12 de mayo de 2016
ANDREA RIZZI - EL PAIS. ANÁLISIS: El ocaso de los dioses de las izquierdas latinoamericanas
ANÁLISIS
El ocaso de los dioses de las izquierdas
latinoamericanas
Uno a uno, varios símbolos caen. La colosal transición política pone
ahora a prueba la solidez de las democracias de la región
Uno tras otro, los tótems de las izquierdas latinoamericanas caen como
piezas de un dominó que avanza inexorable. Hay que hablar de izquierdas, porque
diferentes son los proyectos políticos que han encarnado el chavismo, el
kirchnerismo, el PT brasileño o Evo Morales. Pero es una evidencia cristalina
que gran parte de las formaciones soi-disant progresistas del
subcontinente, que han dominado la escena durante una década larga, oyen
lúgubres campanadas.
El chavismo, que lleva Venezuela rumbo a una hiperinflación de memoria
zimbabuense en medio de tasas de criminalidad pavorosas, sufrió una contundente
derrota en las últimas legislativas; el kirchnerismo ha sido desalojado de
la Casa Rosada; Evo Morales ha cosechado un claro no
a su deseo de perpetuarse en el poder; incluso Michelle Bachelet ve grietas como cañones abrirse en su antaño
impoluta reputación debido a los manejos de su hijo; ahora, el proyecto
político empezado por el carismático Lula, proseguido por Rousseff y admirado
en su momento por medio planeta sufre su propio Armagedón, con el impeachment viento
en popa y el país entero que se
hunde en el hielo de la recesión y el barro de la corrupción.
¿Qué produjo este Ocaso de los dioses (Götterdämmerung, cuarta
y última ópera del ciclo del Anillo del Nibelungo) de
dramatismo wagneriano? Obviamente, cada caso tiene sus explicaciones
particulares. Pero es posible trazar algunos comunes denominadores.
Sin duda
el fin de la bonanza de las materias primas ha cortado en seco el chorro que
pagó buena parte de la fiesta en la región. Con distintas gradaciones, estos
proyectos pusieron mucho el acento en la redistribución, pero quizá no bastante
en fomentar la creación de riqueza, la inversión, la diversificación.
Burocracias desesperantes, proteccionismos, corrupción y expropiaciones en
distintas dosis según los casos no ayudaron a preparar bien varios de los
países de la zona para el violento aterrizaje que ahora sufren.
Por otra
parte la perpetuación en el poder siempre es tóxica, y tiende a causar
excrecencias tumorales corruptas incluso en lares con credenciales democráticas
más consolidadas.
Contra
esos cánceres se libra ahora en varios países de la región una auténtica
ofensiva judicial, en ocasiones muy agresiva (¿era necesario detener a Lula
para que declarase?); este rasgo, que a primera vista haría feliz a
Montesquieu, se transforma de virtud en lacra muy rápidamente cuando toma el
semblante de lucha política por medios judiciales.
La cuestión del equilibrio de poderes evidencia los grandes riesgos
sistémicos que enfrenta Latinoamérica en esta colosal transición política
regional. Casi todos los imprescindibles pilares de una saludable vida democrática
están siendo –y serán- sometidos a duras pruebas. Ojalá unas sociedades civiles
cada vez más maduras sepan encauzar este cambio político en los carriles de la
ordenada alternancia democrática, de sabias políticas inclusivas, de aceptación
leal de las derrotas, de victorias que evitan gestos revanchistas que
normalmente solo conducen hacia incendios políticos y miseria económica.
Parafraseando el célebre desafío que Dante lanzó a su propio intelecto al
emprender la construcción de la Divina Comedia: América Latina, “qui si
parrà la tua nobilitate”. Aquí se medirá tu nobleza, tu capacidad de
resolver una tarea que se antoja descomunal. Suerte.
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