4 de octubre de 2018

NACHO ALDAY - LICUEFACCIÓN



miércoles, 3 de octubre de 2018



NACHO ALDAY - LICUEFACCIÓN – 04/10/2018

Uno de los efectos más espectaculares de un terremoto como el ocurrido hace unos días en Indonesia es que el suelo, al someterse a las fuertes vibraciones que produce el seísmo, pasa de un estado sólido a uno líquido. Este fenómeno es conocido como licuefacción. Para explicarlo de forma sencilla se podría decir que el terreno se convierte en un fluido y se vuelve blando como si fuera una esponja. Así, al producirse las vibraciones por la onda sísmica, el líquido se mueve y se genera mayor devastación, ya que el terreno se vuelve mucho más inestable y los edificios colapsan con mayor facilidad.

Las arenas movedizas, tan habituales en la literatura y el cine, son un ejemplo típico de licuefacción. Pero no todos los suelos sufren licuefacción, solo se produce en suelos poco cohesivos, con una densidad relativa menor al 35%, granulados húmedos o saturados en agua. Por ejemplo, las arenas y las gravas que se depositan en las playas. También hay arcillas que pueden pasar del estado sólido al líquido con un simple golpe. En la situación de reposo de un suelo arenoso saturado, el espacio entre las partículas, técnicamente poros, está completamente lleno de agua, pero la presión del agua es relativamente pequeña e influye en la propia compactación del suelo. La razón por la que se produce la licuefacción durante un terremoto es porque la vibración reordena las partículas del suelo, lo que inmediatamente causa una reducción de su volumen y un aumento de presión del agua en los poros. Ese aumento de presión de agua produce una disminución de la tensión efectiva y por tanto de la resistencia del suelo. Esto da lugar o la licuefacción total o al reblandecimiento de la masa del suelo. La licuefacción se podría prever estudiando el entorno geológico y la situación del nivel freático, es decir el volumen de agua en las capas superiores de un acuífero. Naturalmente al reducirse la resistencia y rigidez del suelo por un terremoto, se puede producir el colapso de las estructuras situadas sobre ellos.

Por tanto, es posible que con fuertes terremotos determinados terrenos se transformen en una especie de arenas movedizas donde todo se hunde, produciendo deslizamientos de laderas, colapso de presas, incluso tsunamis de lodo.

Manuel Regueiro, presidente del Colegio de Geólogos.

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