7 de junio de 2016
EL PAIS. EDITORIAL Obama en España La visita del presidente de EE UU hace justicia a la alianza entre ambos países
Obama en España
La visita del presidente de EE UU hace justicia a la alianza entre ambos
países
Obama llega en el
Air Force One a Fort Pierce, Florida. JOEL AUERBACH AP
Finalmente Barack Obama visitará España antes de terminar su mandato. Lo
hace siguiendo una tradición de los presidentes de EE UU, que siempre han
visitado nuestro país desde que se reinstauró la democracia. El complicado
calendario político español hará que el mandatario estadounidense aterrice en
nuestro país el 9 de julio, apenas dos semanas después de la repetición de las
elecciones generales. Obama se encontrará, pues, con un Gobierno en funciones
y, probablemente, con un país pendiente de nuevas negociaciones para la
formación de un Ejecutivo, algo que los partidos políticos españoles llevan sin
conseguir desde el pasado diciembre. Pero esto no disminuye la importancia de
la visita. En un momento de especial confusión como el que atraviesa la política
nacional no está de más un recordatorio del papel que España juega en el mundo
y de quienes son nuestros aliados.
Es cierto que este viaje se ha demorado demasiado pues hace ya ocho años
que Obama —quien ya estuvo en España en 1988, cuando tenía 26 años y era un
joven mochilero— llegó a la Casa Blanca y en ese tiempo ha visitado 13 países
europeos, pero nunca el nuestro. Y también es verdad que en la agenda de la
política exterior estadounidense, al menos en lo que a visitas se refiere,
España no ha estado precisamente en lo alto de la lista. Baste como ejemplo que
el actual secretario de Estado, John Kerry, haya estado casi una veintena de
veces en Reino Unido y Francia por una en España.
Pese a este perfil público tan bajo, lo cierto es que durante la presidencia
de Obama ambos países han profundizado su relación bilateral de forma muy
significativa. En materia antiterrorista, es conocida la estrecha cooperación
entre los servicios de inteligencia de ambos países. Y en cuestiones de
seguridad y defensa, España se ha convertido en un aliado de primer orden para
Washington al permitir el despliegue en las bases de Rota y Morón del escudo
antimisiles, de crucial importancia estratégica para EE UU, y de la fuerza
de acción rápida para intervenir contra el terrorismo en África.
En el plano ideológico, la presidencia de Obama, con su perfil
progresista tanto en materia económica como social, junto con sus reticencias
al empleo de la fuerza militar, ha servido para desactivar los estereotipos
habituales en la izquierda, anti americanista de principio, y la derecha,
anclada en un pro americanismo acrítico. Con sus luces y sus sombras, el
mandato del primer presidente negro de la democracia más poderosa del mundo ha
logrado que ese no sea un factor de división —otro más— entre la clase política
y la sociedad españolas, dejando atrás los enfrentamientos internos a costa de
EE UU que marcaron la era Bush.
Obama llegará a España apenas 11 días antes de que se abra en Cleveland
la convención republicana que proclamará a Donald Trump candidato a la
presidencia de Estados Unidos. Un hombre que amenaza con alterar profundamente
la relación que tiene Washington con sus aliados, entre los que se encuentra
España. Una relación normal y que desde ambos lados del Atlántico debe preservarse
de esta manera.
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