27 de junio de 2016
EL PAIS. EDITORIAL Formar Gobierno
Formar Gobierno
Precaria victoria del PP en un escenario desolador. Los electores envían
al PSOE a la oposición, donde debe permitir gobernar al que tenga los votos
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Mariano Rajoy
saluda a sus partidarios desde la sede central de su partido en Madrid, una vez
conocido el recuento de votos del 26-J. MARCELO DEL
POZO REUTERS
Una vez conocida la decisión de los españoles, el escenario es distinto
al del 20 de diciembre, pero las novedades no son suficientes como para que una
sola fuerza política pueda asegurar el futuro Gobierno. La prioridad absoluta
es la de hacer posible un pacto que garantice rápidamente un Ejecutivo estable,
corrigiendo así la peor consecuencia de la legislatura precedente. Ahora se
necesitan soluciones, aunque para ello sea preciso pasar por encima de los
intereses partidistas o personales más concretos. De ningún modo puede
repetirse la esterilidad del periodo anterior ni acudir al irresponsable
expediente de dejarse llevar hasta unas terceras elecciones.
El resultado del PP, claramente mejor que el de diciembre, le concede de
nuevo la iniciativa para intentar formar Gobierno; esperemos que no lo rechace
de nuevo. Su líder, Mariano Rajoy, puede sentirse razonablemente recompensado
con la ganancia de escaños, pero sigue lejos de poder gobernar en solitario. Le
corresponde intentar la formación de un Gobierno de base amplia y para ello
tiene que abrir un diálogo responsable y sincero. Seguimos creyendo que la
retirada de Rajoy facilitaría ese proceso, pero asumimos que el presidente verá
este resultado como una reivindicación personal. Su estrategia de polarizar la
campaña, con ayuda de Podemos —involuntariamente, también del referéndum
británico— ha sido eficaz, por mucho que la suya no sea más que una triste victoria
en medio de un escenario desolador.
Las demás fuerzas tienen que interpretar lo sucedido con realismo. En el
caso del PSOE, se trata de un partido tan tocado que hasta un pésimo resultado
—como el que indudablemente ha obtenido, que empeora el desastre de diciembre—
es susceptible de convertirse en una buena noticia, dado que ha aguantado en la
segunda posición y evitado el tan cacareado sorpasso. Cuando concluya en Ferraz el suspiro por haberse librado del final por
muerte súbita, tal vez se comprenderá que todos los problemas que el partido
tiene siguen así, empeorados ahora por el hecho de que hay cinco diputados
menos de los que había hasta hoy. Esperamos que en los próximos días, con más
calma, el PSOE abra un verdadero proceso de reflexión y reestructuración para
abordar los asuntos de fondo que siguen amenazando su supervivencia. De
momento, desde la prioridad absoluta de facilitar la gobernabilidad, el PSOE
debe escuchar el mandato de los electores de que permanezca en la oposición y
permita con su abstención que gobierne aquel que tenga los votos necesarios
para hacerlo.
Aunque el PSOE haya sufrido un nuevo retroceso en escaños, el golpe más
importante lo han recibido sin duda los dirigentes de la coalición Unidos
Podemos. Su estrategia de constituir un bloque de izquierdas, sumando los votos
que habían obtenido por separado en diciembre, no ha funcionado. Incluso parece
haber generado rechazo entre muchos electores y provocado una cierta corriente
de simpatía hacia el PSOE.
Con estos resultados, Podemos no puede reclamar la hegemonía de la
izquierda, ni menos aún, liderar, como pretendía, un proyecto de cambio
político basado en una mayoría que no existe entre los electores. El PSOE
continúa siendo el partido que lidera la izquierda europeísta, reformista y
constitucionalista: los electores siguen respaldándolo como opción moderada y
más identificada con la socialdemocracia.
Más que nunca se espera que los líderes acentúen su sentido de la
responsabilidad a la hora de administrar los resultados. Por supuesto que el
cambio de representación obedece al desgaste del sistema anterior, como hemos
analizado muchas veces. Pero ahora hay que abordar soluciones, partiendo de que
ninguna de las minorías votadas ayer tiene fuerza suficiente como para imponer
su ideario. Y hay que hacerlo a través del impulso que supone disponer de un
Gobierno, sin prolongar por más tiempo la interinidad que arrastra este país a
partir del fracaso de las negociaciones para constituir un poder ejecutivo.
Es la hora de la generosidad de los partidos y de aceptar mayores dosis
de sacrificio para conseguir un pacto. Se necesitan soluciones para la
estabilidad de España.Lo peor sería reproducir la esterilidad de la breve
legislatura anterior: acabar con los bloqueos es la idea que debe predominar.
Nada sería más irresponsable que provocar unas terceras elecciones en un año.
Para que pueda iniciarse la legislatura hay que optar por una fórmula de
gobierno. Toca construir una solución que acabe con mejor suerte que la
intentada por Ciudadanos y PSOE en la fallida legislatura precedente. Sea cual
sea el desenlace, necesitamos un Gobierno que satisfaga las necesidades de los
ciudadanos y sea creíble ante los españoles y ante nuestros socios europeos.
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