18 de mayo de 2016
La corbata ya no es necesaria
La corbata ya
no es necesaria
Los políticos se suman a esta moda
como reflejo de una generación que se siente más cómoda sin límites ni corsés
Pablo Iglesias,
Barack Obama y Alexis Tsipras. AFP/ REUTERS
La reputada periodista de moda Vanessa Friedman reflexionaba esta semana
en The New York Timessobre el menguante uso de la corbata en la
clase política mundial. Mientras el magnate y candidato republicano a la Casa
Blanca Donald Trump se aferra con obstinación a sus corbatas rojas de Brioni, el
presidente Barack Obama se la quita a la mínima ocasión. Políticos de todos los
colores la usan cada vez menos. Símbolo de los hombres de bien y de las cosas
serias, la desaparición de la corbata en el uniforme político no es un tema
baladí. Si el incremento del uso del esmalte de uñas es un claro indicador de
tiempos de crisis, ¿qué significados esconderá el destierro de este complemento
sartorial por parte de los políticos? Economía sin corbatas se puede leer en la cubierta de la edición española de uno de los
últimos libros de Yanis Varoufakis, el nuevo héroe de la izquierda. El ingenioso titular parecía
anticipar también la nueva era de la política sin corbatas.
Y es que durante las últimas elecciones en España, la corbata y la
indumentaria de los nuevos candidatos ha ocupado más espacio que nunca en la
prensa. Estilistas ypersonal shoppers de todo pelaje intentaban
desencriptar los significados y mensajes por el uso y no uso de determinadas
prendas por parte de los políticos y sus asesores. Al inicio de campaña cada
uno parecía tener una etiqueta clara: Pablo Iglesias y sus ya famosas camisas
compradas en Alcampo, en la línea desenfadada de sus compañeros de la marea
lila como el griego Alexis Tsipras; Albert Rivera y sus inmaculados trajes chaqueta y corbatas estrechitas; Pedro
Sánchez en busca de una corrección simpática con un uso intermitente de la
corbata; y Rajoy, como Trump, aferrado a ellas de toda la vida.
¿Se pondrá @Pablo_Iglesias_ una de las
corbatas de@anarosaq para ir a ver al
Rey? #OperaciónCorbatARpic.twitter.com/PlZUoiTau7
No es el encuentro con el rey, pero ¿cómo crees
que me queda,@anarosaq? @elprogramadear pic.twitter.com/oyFk9e9Okm
Entorno al famoso complemento, se generaron situaciones divertidas. Que
Ana Rosa Quintana le regalara dos corbatas a Pablo Iglesias para su encuentro con el Rey llegó a los titulares. Iglesias no
usó la corbata ese día, pero sí lo hizo en una reunión informal: "No es el
encuentro con el Rey, pero ¿cómo crees que me queda, @anarosaq?" le
preguntaba a la presentadora vía Twitter con foto incluida. Aunque quizá uno de
los momentos más ilustrativos del peso que la etiqueta está adquiriendo en la
estética política ocurrió en la pasada gala de los Goya. Mientras que Pablo Iglesias sorprendía a todos con un smoking alquilado,
dos tallas más grande, siguiendo, ahora sí, el código de vestuario que impone
la alfombra roja, Pedro Sánchez acudía de lo más
informaldejando
huérfana de pajarita y corbata a su camisa. Este insólito cambio de papeles
parecía certificar el despiste general sobre el protocolo de vestuario y
apuntaba al centro de la cuestión: quizá no es solo la corbata la que se ha
quedado desfasada, sino todas las etiquetas.
El fundador de Facebook en el Mobile World Congress de Barcelona. Cordon Press
La corbata y sus nudos, todo un arte para los que son fans de ellas,
sigue subiendo a las pasarelas, pero ahora más como un complemento con el que
poder ponerse guapo en ocasiones especiales que como indicador de estatus. Que
personajes de peso como Mark Zuckerberg la destierren de su vestuario es un reflejo de una generación que
se siente mucho más cómoda sin límites ni corsés. Los que vienen, de hecho,
disfrutan con la moda sin género, y por supuesto, en ella la corbata no es
significado de nada, simplemente es un ornamento más. La ropa por primera vez
parece disfrutar jugando al despiste. Una barba, una camisa blanca, una
cazadora, una falda o una corbata ya no certifican nada. A ellos, lo que les
importa son las acciones.
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