27 de septiembre de 2016
Por qué los sondeos inflan a Podemos
Por
qué los sondeos inflan a Podemos
El partido logró en Galicia y País Vasco un
resultado 3 puntos peor al previsto por la media de encuestas
Pablo Iglesias y Luiz Villares (En Marea), el pasado 20 de septiembre. ÓSCAR CORRAL
Los sondeos inflaron las expectativas de Podemos y sus confluencias. Como en las últimas generales del 26-J,
las encuestas se desviaron a favor de Podemos. El gráfico muestra que en los
casos vasco y gallego fue el único partido que los institutos de opinión
sobrestimaron.
No es la primera vez. Aunque las encuestas
infravaloraron a Podemos en sus primeras elecciones, las europeas de 2014,
después han tendido a darles votos de más. En las elecciones andaluzas le daban
un 16,8% (de media) y logró un 14,8%. En las catalanas, le daban un 12% y se
quedó en 8,9%. En las generales de diciembre la cosa fue más compleja: el
partido fue subiendo semanas antes de las elecciones, pero las encuestas del
mismo 20 de diciembre le dieron más votos de los que finalmente consiguió.
El error más conocido se produjo en junio:
las encuestas ponían a Unidos Podemos segundo, con un 24,9% de votos, pero
acabó siendo tercero con el 21,1%. “Se puede hablar de una pauta”, dice Alberto
Penadés, profesor de la Universidad de Salamanca. ¿Qué hay detrás de esta
tendencia? Al menos una mezcla de estas tres explicaciones.
1. No lo saben, pero son más abstencionistas
¿Es posible que los votantes de Podemos
sean más abstencionistas de lo que dicen? Los datos del 26-J sugieren que sí.
Antes de las elecciones los votantes de Unidos Podemos se mostraban muy
decididos —la enorme mayoría decía que votaría con seguridad—, pero despuéshubo más abstención entre ellos que entre los
votantes del PSOE o del PP. “Las encuestas muestran que los votantes
de Podemos nos dicen que van a votar más de lo que luego lo hacen”, dice Belén
Barreiro, directora de MyWord, empresa de sondeos de opinión.
El reto de los encuestadores está en saber
si esa conducta es esporádica o una regularidad de los simpatizantes del
partido. Para eso hace falta tiempo. Las personas tendemos a decir que
votaremos aunque no siempre lo hacemos. Por eso la intención que declaramos en
una encuesta no siempre es de fiar. Una solución para predecir estos
comportamientos está en esperar: dar tiempo a que los electorados “revelen” su
comportamiento. Con Podemos no se ha tenido ese tiempo.
En las últimas elecciones, esta abstención
imprevista pudo darse en el País Vasco. “Barajamos que la bajada de participación
ha provocado una abstención desigual que ha afectado fundamentalmente a
Podemos”, dice Francisco Camas, de Metroscopia. La participación es por tanto
un dato básico para prever el posible éxito de Podemos. “Si me dan el nivel de
participación, por ejemplo, en Galicia, ya sé qué va a pasar porque sabré si el
joven ha ido a votar”, dice Narciso Michavila, presidente de Gad3, empresa de
sondeos. Pero predecir el nivel de participación es muy complicado.
2. Su votante es más joven e imprevisible
El votante de Podemos es más joven. Eso le
añade incertidumbre a su comportamiento: “El votante de Podemos puede tener
intención de participar pero luego el estilo de los jóvenes encaja peor con un
domingo electoral que el de una persona de 50 años”, dice Barreiro.
El problema no es solo que no vayan a
votar, sino la variación de gustos electorales de este perfil de votante: “Su
problema es que toma la decisión en el último minuto”, dice Michavila, que usa
esta metáfora para describir la diferencia con el votante de otro tipo de
partidos: “El lector de la prensa de papel no es igual al de la prensa online o el cliente de un banco tradicional no es
igual que el online”. El votante de Podemos es online.
Según Camas, en Galicia el motivo de caída
más probable de En Marea fue la fuga de voto al BNG en los últimos días de
campaña: “Ha habido un voto de En Marea que ha ido al BNG fruto de la campaña”.
3. Los reservados no votan a Podemos
Los votantes de Podemos responden más a
todas las encuestas. Les gusta hablar de política incluso si les llaman al
móvil. Están más motivados. Esto tiene una consecuencia obvia: “Entran en la
muestra más fácilmente”, dice Penadés. Los institutos de opinión deben vigilar
esta sobrestimación: es posible que las personas que no responden encuestas
—porque son reservadas o están más ocupadas— tengan inclinación por los
partidos tradicionales.
“Con Podemos hay tendencia a la sobreexposición
y pasa lo contrario que le pasa al PP, que tiene una cierta tendencia a la
ocultación y tenemos que corregir y ponderar”, dice Barreiro. Los votantes de
Podemos tienen menos problemas en revelar su voto. Detectar y corregir este
tipo de sesgos es parte del trabajo de un encuestador. Es una de las tareas de
su famosa “cocina”. Pero es difícil de hacer con total precisión y por eso las
encuestas son un ejercicio de aproximación.
Los datos sobre el comportamiento electoral
del votante de Podemos son aún insuficientes. Así de complejo es, por ejemplo,
el comportamiento del votante del PP, según Barreiro: “Va por ciclos. Cuando
gobierna, al principio de sus mandatos, la ocultación de voto al PP cae. Cuando
tiene peor reputación, aumenta. Y cuando pasa a la oposición, aumenta aún más.
Son pautas muy trabajadas”, dice.
Con Podemos el reto es doble. En próximas
elecciones, los institutos de sondeos pueden asumir en la cocina que no toda la
intención de voto de Podemos se traducirá en votos reales. Pero puede ser que
en ese ciclo el mismo votante de Podemos ya no sea tan entusiasta. Quizás los
jóvenes aprenden con la experiencia que aunque creen que votarán no siempre lo
hacen. O quizás la edad los hará menos abstencionistas. Los sondeos entonces
infravalorarían a Podemos. De momento, han copado el entusiasmo de los
votantes, que ha resultado algo ficticio.
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