14 de septiembre de 2016
LUIS R. AIZPEOLEA. ELECCIONES PAÍS VASCO 25-S. La reforma territorial requiere consenso
La
reforma territorial requiere consenso
Los votantes de Podemos y el PNV comparten la
ambigüedad del “derecho a decidir”
Pablo Iglesias interviene en un mitin de la campaña vasca junto a la
candidata a lehendakari, Pili ZabalaL. RICO EL PAÍS
En una campaña en la que predomina el
discurso socioeconómico llamó la atención el énfasis que el líder de Podemos, Pablo Iglesias, otorgó a la reclamación del derecho a decidir y al
reconocimiento de Euskadi como nación, en contraste con la prioridad
que su candidata vasca, Pili Zabala: las propuestas sociales. Con
la excepción de Bildu, los partidos vascos pasan de puntillas por la política territorial
porque no está entre las primeras preocupaciones ciudadanas.
¿Por qué Iglesias lo esgrimió enfáticamente
en Barakaldo? Porque Podemos compite por la segunda plaza con Bildu y aspira a recortar al PNV la supremacía de
las encuestas. Iglesias sabe que el derecho a decidir, aunque lo precise con su
rechazo a la independencia, franquea la entrada al electorado nacionalista. Le
ha funcionado en su disputa con Bildu. Y en su afán atrapalotodo pretende morder en el PNV.
Pocos saben que los votantes de Podemos
comparten con los del PNV perfil en materia territorial: ambos rechazan
mayoritariamente la independencia —58%—, pero comparten la ambigüedad del
“derecho a decidir”. Aunque el PNV y Podemos están muy distanciados en
políticas socioeconómicas, apuntan cierta complicidad en política territorial
por la dificultad del PNV de acordar con los demás. El PNV está alejado de
Bildu por su reivindicación independentista, y del PP y Ciudadanos por su
oposición a revisar el modelo territorial.
Los socialistas plantean una reforma
constitucional federalista, urgida por el desafío catalán, con delimitación
nítida de competencias entre el Estado y las autonomías así como un
reconocimiento de singularidades. Pretenden trasladar estas bases a la reforma
pendiente del Estatuto vasco, que se traduce en el reconocimiento de Euskadi
como “nación cultural” sin derecho a la secesión, además de la delimitación
competencial y un referéndum legal de ratificación.
La propuesta del PNV es muy ambiciosa y
tiene complejo encaje con la socialista: reconocimiento de Euskadi como nación,
bilateralidad con el Estado, blindaje de competencias ante el Tribunal
Constitucional y ratificación en una consulta legal. Iglesias defiende el
reconocimiento de Euskadi como nación y el derecho a decidir. La de Podemos es
la propuesta territorial menos definida. Su ambigüedad le resulta útil en
campaña porque le permite maniobrar.
La gravedad de la situación en Cataluña apremia que se aborde la cuestión territorial cuando haya Gobierno en España. La reforma
del Estatuto vasco no está en las prioridades de la población. Lo más
importante es que avance con consenso y para eso necesita tiempo. En esa clave
están el PNV y PSE. Acelerarla artificialmente por tacticismo sería, además de
una irresponsabilidad, una burla cuando en esta campaña los partidos vascos
dedican su atención preferente a la salida social de la crisis, auténtica
preocupación ciudadana.
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