21 de septiembre de 2016
El independentismo vasco se desmorona
La mayoría de votantes del PNV rechaza la secesión, y a los de Bildu les preocupa mucho más el paro que la independencia
Desde la Transición, nunca antes había sido tan bajo el sentimiento independentista entre la sociedad vasca. Tan acusado ha sido eldesmoronamiento sociológico del soberanismo que el PNV se ha visto forzado a relegarlo discretamente.
Ya no «vende», y los nacionalistas han optado por dejar de abanderarlo públicamente con entusiasmo de cara a la cita con las urnas del próximo domingo: el partido de Urkullu se ha resignado a aceptar que no le sale rentable enarbolar la bandera del soberanismo, porque la inmensa mayoría de sus votantes son reacios a la aventura de la secesión.
No es de extrañar si se tiene en cuenta que, hoy por hoy, en Euskadi solo el 27% dicen sentirse «únicamente vascos» y la inmensa mayoría, el 67%, se sienten vascos y españoles al mismo tiempo -el 38,4% se autodefine «tan español como vasco», un 26,5% «más vasco que español» y un 2,1% «más español que vasco»-.
El desmoronamiento de la querencia independentista a pie de calle en el País Vasco ha llegado a tal punto que hasta ha enraizado en el «caladero» electoral de Bildu. Revelador dato para el partido de la izquierda abertzale, fiduciario de las tesis ideológicas de ETA y que ahora se asoma a un precipicio electoral en beneficio de Podemos.
Según la encuesta publicada recientemente por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) sobre el actual escenario electoral vasco, a los que votaron a Bildu en las autonómicas de 2012 les preocupa mucho más la creación de empleo y el crecimiento económico que el desafío independentista. Consideran que la prioridad, con mucha diferencia sobre el resto de cuestiones, es luchar contra el paro.
En el caso del electorado del PNV, las ansias soberanistas calan todavía menos. Para quienes votaron a los nacionalistas vascos hace cuatro años, el independentismo se ha convertido en algo totalmente residual o que, lisa y llanamente, no les despierta el más mínimo interés. Solo el 31% de ellos dicen sentirse «únicamente vascos», y la inmensa mayoría manifiesta abiertamente que no quiere la independencia para el País Vasco.
Cuando se les pregunta al respecto, solo el 38% aseguran estar a favor del derecho a la autodeterminación, a que se reconozca la posibilidad de la independencia -y esto no significa que todos los que así piensan apostaran por la secesión si llegara el caso de que pudieran votar por ella-.
Que preocupe más el empleo que el soberanismo es algo especialmente relevante en el País Vasco, porque se da la circunstancia que es la Comunidad autónoma menos castigada por el paro y se sitúa en losprimeros puestos de renta per cápita de toda España. Y, aún así, prefieren que la política se dedique a mejorar las condiciones de vida que a pelear por una independencia.
Dicho de otra forma, la inmensa mayoría de los vascos ni quiere la independencia ni les convence como fórmula para vivir mejor. Prefieren evitar aventuras y apostar por el actual modelo autonómico que, entre otras cosas, desde su origen le ha blindado al País Vasco su privilegiado régimen foral -fiscal y de financiación-. La independencia abriría un escenario espinoso que conllevaría sacrificios económicos a los que la sociedad vasca no está por la labor de aventurarse.
El desmoronamiento del sentimiento soberanista se viene apreciando desde hace años en el País Vasco. Lo han puesto de manifiesto los sucesivossondeos del Euskobarómetro que elabora la Universidad del País Vasco. Son poco más de un 20% de los vascos los que realmente se sienten atraídos por una hipotética independencia.
En 1979, el Euskobarómetro reveló que el 36% de los vascos declaraban tener un deseo «muy grande» o «bastante grande» de que Euskadi se independizara. En los años 90 llegó a alcanzarse el 40%. Pero, desde la década pasada, ese sentimiento ha ido a menos y, en estos momentos, está en mínimos históricos. El Euskobarómetro certificó este año que solo un 10% de los vascos tenían un deseo «muy grande» de independencia y un 14% «bastante grande»; pero el 41% renegaba abiertamente del secesionismo, al 22% no acaba de convencerle y a un 10% de los vascos la cuestión les resulta indiferente.
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