26 de septiembre de 2016
PUNTO DE OBSERVACIÓN La era de la política posverdad
La
era de la política posverdad
Abundan los políticos que no se preocupan por si lo
que dicen tiene relación con la realidad
EL PAIS - SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ
Mariano Rajoy sonríe al final de un mitin en Vigo. MIGUEL RIOPA AFP
En abril de 2010 una revista norteamericana
humorística llamada Grist, especializada en información
medioambiental, publicó un artículo en el que, por primera vez, se hablaba de “política
posverdad”. El inventor del término, David Roberts, se refería a los políticos que
negaban el cambio climático, pese a toda la evidencia científica que existía al
respecto. Han pasado seis años y la expresión “época posverdad” está presente
en multitud de análisis en medio mundo. Se está utilizando la mentira en
política de una manera más intensa y con mayor capacidad de penetración que
nunca, advertía The Economist en un reciente editorial.
¿Mienten los políticos más que nunca? No
cabe duda de que los políticos han tenido siempre una relación peculiar con la
verdad. Pero una cosa es exagerar u ocultar, y otra, mentir descarada y
continuadamente sobre los hechos.Personajes políticos como Donald Trump o como algunos de los protagonistas de la campaña del Brexit no han sido muy frecuentes en la historia
de las democracias o, por lo menos, no han llegado a puestos de responsabilidad
tan grandes. Cada vez más políticos se incorporan a la época posverdad, sin que
los medios de comunicación hayan sido capaces de frenar ese avance ni las
opiniones públicas sean capaces de castigar esa actitud, tal vez como
consecuencia de lo anterior.
Abundan los políticos que no se preocupan
por si lo que dicen tiene relación con la realidad. En España, por ejemplo, el
presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha negado en numerosas ocasiones hechos
sobre los que existía total certeza. Ya no se trata solo de una característica
peculiar de una persona concreta, sino de una táctica, una manera de enfocar la
relación con los ciudadanos en la que lo que se dice, se mantiene y reafirma
puede ser absolutamente mentira, sin que eso tenga la menor relevancia. La
negación absoluta de los hechos, de los datos y de la evidencia, sin la menor
precaución ni decencia, está a la orden del día en conferencias de prensa,
comparecencias públicas y discursos ante Parlamentos o instituciones.
El inventor del término, David Roberts, se refería
a los políticos que negaban el cambio climático, pese a toda la evidencia
científica que existía al respecto
¿Por qué no reaccionan los ciudadanos? Hace
ya tiempo que se sospecha que los votantes no se inspiran por los principios de
la Ilustración, decía Roberts; no reúnen datos, sacan conclusiones y eligen
después al partido que más se acerca a esas conclusiones, sino que proceden de
manera totalmente distinta. Primero eligen tribu, después adoptan los
principios de esa tribu y finalmente eligen aquellos datos que apoyan esas
posiciones, despreciando todos los demás.
¿Qué ha pasado con el dictamen de los expertos?
Se suponía que los ciudadanos, y los periodistas, que en muchas ocasiones no
están en condiciones de decidir inmediatamente si algo es verdad o mentira,
recurrirían a los expertos para desenmascarar a los mentirosos. Pero en esta
época posverdad, los expertos han puesto tantas veces su ideología o su
soberbia por encima de cualquier otra cosa que los ciudadanos y periodistas
desconfían de ellos como nunca antes. ¿Acaso no declararon verdades científicas
cosas que poco después se demostraban equivocadas? El posicionamiento de las
instituciones tampoco sirve para contrarrestar la época posverdad, porque en
muchas ocasiones esas instituciones han sido capturadas por poderes financieros
que tampoco tienen reparo en negar frontalmente la realidad.
La lucha contra la política de la posverdad
empieza, sin embargo, a tomar forma, ayudada por decisiones como la de The
New York Times, que
ha renunciado al famoso principio periodístico de dar dos versiones enfrentadas
y equivalentes. Por primera vez, el diario tituló el otro día en primera página
que Trump era un mentiroso. No se trata de decir a la gente lo que debe pensar, explicó el director del diario; se trata de decir quién miente.
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