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25 de julio de 2016

25 de julio, fiesta de Santiago el Mayor, Santiago matamoros.

25 de julio, fiesta de Santiago el Mayor

Patrono de España
y
de muchas ciudades que tienen su nombre

Patrono del Cuerpo General de las Armas del Ejército de Tierra, Especialidad Fundamental Caballería


Santiago Matamoros en la Batalla de Clavijo

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15 de julio de 2016

La batalla olvidada de Cutanda, donde Alfonso «El Batallador» frenó a los musulmanes más extremistas

La batalla olvidada de Cutanda, donde Alfonso «El Batallador» frenó a los musulmanes más extremistas

La Asociación Batalla de Cutanda se ha propuesto rescatar del olvido el combate, empezando por encontrar la ubicación exacta del campo de batalla. Dentro de la leyenda, se dice que Alfonso I de Aragón venció a los musulmanes en más de 100 batallas, siendo la principal baza cristiana contra los almorávides

Antes de la llegada de los fanáticos Almohades a la Península ibérica –cuyo expansión fue frenada en la celebérrima batalla de Navas de Tolosa (1212)–, los territorios cristianos habían padecido otra oleada de extremistas del Islam un siglo antes, los almorávides. El Imperio almorávide estaba vertebrado por unos monjes-soldado procedentes de grupos nómadas del Sáhara, que abrazaron una interpretación rigorista del Islam y consiguieron trasladar su guerra santa al otro lado del Mediterráneo en el siglo XI. Viéndose cada vez más acorralados por los reinos cristianos, que en 1085 tomaron Toledo, los musulmanes andalusíes decidieron pedir auxilio a los curtidos guerreros almorávides, bajo el mando de su jefe Yusuf ibn Tasufin. Aquella decisión fue la perdición de los andalusíes moderados, y supuso para los cristianos un nuevo derrumbe de sus fronteras.
Alfonso VI de León fue derrotado en la batalla de Sagrajas, cerca de Badajoz, el 23 de octubre de 1086, a manos de ese grupo de fanáticos que vestían con piel de oveja y se alimentaba con dátiles y leche de cabra como los legendarios fundadores del Islam. Después de esta batalla, los almorávides se alzaron como dueños y señores del sur de la Península, obligando de nuevo a los cristianos a asumir una posición defensiva. En 1094,la conquista de Valencia por el Cid Campeador dio un respiro a los territorios próximos a lo que hoy es Aragón, pero la muerte de éste provocó que en 1102 numerosas plazas pasaran de golpe al dominio islámico. La amenaza se cernía de nuevo sobre toda la franja mediterránea.
Vestían con piel de oveja y se alimentaba con dátiles y leche de cabra como los legendarios fundadores del Islam
El reino taifa de Zaragoza se subordinó a los líderes almorávides cuando vio comprometidas sus tierras por el rey aragonés Alfonso «El Batallador», en un pacto con el diablo parecido al que ya hiciera el sevillano al-Mutamid tras la caída de Toledo. En 1110, los almorávides entraron en Zaragoza en medio de los vítores de buena parte de la población para tomar control de la ciudad. No en vano, en una demostración de que la expansión de los recién llegados perjudican tanto a los cristianos como a los musulmanes moderados,Abd Al-Malik Imad Al-Dawla («Pilar de la dinastía»), el último rey de la Taifa de Zaragoza, se replegó al castillo de Rueda de Jalón, donde se declaró vasallo del monarca Alfonso I de Aragón y de Pamplona. Solo el rey guerrero parecía capaz de interponerse entre los musulmanes más extremistas y los territorios cristianos.

Alfonso «el Batallador» impone su genio

La leyenda del aragonés afirma que venció a los musulmanes en más de 100 batallas, siendo la principal baza cristiana contra los almorávides. Tras arrebatarles Zaragoza en una suerte de cruzada, Alfonso I tomó Tudela, Tarazona y otras poblaciones de los valles del Ebro, Huesca y Jalón. Frente al avance cristiano, el emir Ali ben Yusuf encargó a su hermano, Ibn Tayast, poner en marcha en el invierno de 1119 un ejército que sacara rédito de las disenciones entre Alfonso y su esposa doña Urraca, reina de León y de Castilla. «El Batallador», lejos de rehuir el combate, levantó el asedio que mantenía sobre Calatayud al saber que Ibn Tayast iba en su búsqueda.
Miniatura de 1086, año de la batalla de Sagrajas.
Miniatura de 1086, año de la batalla de Sagrajas.- ABC
Alfonso I puso sitio a la fortaleza de Cutanda, una población cercana a Daroca (hoy en la provincia de Zaragoza), con la ayuda de Guillermo IX, conde de Poitiers, y sus 600 caballeros. En Cutanda aguardó a la espera de la llegada del grueso de las fuerzas almorávides. Lo que ocurrió allí solo se conoce a grandes rasgos. Como advierte el historiador Alberto Cañada Juste en su análisis de Cutanda, no caben las narraciones sino «las aproximaciones» en las batallas medievales, dada la escasez y poco precisión de las fuentes del periodo. Por no saberse, ni siquiera se conoce el lugar exacto de la batalla. Se calcula que debió producirse en un valle, hoy totalmente cultivado, que se extiende entre dos lomas de pequeña altura, donde a veces han aparecido huesos al laborear la tierra. Una cañada denominada con el estimulante nombre de la «Celada».
¿Se valió Alfonso de algún ardid para vencer a los musulmanes como sugiere el nombre del campo de batalla, «Celada»? Los que han investigado la contienda insisten en que «Celada» puede leerse como «emboscada de gente armada en paraje oculto, acechando al enemigo para asaltarlo descuidado o desprevenido». Nada que se pueda resolver con los datos hoy disponibles. Un documento extranjero, la Chronique de Saint-Maixent, realiza una narración superficial del choque, poniendo énfasis –como corresponde a una crónica gala– en la presencia de nobles franceses allí: «En el año 1120, el decimoquinto día de las calendas de julio, el conde Guillermo de Potiers y el duque de los aquitanos, y el rey de Aragón, lucharon conIbrahim y otros cuatro reyes de las Españas, en el campo de Cotanda; vencieron completamente y mataron a 15.000 de los moabitas (mahometanos) e hicieron innumerables prisioneros. Se apoderaron de dos mil camellos y de otras bestias sin número y sometieron un número muy grande de castillos».
Una «celada» puede leerse como una emboscada de gente armada en paraje oculto
Las crónicas musulmanas tampoco son capaces de dar un relato más preciso, pero apenas pueden maquillar el desastre militar que supuso Cutanda para los almorávides. La envergadura de la derrota queda retratada en la vigente de la expresión popular «peor fue que la de Cutanda» o «peor fue la de Cutanda» con el sentido de minimizar desgracias. No parece verosímil, en cualquier caso, que los cristianos pudieran reunir 12.000 jinetes; ni el que fueran capaces de causar 20.000 muertes.
Pero pasara lo que pasara en Cutanda, es incuestionable que Alfonso I salió vencedor. El aragonés entró una semana después en Calatayud y se apoderó de un sinfín de plazas por el camino. En las siguientes décadas, los musulmanes perdieron cualquier interés en la zona y se concentraron en defenderse de la ofensiva imparable de Alfonso I, al que solo su trágica muerte en 1134 le impidió seguir avanzando por el corazón de Al-Andalus. Sitiando la fortaleza de Fraga con apenas quinientos caballeros, el rey aragonés sufrió el contaataque sorpresa de la guarnición musulmana. Aunque el veterano monarca logró huir y salvarse en primera instancia, las heridas del combate devinieron en su muerte el 7 de septiembre de ese año en la localidad monegrina de Poleñino, entre Sariñena y Grañén.

Buscando una batalla nueve siglos después

En fechas recientes, la Asociación Batalla de Cutanda ha planteado la posibilidad de resolver de una vez si realmente la zona conocida como la Celada es el lugar donde tuvo lugar la contienda. «Sabemos de la dificultad de encontrar el raastro, ya sea en forma de huesos o de restos de armaduras, dealgo que ocurrió hace 900 años durante aproximadamente un par de horas, pero creemos que merece la pena intentarlo. El valor arqueológico de una batalla de esa magnitud es inigualable. No hay apenas material conservado de una episodio militar de ese siglo», explica a ABC Rubén Sáez Abad, historiador especializado en el campo militar y miembro de la asociación. Este grupo de aficionados a la historia militar nació originalmente para celebrar recreaciones del combate, aunque consideraron que la mejor manera de recuperar la batalla del olvido era desenterrando sus restos. «Una de las razones por las que la batalla ha pasado inadvertida en la historia es porque nunca se ha hallado el campo arqueológico», recuerda Sáez Abad.
Soldados del Regimiento de Pontoneros prospectan el lugar con más indicios de la batalla de Cutanda
Soldados del Regimiento de Pontoneros prospectan el lugar con más indicios de la batalla de Cutanda- Tamara López/ Fran Martín
Así, un pequeño grupo de arqueólogos, entre ellos Javier Ibáñez, se desplazó a la zona hace pocos meses a realizar un primer análisis. Las prospecciones superficiales han dado lugar a muchas evidencias (4.200 piezas, entre restos de cerámica, fragmentos de huesos y elementos metálicos), pese a lo cual todos los esfuerzos se concentran en encontrar alguna de las fosas comunes donde habrían sido enterrados los musulmanes, así como posibles tumbas cristianas en los alrededores.
La Asociación Batalla de Cutanda ha contado con la ayuda de el Ministerio de Defensa para esta fase de la búsqueda. Una Unidad de Pontonero desplegaron el pasado viernes, día 30 de octubre, sus sistemas de detección geofísica (georradar) y magnética en la tarea de intentar hallar restos materiales. En total, cinco soldados de la Compañía de Desactivación de Explosivos del Regimiento de Pontoneros de Zaragoza rastrearon un espacio de 800 metros cuadrados con cinco equipos –utilizados habitualmente para la detección de explosivos enterrados– para intentar localizar vestigios del combate. El georradar es una técnica no intrusiva que permite detectar la presencia de estructuras (fosas, muros, suelos, etc.) y de remociones e irregularidades del terreno existentes en el subsuelo sin necesidad de realizar una excavación en profundidad.

11 de enero de 2016

DON RUY DÍAZ DE YANGUAS, 6º MAESTRE DE LA ORDEN DE CALATRAVA



 



Como otras veces he hecho, hoy quiero escribir sobre otro de mis antepasados de los cuales me siento especialmente orgulloso: Don Ruy Díaz de Yanguas.

Ruy era hijo del señor de Yanguas y nació en la villa del mismo nombre, situada en las Tierras Altas de Soria, a finales del siglo XII. Desde muy joven recibió instrucción militar y fue preparado para la guerra en un tiempo en el cual España estaba inmersa en la fase final de la Reconquista que había iniciado tiempo atrás el Rey Don Pelayo en la cueva asturiana de Covadonga.

Vino al mundo apenas 35 años después de la fundación de la Orden de Calatrava, institución militar y religiosa creada en el Reino de Castilla por el fraile Raimundo de Fitero con el objetivo de proteger la villa de Calatrava del avance musulmán. Pronto nuestro protagonista se involucró militarmente en los sagrados fines de dicha institución, participando activamente en episodios señalados de la misma y alcanzando  primeramente en ella el grado de Lugarteniente del Maestre, para más tarde convertirse en el VI Maestre de la Orden castellana.

Conservó el Maestrazgo de la Orden desde finales del año 1206 hasta 1212 y fue el líder calatravo que consiguió afianzar definitivamente las bases de la Orden española tras las acciones y episodios decisivos que lideró en la defensa del Castillo de Salvatierra contra el ejército almohade (donde con un ejército de solo 400 hombres alcanzó una victoria épica), y durante el transcurso de la gran Batalla de las Navas de Tolosa.

El Maestre dirigió siempre a su hueste con mano de hierro y disciplina espartana, convirtiendo a los calatravos en una tropa temida y envidiablemente bien estructurada que durante los años previos a la decisiva batalla de las Navas de Tolosa, fue dejando su sello de conquista allá por donde pasó. De esta forma, Don Ruy ingresó con su ejército en tierras moras andaluzas a principios de 1209, tomando los castillos de Montoro, el Plantoso, Fesora, Pilpasente y Vilches, y asolando por razones estratégicas todos ellos a excepción del de Vilches. Más tarde, en 1210 y como premio por sus servicios, el Rey Alfonso de Castilla entregó al Maestre de Yanguas el palacio toledano de Galiana, donde éste fundó el Priorato de la Orden y junto al cual construyó también la Iglesia de la Santa Fe. Y fue tal la admiración del Rey de Castilla por Don Ruy, que el Rey Don Alfonso quiso marchar junto a los calatravos a la conquista y destrucción de numerosas fortalezas árabes en los términos de Andújar, Baeza y Jaén.



Pero sería en 1212 cuando el nombre de Don Ruy terminó de pasar definitivamente a la historia de los grandes militares de España. La batalla definitiva de las Navas de Tolosa había llegado y en los montes de Despeñaperros se daban cita en gloriosa unión los ejércitos de los Reyes de Castilla, Aragón, León, Navarra y Portugal. A ellos, se unían los ejércitos de la Orden de San Juan (actual Orden de Malta), así como las Ordenes del Temple, Santiago y Calatrava, que comandaba el flamante Maestre Don Ruy.

En aquella crucial cita bélica, donde finalmente el ejército cristiano resultó victorioso, demostraron los calatravos una bravura y un valor impresionantes, resistiendo eficacísimamente los ataques almohades tras fracasar el avance de Don Diego López de Haro, señor de Vizcaya, y organizándose de manera decisiva durante todo el transcurso de la batalla, dando un apoyo definitivo a la práctica totalidad de los flancos. Y tal fue su implicación, que el portaestandarte calatravo murió a manos de los moros y el propio Don Ruy Díaz de Yanguas perdió un brazo durante el transcurso final de la batalla.

Felizmente, tras la “Carga de los tres Reyes” del 16 de julio de 1212 vencimos en las Navas y Don Ruy cedió el Maestrazgo de Calatrava al VII Maestre Don Rodrigo Garcés, al renunciar voluntariamente tras las heridas recibidas en el campo de batalla. Y fueron tan grandes los servicios prestados por el Maestre y sus hombres en aquel episodio, que el Rey Don Alfonso de Castilla le restituyó a la Orden de Calatrava todos los derechos sobre su antiguo señorío de Calatrava la Vieja, que les había sido ganado por los moros 14 años antes.

Don Ruy Díaz de Yanguas, el viejo Maestre, se retiró entonces a esas tierras de Calatrava la Vieja que el Rey había puesto de nuevo a su servicio. Vivió en el convento calatravo que le habían restaurado, donde a pesar de haber renunciado al maestrazgo de la Orden, siempre fue tratado de Maestre y donde nueve años después murió y fue enterrado en la Iglesia de Santa María de los Mártires, para ser al poco tiempo trasladado a la Iglesia del mismo nombre que hay en Calatrava la Nueva, donde desde hace 792 años descansan sus restos junto a los de los 5 Maestres que le precedieron.

” Bien, freires, vamos a demostrar a esos sarracenos de qué están hechos los calatravos. Vamos a dejarles claro que les resultará difícil tomar Salvatierra y que han de prepararse para un asedio largo, como nosotros lo estamos. Haremos una carga y regresaremos. Es preciso que nadie se desmande ni rompa la formación. Eso les meterá el miedo en el cuerpo y nos salvará. Dejad a un lado a los peones. …Son los más dispuestos a morir y los más fáciles de matar. No perdáis el tiempo con ellos. Atacaremos a la caballería almohade. Nos guiaremos por las enseñas verdes. Muchos apenas lleváis meses en la Orden, mas habéis sido probados por el ayuno y la obediencia, endurecidos por la vigilia y humillados por la genuflexión. Que cada hermano sea la fortaleza para el otro, porque el hermano ayudado por el hermano es como una ciudad amurallada. Alabemos al Señor de los ejércitos que nos ha concedido el honor de cabalgar en su milicia y nos premia con este día de júbilo, dispuestos como estamos a ver su rostro”.
FREY RUY DÍAZ DE YANGUAS, durante la heróica defensa del castillo de Salvatierra, en plena Reconquista.

4 de enero de 2016

Granada vuelve a celebrar la Toma por los Reyes Católicos entre críticas

Granada vuelve a celebrar la Toma por los Reyes Católicos entre críticas

Grupos pro-derechos humanos y otros sectores creen que estos actos son 'xenófobos' y 'anacrónicos'

EL PAIS -  /  Sevilla / Granada 2 ENE 2016 - 13:14 BRST
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Un grupo de ultraderecha, durante la celebración de la Toma de Granada de 2014. / M. ZARZA (ATLAS)
Granada ha conmemorado este sábado la Toma de la ciudad por los Reyes Católicos en 1492 entre críticas, pero sin incidentes reseñables. La lluvia ha protagonizado la efeméride del 524º aniversario de la conquista de Granada, a pesar de lo cual miles de personas se han concentrado en la plaza del Ayuntamiento en la que se tremola el pendón ante partidarios y detractores de esta celebración y un mar de banderas de signos contrarios.
La escena de los dos bandos enfrentados en la céntrica plaza del Carmen, donde se ubica el Ayuntamiento de Granada, se ha repetido desde que a las 11.15 ha partido la comitiva municipal a pesar del mal tiempo. El ceremonial cívico religioso ha vuelto a enfrentar a grupos de extrema derecha e izquierda custodiados por la policía, que se han intercambiado insultos hasta el final de la celebración, poco antes de las 14.00. En la plaza del Carmen han aparecido banderas andaluzas, de España, y otras anarquistas, antifascistas, por la independencia de Andalucía, preconstitucionales o de Castilla.
Desde hace años la división en la sociedad granadina es patente y la Plataforma Granada Abierta celebra un acto alternativo que reclama al Ayuntamiento que cambie la fiesta local al 26 de mayo, día de Mariana Pineda, ya que estima "insostenible" esta celebración en democracia y pleno siglo XXI, en vez de abogar por el diálogo entre culturas. Distintas asociaciones pro-derechos humanos y otros sectores sociales consideran esta fiesta “xenófoba” y “anacrónica” que “rompe la convivencia democrática entre pueblos”.
La salida de la comitiva esta mañana, protagonizada por los concejales del equipo de Gobierno (PP), junto a representantes de Ciudadanos y con la ausencia de los ediles de PSOE e IU, ha elevado los primeros enfrentamientos verbales, los mismos que se repiten cada año, sin que se registraran altercados.
Acompañados de los figurines ataviados con trajes de época de los últimos seis siglos, entre ellos un musulmán, la comitiva se ha dirigido hasta la Capilla Real, donde se ha celebrado una eucaristía por la conmemoración presidida por el arzobispo de Granada, Javier Martínez. La comitiva ha hecho una ofrenda floral en la Capilla Real donde yacen los Reyes Católicos antes de tremolar por primera vez el pendón, una réplica del confeccionado por Felipe IV entre 1621 y 1623 sobre el modelo original con el que los reyes Isabel y Fernando entraron en la ciudad.
Durante la celebración religiosa, el centenar de congregados en la plaza y convocados por grupos de extrema derecha como Alianza Nacional o Democracia Nacional, y de extrema izquierda convocados por Nación Andaluza y otros grupos, han coreado lemas de ida y vuelta, como “España cristiana, nunca musulmana” a lo que el bando contrario ha contestado con un “Nada que celebrar”.
También ha resonado en la plaza el "sí a la Toma" de miles de granadinos congregados en los alrededores, una cifra que se ha incrementado poco antes de tremolar el estandarte, y se han vuelto a ver pancartas contra la celebración de la Toma de Granada por grupos que la consideran racista.
El alcalde de Granada, José Torres Hurtado, ha defendido la celebración de la Toma como un “hecho histórico” y ha recalcado que concita el cariño y el apoyo de sus vecinos, convirtiéndose en una “tradición familiar”. “Es una fiesta muy querida y deseada y lamentablemente siempre hay gente que la critica, aunque yo no lo comparto, porque en esas fechas se unificó España con camaradería entre vencidos y vencedores”, ha opinado Torres Hurtado.
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