22 de junio de 2016
¿Las dos Españas?
¿Las dos Españas?
El 'sorpasso' abocaría a un ejecutivo débil encabezado por Rajoy sin
apenas recorrido o a un gobierno fuerte de gran coalición encabezado por
Rivera. Pero si el PSOE mantiene resultados, cabe soñar con un gobierno
socialdemócrata
RAQUEL MARIN
En sus últimas y sorprendentes declaraciones, Pablo Iglesias considera a
Podemos como la nueva socialdemocracia. No es un chiste, ni el contorsionismo
de un equilibrista trilero o simplemente un oportunismo sin fundamento. Son las
afirmaciones de un candidato a la presidencia del gobierno. Por un lado, tras
su pacto con los postcomunistas pretende arañar más votos en la izquierda con
el señuelo de un nuevo Frente Popular, al tiempo de pescar votos socialdemócratas
en otro caladero, olvidando especificar cuáles son sus credenciales para
rechazar el pacto con la verdadera socialdemocracia en la última legislatura.
Reincide ahora también en la pinza con los populares como la de Anguita con
Aznar: ¡el alegre disparate!
Ante los próximos comicios la mayoría de las encuestas dan como ganador
al Partido Popular, con un porcentaje de votos similar a las anteriores
elecciones, seguido muy de cerca por Unidos-Podemos. A mayor distancia y en
tercera posición, el Partido Socialista. Finalmente, Ciudadanos, bastante
distanciado. Con la unión de Podemos e Izqierda Unida en estas elecciones, el
partido de Iglesias ha perdido la pretendida transversalidad que reivindicaba
últimamente. La falta de acuerdo con los socialistas en la última legislatura
—por el impedimento de los barones soliviantados por las salidas de tono de
Iglesias, el problema del referendum catalán, y quizás el pacto precipitado con
Ciudadanos— ha provocado la pérdida de poder de la fracción moderada encabezada
por Errejón. Ha sido el triunfo de Julio Anguita, el gran hacedor de este
pacto, junto a los radicales Monedero, Echenique y Teresa Rodriguez.
Izquierda Unida, dominada en gran medida por los comunistas de Anguita,
como su discípulo y líder Garzón, poco tienen que ver con el Eurocomunismo de
Berlinguer y Carrillo, quien en su día aceptó en La Tansición la roja y gualda
y la monarquía. Estos ahora, no sólo reivindican la república sino que ponen en
cuestión al euro y a la Unión Europea, propugnan la salida de la OTAN, la
nacionalización de la banca y los grandes medios de producción nacional. La
polarización del voto parece evidente: orquestada por los medios de
comunicación de la derecha al grito de ¡Que vienen los rojos! En definitiva, es
el enfrentamiento de una derecha inmovilista y dura frente a una izquierda
radical. Dos formas antagónicas de pensar y ver el mundo: el resurgir de las
dos Españas.
El pronosticado “sorpasso” de la izquierda radical a la socialdemocracia
es, en gran medida, la garantía de la formación de un gobierno de la derecha
para los próximos cuatro años. Si Rajoy sigue encabezándo el PP, podría formar
un gobierno débil con el apoyo externo de Ciudadanos y, tras muchas presiones,
la abstención del PSOE. A menos que se formara la gran coalición —PP, PSOE y
Ciudadanos— con un programa de centro presidido por Albert Rivera, que
eliminara todo vestigio de un PP corrupto e inmovilista, una suerte de UCD
actualizada para el siglo XXI. Un gobierno fuerte con mayoría suficiente en el
Parlamento para reformar la Constitución en sentido federal y vertebrar de una
vez por todas a España.
Un PSOE en tercera posición no haría de comparsa, y menos, formaría
gobierno con un Podemos radical auspiciado por Anguita. Solo le quedaría a
Iglesias ser cabeza de una oposición muy fragmentada en su propio partido,
formado por un aluvión de siglas a menudo con intereses particulares
contrapuestos.
Recapitulando: o un gobierno débil encabezado por Rajoy sin apenas
recorrido, o el gobierno fuerte de la gran coalición encabezado por Rivera, o
por vergüenza política, repetir las elecciones una vez más.
Pese a las encuestas adversas, no hay salvación para la izquierda
española fuera del PSOE, el partido más que centenario de Pablo Iglesias, el
auténtico, su fundador, de los controvertidos Largo Caballero y Prieto, del
visionario y pragmático Negrín, y ante todo de Felipe González, sin duda el
mejor político español del siglo XX que condujjo a España a la modernidad. Si
bajo el impulso de Juan Carlos I , Fernández Miranda (teórico) y Suárez(
práctico) desmontaron la dictadura franquista desde la legalidad hasta
conseguir por consenso, con la oposición democrática, la Constitución de 1978,
de las más avanzadas de Europa, fue Gozález quien con el triunfo arrollador del
PSOE en 1982 y la ayuda de la socialdemocracia europea, abrió las puertas de la
prosperidad para todos. Se iniciaban así los treinta años más felices y libres
de nuestra historia, cumpliéndose la sentencia de Alfonso Guerra de que a este
país no lo iba a reconocer ni la madre que lo parió.
El despertar a la realidad de la grave crisis económica mundial ha sido
especialmente duro con España. La fragilidad de su economía por su rápido
desarrollo y su dependencia del ladrillo, la corrupción generalizada que afecta
a las recientes instituciones democráticas, unido a un salavaje incremento de
las desigualdades sociales, provoca el resurgir de las dos Españas felizmente
olvidadas. ¡Cuán lejos quedan los fastos del 92 de la Barcelona olímpica, de su
mejor alcalde, Pascual Maragall, y la reconstrucción del mítico Pabellón de la
República de 1937 inaugurado por un joven y dinámico rey de España quien con
este gesto simbólico daba oficialmente por acabado el enfrentamiento de las dos
españas!
Cabe también soñar con un gobierno de izquierdas socialdemócrata que
evitaría este enfrentamiento. Si el PSOE consiguiera los resultados del 2011,
movilizando a sus propios votantes, con margen sobrado para aumentar sus apoyos
y alcanzar los siete millones de votos y el 29% del electorado, estaría pisando
los talones a los populares, y ello se podría conseguir, esta vez sí, con el
apoyo externo de Podemos que no podría negarse, y la abstención de Ciudadanos.
Pedro Sánchez tiene ya un gobierno en la sombra formado por
intelectuales y profesionales de valía —Ángel Gabilondo, Margarita Robles,
Josep Borrell, Jordi Sevilla— y asesores externos como Maravall y Santos Juliá.
Y en Barcelona, encabeza la lista Meritxell Batet, joven figura emergente del
PSOE muy próxima a Sánchez, quien ha escogido como segundo al filósofo Manuel
Cruz, hasta ahora Presidente de Federalistes d´Esquerres. Con este nombramiento
la socialdemocracia reafirma su apuesta federalista.
Si con el triunfo del PSOE, otra España es posible, también otra Europa
sería posible gracias a la alianza con Francia e Italia, países socialistas
afines, que podrían acabar en gran medida con las políticas de estricta
austeridad de Alemania. Y apostar por un modelo más keynesiano.
Francisco de Sert, conde de Sert, es miembro de Federalistes d’Esquerres.
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