cosa sino odio teológico hacia la religión que los españoles llevamos al Nuevo Mundo; la religión que los liberó de Moctezuma y sus muchachos, esos «bondadosos salvajes» que arrancaban corazones palpitantes y bebían a morro sangre de la carótida de sus víctimas; la religión que permitió a los «pueblos originarios» de América no compartir el destino de esclavitud que los conquistadores protestantes asignaron a los pueblos que cayeron bajo su férula.
Medio millar de españoles lograron abrirse paso por un territorio ocupado por millones de personas porque muchos pueblos estaban hartos del sangriento régimen azteca. Cortés hizo una serie de alianzas con estos pueblos descontentos y encabezó la rebelión para derrocar a ese totalitarismo salvaje.
La “cultura” azteca era, según las evidencias históricas, una dictadura despiadada que se valía de tribus sometidas para realizar sacrificios humanos durante la temporada de festejos. Se calcula que miles de personas morían cada año para alimentar estas ceremonias. Después de dichos rituales eran desmembrados, cocinados e ingeridos por el pueblo.
Los expedicionarios que atravesaron el Atlántico dejaron constancia de las prácticas caníbales con las que se toparon desde el mismo momento en el que desembarcaron en Tabasco allá por 1519. Desde Bernal Díaz del Castillo, hasta el franciscano Bernardino de Sahagún lo contaron con detalles. Todos ellos describieron el trayecto que hacía el cuerpo de las víctimas cuando eran capturadas, sacrificadas y devoradas.
El ritual del holocausto siempre era el mismo. En primer lugar, lo subían a lo alto de una pirámide donde cuatro sacerdotes le sujetaban los brazos y las piernas. Después un quinto verdugo abría el pecho del desdichado con un cuchillo de pedernal y le arrancaba el corazón, que era ofrecido a los dioses y comido. Una vez sacrificados al demonio, porque la Santa Iglesia siempre ha enseñado que detrás de los falsos dioses está el demonio, los echaban rodando escalones abajo y al llegar al suelo les cortaban la cabeza para espetarla en un palo y el cuerpo lo llevaban a las casas donde era troceado para comerse los brazos, piernas, manos y pies. Las espaldas solían echárselas a los perros.
En todas las aldeas que tomaban los conquistadores había pequeños templetes con forma de pirámide repletos de cráneos de los que allí habían sido asesinados.
No solo era habitual el canibalismo, sino que encerraban en jaulas de madera a los que iban a ser sacrificados y les cebaban hasta que estuviesen gordos antes de matarlos para comérselos.
La antropóloga australiana Inga Clendinnen asegura en sus trabajos que lamentar la desaparición del Imperio azteca es como sentir pesar por la derrota nazi en la Segunda Guerra Mundial.
La noche del pasado día 22 se produjo la erupción del volcán Popocatépetl localizado en el centro de México provocando el pánico y una columna de humo de más de 4 kilómetros.
No es de extrañar que las entrañas de la tierra se revuelvan si consideramos que la espiral de violencia y muerte parece no tener fin. Un país con tantos recursos humanos, naturales, históricos y turísticos se desangra, inútilmente, por la venta, trasiego, control y exportación de droga, por el robo, el secuestro o la pura maldad.
Por un lado, la humildad y el sentido de la cortesía, por el otro, la maldad y el crimen por la ganancia ilícita, por la ambición, así como por la pobreza en la que se encuentran millones de personas.
El año 2018 es ya oficialmente el más violento de los registrados hasta la fecha. El saldo final fue de 34.202 personas asesinadas.
Esto significa un promedio de 93.7 asesinatos diarios, por tanto, cuatro asesinatos por hora o uno cada 15 minutos.
El pasado año se registró un aumento del 15% de personas asesinadas respecto a 2017, año que ostentaba hasta ahora el récord de violencia.
Nueve de cada diez actos delictivos quedan impunes y hay una cifra extraoficial de 40.000 desaparecidos.
En cuatro años, de 2014 a 2018, la tasa de homicidios ha crecido 74 por ciento. Dicho en otras palabras, hubo 16.886 asesinatos más, casi el doble en ese corto periodo de tiempo.
Para colmo de males fue elegido presidente un comunista como López Obrador. Es la cizaña esparcida por Rusia y sus satélites, como la isla prisión cubana o la narco dictadura venezolana, por cierto, se ha visto esta semana la cabeza de la serpiente rusa dando un respaldo total a ese régimen. Ya en diciembre visitaron Caracas disuasoriamente dos bombarderos nucleares rusos.
Curiosamente los gerifaltes de los países que claman contra los crímenes en Venezuela no rompen relaciones con quienes los apoyan, lo que evidencia la teatralidad de la política internacional.
Nací en Madrid en el año 1.948. Estudié durante nueve años en los colegios de la Compañía de Jesús de Areneros y del Recuerdo de Madrid.
Licenciado en derecho por la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, estudié también los dos primeros cursos de Ingeniero de Minas del plan 1964 en la E.T.S.I. de Minas de Madrid.
Además de mi lengua materna, el castellano, leo fluentemente el portugués, francés, italiano, y latín. Tengo nociones de inglés, griego y hebreo bíblico.
Desde muy joven ingresé en la Familia de Almas fundada por el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira, habiendo sido fundador y presidente de la Sociedad Cultural Covadonga – TFP.
Como miembro de la Familia de Almas fundada por el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira, asumo totalmente el análisis filosófico-histórico de su obra cumbre: el libro Revolución y Contra-Revolución, síntesis de su pensamiento en esta área, y punto de partida para el apostolado lego del Prof. Plinio Corrêa de Oliveira y de toda la Familia de Almas por él fundada. Con sus propias palabras diremos: «Revolução e Contra-Revolução não é senão uma aplicação da Doutrina Católica a certas situações históricas». En la médula de su pensamiento están: El Magisterio Tradicional de la Iglesia y Santo Tomás: «Sou tomista convicto. O aspecto da Filosofia pelo qual mais me interesso é a Filosofia da História. Em função deste encontro o ponto de junção entre os dois gêneros de atividade em que me venho dividindo ao longo de minha vida: o estudo e a ação. O ensaio em que condenso o essencial de meu pensamento explica o sentido de minha atuação ideológica. Trata-se do livro Revolução e Contra-Revolução» (cfr. Auto-retrato filosófico de Plinio Corrêa de Oliveira. Revista “Catolicismo” (http://www.catolicismo.com.br), outubro de 1996, N° 550. Editora Padre Belchior de Pontes Ltda. Sáo Paulo – Brasil. Cfr. También en el sitehttp://www.pliniocorreadeoliveira.info/).
Este Blog «Las Españas», que considero una forma de apostolado lego, copia las noticias de modo indicativo, no exhaustivo, que señalan en qué estado está España, por eso prácticamente el noticiario seleccionado se dedica a España, aunque a menudo reproducimos noticias que no son de España, pero que conforme el caso pueden afectar al rumbo histórico de España.
¿Por qué «Las Españas»? Fue el título de nuestros Reyes, Reyes de todas Las Españas, desde los Reyes Católicos hasta el Rey Carlos II último rey de la Casa de Austria. Representa el respeto a la diversidad regional.
Finalmente diremos que ese apostolado tiene como ideal el enunciado por San Luis María Grignion de Montfort en su «Tratado de la Verdadera Devoción a la Santíssima Virgen». «Ut adveniat regnum tuum, adveniat regnum Mariae» (op. cit., Vozes, Petrópolis, 1984, 13ª ed., no 217, pp. 210-211).