26 de julio de 2016
EDITORIAL Exasperante bloqueo Comienzan las consultas con el Rey sin que se vislumbre una salida al problema de la investidura
Exasperante bloqueo
Comienzan las consultas con el Rey sin que se vislumbre una salida al
problema de la investidura
·
Twitter
Un gesto de Mariano
Rajoy durante la constitución del nuevo Congreso. ULY
MARTÍN EL
PAÍS
La ronda de consultas del Rey con los partidos políticos, que se abre
hoy, tiene lugar en un clima de completa incertidumbre. Transcurrido un mes
desde la celebración de las elecciones, resulta alarmante que Mariano Rajoy ni
haya designado una comisión negociadora ni haya logrado sentar a una mesa de
negociación a ningún otro dirigente político, sobre todo Albert Rivera.
Esto sucede a pesar de la reciente experiencia de la legislatura
fallida, en la que presenciamos una doble renuncia de Mariano Rajoy a ser
candidato, la autoproclamación de Pablo Iglesias para un Gobierno de coalición
con el PSOE sin ni siquiera hablarlo con esta fuerza política y un intento de
investidura de Pedro Sánchez sin apoyos suficientes para conseguirlo. Las
cúpulas políticas deberían haber aprendido de aquella sucesión de errores y de
sus consecuencias, pero demuestran justo lo contrario y parecen incluso
empeñadas en repetirlos.
Rajoy, que —al representar a la fuerza con más escaños— concentra la
mayor responsabilidad sobre este vodevil indigno de una democracia avanzada en
el que se está convirtiendo la investidura, no puede perder más tiempo. Tiene
que despejar la incógnita de si él representa la solución o el problema de la
gobernabilidad, y hacerlo cuanto antes.
Por su parte, tanto Ciudadanos como el PSOE tienen que ajustar
cuidadosamente sus respectivas posturas al hecho de que no disponen de una
alternativa viable a la candidatura de Rajoy. Cuanto antes lo reconozcan
públicamente mejor evitarán las acusaciones de irresponsabilidad y ausencia de
sentido de Estado que sobrevuela sobre la dirigencia política.
Más allá de las cuentas que cada líder tenga que rendir ante el
electorado, nos preocupa sobremanera que los estrechos cálculos partidistas de
cada uno vuelvan a situar al Rey, otra vez, ante el fracaso de la primera ronda
de contactos. Presentarse en La Zarzuela sin los deberes hechos o pretender que
el jefe del Estado les saque las castañas del fuego con presiones que están
fuera de lugar supone trasladar a Felipe VI una responsabilidad que no es suya.
Como en otras monarquías parlamentarias, el papel del Rey consiste en refrendar
los actos políticos de las instituciones y personas que constitucionalmente
tienen el poder de tomar decisiones, no en suplir la inoperancia de una clase
política falta de miras, una clase política a la que no parece importarle el
daño que haría condenando a la Corona a reconocer el fracaso de su ronda de
consultas.
Precisamente porque en la Constitución no están fijados los plazos ni la
forma de proveer el poder ejecutivo cuando no existe una mayoría en el Congreso
de los Diputados con la suficiente claridad, les toca a los dirigentes políticos
tomar decisiones que impidan el bloqueo. Pero lo que observamos es más bien el
deseo de escudarse en esas lagunas legales para comprar un tiempo que ni el
país tiene ni los españoles pueden permitirse.
Es vital despejar el terreno de minas políticas y estabilizarlo. A los
dirigentes les corresponde hablar y transar, discreta y públicamente, puesto
que suya es la obligación de resolver la situación.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario