Así lideraban Mayer y Barbero las okupaciones en el Patio Maravillas
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Todo ocurrió apenas cinco meses antes de que Barbero y Mayer llegaran al Palacio de Cibeles. El 5 de enero de 2015, se produjo una manifestación en defensa del primer Patio Maravillas, situado en la calle del Pez y sobre el que el Consistorio ya había dado cuenta de su intención de desalojar. La protesta congregó primero a unas doscientas personas en la calle de la Beneficiencia (Centro), sobre las ocho y cuarto de la tarde.
Tomaron el número 5 de la cercana calle de los Hermanos Álvarez Quintero, un inmueble de propiedad municipal y que había albergado un punto de asistencia médica y de Especialidades del Área de Salud, curiosamente una de las que dirige ahora Barbero. Hasta el lugar acudieron las Unidades de Intervención Policial (UIP) o «antidisturbios», para hacerse cargo de la situación, puesto que en el exterior había ya 300 personas congregadas, dando apoyo a los usurpadores.
Fue entonces cuando Celia Mayer y Javier Barbero se presentaron ante el jefe del dispositivo policial: «Somos los portavoces e interlocutores encerradas dentro del edificio, afirmaron ambos. Los agentes se percataron, en efecto, que los ahora ediles de la capital ejercían el papel de líderes, puesto que sus indicaciones eran seguidas por los «okupas» al pie de la letra.
La negociación se extendió durante una hora y media, aproximadamente. Tanto Mayer como Barbero insistían en ello, según los investigadores, «para ganar tiempo pero sin asegurarse resultados». En definitiva, para tratar de alargar la situación, asegurarse la usurpación y tomar el pelo a la Policía, cosa que no consiguieron.
En su intento de ganar el pulso a los agentes, llegaron a afirmar que, entre los amotinados, se encontraban «los diputados Alberto Garzón y Tania Sánchez», y que estaban en conversación directa con destacados miembros del Ministerio del Interior y del Ayuntamiento de Madrid. Una falsedad en toda regla, como se pudo comprobar. A través de su cuenta de Twitter, el Patio Maravillas sumó un nombre más a la nómina de políticos que estarían mediando con ambas instituciones: Inés Sabanés, actual concejal de Medio Ambiente y Movilidad de Carmena. Tres en uno.
Pero los policías informaron a Mayer y Barbero que procederían a entrar en el inmueble, a filiar a todo el que estuviera dentro y a desalojarlo. Los «okupas» ya habían colocado varias cadenas en la puerta de hierro del edificio, incluida una «pitón» que se utiliza para evitar el robo de motos. Los agentes disponían de una cizalla para romperlas, y cuando se disponían al desalojo, los concejales de Seguridad y de Cultura volvieron a la carga, a simular una negociación, para ganar más tiempo.
Finalmente, los funcionarios de las UIP ofrecieron a los usurpadores que abandonaran el edificio por sus propios medios, sin que se produjeran identificaciones. Al fin y al cabo, se ahorrarían un problema de orden público y a los cabecillas, es decir, a Barbero y Mayer, ya los tenían filiados. Ambas partes llegaron a ese acuerdo.
Cuando los agentes accedieron al edificio, retiraron varias pancartas: «Nos quieren en soledad, en común nos tendrán», «Por un Madrid en el que quepan muchos patios. Patio Maravillas» y «Recuperando espacios, recuperando democracia. Sí se puede, más patios».
Sin embargo, hubo siete personas que se negaron a abandonar la zona de seguridad. Entre ellas se encontraban el fotógrafo y coautor de un cortometraje con el edil Guillermo Zapata Mario Munera, quien en la actualidad ostenta un cargo municipal de nivel 28 en el Gabinete de Prensa del Consistorio, por el que percibe 53.058 euros.
También estaba Gabriel de la Mora González, diputado provincial y concejal del Ayuntamiento de Salamanca por Ganemos, en la oposición. En el poco tiempo que lleva en los cargos, ya ha sido objeto de querellas por parte de sindicatos policiales, a raíz de estas declaraciones tras una intervención en la ciudad salmantina: «Han sido dos policías con antecedentes por tortura los que se han hartado de pegar a una anciana y su familia. Luego, los polis se han dedicado a cortar las calles para obligar a la gente a borrar sus móviles y así ocultar las pruebas de sus delitos y fechorías. A continuación, se van al hospital amigo a que les preparen el consiguiente parte de lesiones, para así justificar las detenciones ilegales que practican».
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