28 de junio de 2016
EDITORIAL. Liderar la oposición. El PSOE debe facilitar la gobernabilidad y reconstruirse para ser alternativa
Liderar la oposición
El PSOE debe facilitar la gobernabilidad y reconstruirse para ser
alternativa
·
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Pedro Sánchez en la
reunión de la ejecutiva federal del PSOE tras las elecciones del 26 de junio. ULY
MARTÍN
Aunque aliviado por haber evitado el sorpasso planteado desde Unidos Podemos, el Partido Socialista se enfrenta a la
dura realidad de haber obtenido un resultado aún peor que el del 20 de
diciembre, que ya fue el peor de su historia. Los 85 escaños logrados alejan al
PSOE de cualquier opción de gobierno.
Ese resultado le aboca a desarrollar una oposición responsable, lo que
significa facilitar la gobernabilidad a quien tiene mayores posibilidades de
ejercerla, que indudablemente es el Partido Popular, so pena de forzar unas
terceras elecciones. También le obliga a rehacer su proyecto político, para lo
cual cuenta con un núcleo de votantes de probada fidelidad socialdemócrata,
pero que debe ampliarse si aspira a volver algún día a gobernar: ese es su
objetivo fundamental, no el de ser el primer partido de la izquierda.
Parece existir un grado de acuerdo elevado en el PSOE sobre el rechazo a
la gran coalición en la que insiste Mariano Rajoy. Dicho rechazo tiene sentido,
pues debe conservar su perfil como principal partido de oposición y alternativa
al PP. A falta de un pronunciamiento de Pedro Sánchez, otros dirigentes
socialistas ya han dado por hecho que su partido debe irse a la oposición. Sin
embargo, hay menos coincidencia en si debe abstenerse para permitir el Gobierno
del PP. Se ha fijado la reunión del comité federal del 9 de julio, dentro de 11
días, como plazo para decidirlo. Los socialistas tienen que salir de esa
reunión con una decisión clara y contundente.
España necesita poner fin a siete meses de parálisis política. Reeditar
el pacto PSOE-Ciudadanos de la anterior legislatura, que cuenta ahora con menos
escaños que en marzo, ya no es posible. Por tanto, solo le queda abstenerse y,
en la medida de lo posible, sacar el mayor rendimiento posible de esa
abstención. Entendemos que no es un trámite gustoso, pero un partido que ha
sufrido semejante revés electoral no puede esperar que sus decisiones, a estas
alturas, sean sencillas. Por lo demás, la función del PSOE no es impedir que
gobierne el PP, sino ser su alternativa.
El valor del PSOE como llave de la gobernabilidad dependerá en parte de
la actitud que adopte Ciudadanos, puesto que un pacto de los centristas con el
PP se acercaría a la mayoría absoluta en escaños. Albert Rivera se ha
apresurado a indicar que su apoyo no es necesario, desde el supuesto de que el
PSOE se lo va a prestar al PP. Sin embargo, el portavoz socialista, Antonio
Hernando, ha añadido confusión al sostener que el PP debe apoyarse en sus
“afines ideológicos”: una extraña referencia a Ciudadanos teniendo en cuenta el
pacto que él mismo cerró con esa formación hace pocas semanas.
Sea cual sea la fórmula, Pedro Sánchez no puede responder a la llamada
de Mariano Rajoy con la displicencia utilizada tras el 20-D. Sánchez tiene aún
la oportunidad de conducir esta fase, pero ha de hacerlo pensando sobre todo en
los intereses generales de la nación y, en segundo lugar, en los más
particulares de su propio partido, sin permitir que otras consideraciones
relativas a las disputas internas por el liderazgo le impidan tomar la decisión
correcta. En momentos así, es mejor ponerse al frente con claridad y firmeza
que regatear para conservar el cargo.
Etiquetas:
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