21 de julio de 2016
EL PAIS. EDITORIAL: El tiempo apremia. La urgencia de formar Gobierno exige exprimir los plazos al máximo
El tiempo apremia
La urgencia de formar Gobierno exige exprimir los plazos al máximo
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El rey Felipe VI
recibe a la presidenta electa del Congreso, Ana Pastor. ÁNGEL
DIAZ AFP
Resulta difícil de comprender la parsimonia con las que se está
conduciendo el proceso de investidura del jefe del Gobierno. Es cierto que
existen numerosas reglas y formalismos, de un anacronismo exasperante, que
fuerzan la dilación sin sentido del proceso. Pero también es cierto que la
clase política, incluida la Jefatura del Estado, parece sentirse tan cómoda en
este régimen de indolencia que ni siquiera hace por exprimir los márgenes de
los que sí dispondría. Qué impide al rey Felipe VI haber convocado para hoy
mismo la ronda de consultas y finalizarla el sábado, en lugar de darse hasta el
martes para iniciarla, es una pregunta legítima cuando llevamos siete meses sin
Gobierno y hay decisiones urgentes en el horizonte.
Vivimos en el reino de la confusión y el oscurantismo. El primero que ha
de despejar obstáculos y dudas es el partido encabezado por Mariano Rajoy. Esta
fuerza política sigue sin explicar las razones del apoyo recibido de grupos
soberanistas para la Mesa del Congreso, situación que ha causado el enfado de
Albert Rivera, cuyo partido había anunciado su abstención en la investidura de
Rajoy, y que ahora amenaza con votar en contra si hay pacto entre el PP y los
nacionalistas. Se comprende que una fuerza política nacida como alternativa a
los soberanistas no quiera verse mezclada con estos en la reelección de Rajoy,
pero tampoco debe llevar al extremo la dificultad surgida. Ciudadanos ha salido
muy bien parado en la constitución de la Mesa del Congreso, lo cual invita a
matizar la reacción a las incidencias que surjan por el camino.
En todo caso, la formación del nuevo Gobierno depende en gran medida del
PSOE. Este partido no necesita respaldar a Rajoy, ni avalar la acción del
futuro Ejecutivo con un voto positivo, ni mucho menos incorporarse al Gabinete.
Lo que sí tiene que hacer es no obstaculizar la constitución del Gobierno, por
medio de la abstención. Ni las urgencias en materia económica, ni la negociación
pendiente con Bruselas, ni la necesidad de mantener la guardia alta en materia
de seguridad permiten dilaciones.
La prioridad absoluta es la de hacer posible el pacto que dé vía libre a
un nuevo Ejecutivo, corrigiendo la fallida legislatura precedente. Para ello se
necesita el concurso de las principales fuerzas políticas y, si es preciso, la
capacidad de arbitraje que la Constitución atribuye al jefe del Estado. De
ningún modo se puede perder el tiempo en maniobras miopes, como si diera igual
tener un Gobierno en funciones que un poder ejecutivo legitimado por la
investidura de su presidente y sometido al control parlamentario. Sobran los
vaivenes tácticos de cara a la galería: cuanto antes se llegue al final del
proceso, mejor para todos.
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