8 de octubre de 2018

NACHO ALDAY - ESPIONAJE



domingo, 7 de octubre de 2018



NACHO ALDAY - ESPIONAJE – 08/10/2018

El pasado 10 de abril, cuatro miembros del servicio de inteligencia militar ruso (GRU) aterrizan en el aeropuerto de Schipol con pasaportes diplomáticos. Les recibe un funcionario de la embajada rusa. Apenas un día más tarde, los servicios secretos holandeses detectan su presencia y los preparativos de lo que parece un ciberataque contra la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPCW), con sede en La Haya.

Los acontecimientos se precipitan el 13 de abril. Los cuatro rusos aparcan su vehículo alquilado en el parking del hotel Marriot que hay justo enfrente del edificio sede de la OPCW. En el maletero llevan un equipo de alta calidad para hackear el wifi de la institución: un amplificador de señal, antenas de wifi y multitud de teléfonos. En esos días, la OPCW investiga el ataque con gas nervioso al exagente ruso Skripal y su hija en Salisbury, que desencadenó una condena global contra Moscú. También analiza el presunto ataque químico en la ciudad siria de Duma llevado a cabo por el régimen de Al Asad, al que Rusia apoya.

A las cinco menos cuarto de la tarde, cuando el equipo para llevar a cabo el ciberataque se activa, los servicios de inteligencia holandeses deciden intervenir y frustran la operación. Los cuatro rusos son detenidos y se les acompaña a Schipol, donde cogen un avión de regreso a Moscú. Se ven obligados a dejar atrás todas sus pertenencias. En el maletero del coche había también 20.000 euros y otros 20.000 dólares en efectivo. "Yo normalmente no llevo ese dinero cuando me voy de vacaciones", bromeó el jefe de los espías holandeses, Eichelsheim, explicando la operación el jueves pasado en rueda de prensa.

Al analizar el ordenador de uno de los espías, descubrieron que se había conectado en varios otros países, entre ellos Malasia. Allí, los rusos intentaron acceder a la información que manejaba el equipo de investigación internacional sobre el vuelo MH17 de Malaysia Airlines, derribado por un misil ruso en Ucrania en julio de 2014. De no haber sido expulsados, la próxima parada de los espías era un laboratorio en Suiza utilizado por la OPCW para analizar muestras.

El Gobierno holandés ha difundido incluso los pasaportes de los cuatro hombres y ha convocado al embajador ruso para protestar por el intento de ciberataque. El ministerio ruso de Asuntos Exteriores cínicamente tacha de absurdas estas acusaciones.


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