Una nueva etapa política empieza desde hoy con la necesidad de acuerdos y una insólita incertidumbre. La irrupción con fuerza en el Parlamento de Ciudadanos y, especialmente, de Podemos ha dibujado un nuevo tablero en el que
el PP es el más votado pero con menos del 30% de las papeletas y con muchas dificultades para formar Gobierno y para que Mariano Rajoy vuelva a ser presidente.
El nuevo Parlamento será un puzzle con más piezas de las que tenía el anterior y, además, difíciles de encajar por incompatibilidades entre ellas. La sombra de la ingobernabilidad marcará
el día después del 20-D, porque hace falta el acuerdo de más de tres partidos para llegar a los 176 escaños de la mayoría absoluta.
Con el 99,4% escrutado, el PP pierde 63 diputados respecto a 2011 y queda con 123 muy lejos de la mayoría absoluta, incluso aunque obtuviera el apoyo de Ciudadanos. El segundo es el PSOE con 90 escaños, 20 menos de los que tenía, pero como mínimo mantiene el liderazgo en la oposición e incluso podría buscar una mayoría alternativa, complicada y con graves contraindicaciones políticas.
El tercero es Podemos con 69 diputados. Ciudadanos queda muy por debajo de sus expectativas: 40 diputados.
El PP es el partido más votado en las generales del 20-D, las más disputadas de la democracia. Pero Mariano Rajoy, cabeza de lista de los populares, lo tendrá sumamente difícil para formar una mayoría que le permita gobernar. “Voy a intentar formar un Gobierno estable”, aseguró anoche en el balcón de la sede de Génova.
Tampoco es fácil que se pueda configurar una mayoría alternativa al PP y, en todo caso, sería preciso el acuerdo de más de tres partidos.
El PSOE como segundo podría esperar a que lo intente el PP y buscar luego una alianza de partidos de izquierda y nacionalistas. Pero en todo caso con más de tres partidos y complicaciones en acuerdos programáticos, que le hacen imposible al PSOE despejar su ecuación.
PSOE y Podemos suman 159 escaños, casi lo mismo que los 162 de PP y Ciudadanos. El partido de Pablo Iglesias debe decidir si gobiernan los socialistas con otros partidos más, pero uno de los escollos para ese acuerdo es
el referéndum que Podemos defiende para Cataluña.
Otra opción es la gran coalición PP-PSOE, pero ha sido negada siempre por el socialista Pedro Sánchez. Es decir, el líder del PSOE estaría en la difícil tesitura de elegir entre permitir que gobierne el PP o pactar para celebrar un referéndum en Cataluña, lo que tiene graves contraindicaciones para su partido.
El PP queda en 123 diputados, lo que hace que ni siquiera pueda alcanzar con Ciudadanos la mayoría absoluta de 176 escaños necesaria para que Rajoy repita como presidente. Ya Albert Rivera, cabeza de lista de Ciudadanos, había repetido en la campaña que no votaría sí en ningún caso en esa investidura, pero aunque apoyara
a Rajoy, haría falta al menos un tercer partido para completar el puzzle.
Y no hay más opciones, salvo la abstención del PSOE, porque Rivera, además, se mostró incompatible con partidos nacionalistas que son los únicos que podrían completar esa mayoría con el PP.
El resultado está marcado por la irrupción con fuerza de dos partidos nuevos: Podemos y Ciudadanos. Especialmente bueno es el resultado de la candidatura de Pablo Iglesias, aunque no alcance al PSOE: es tercero con 69 diputados. En el resultado de Podemos debe sumarse el de las otras tres candidaturas que concurren con nombre propio en Galicia, Cataluña y Valencia: En Marea Podemos, En Comú Podem y Compromís/Podemos/És el moment, respectivamente. Aspiran a formar grupos parlamentarios distintos, pero la base es Podemos y, por tanto, en el global del resultado se le suman los votos y los escaños. El partido de Pablo Iglesias logra datos espectaculares en Cataluña y
el País Vasco, donde su irrupción cambia por completo el escenario político.
Ciudadanos
queda finalmente como cuarto partido y 40 diputados. Rivera aspiraba a ser el más votado pero no cumple las expectativas creadas por ellos mismos, no lidera la oposición y no es seguro que pueda hacer de árbitro para encajar las piezas incompatibles del nuevo Parlamento. Si puede tener un papel destacado en el Congreso, por ejemplo, forzando con Podemos una reforma de la ley electoral.
La inestabilidad política que se dibuja es aun mayor porque es difícil configurar una mayoría alternativa al PP. Nunca antes en España ha gobernado un partido
que no sea el que ha ganado las elecciones, pero nunca antes se habían dado unos resultados tan ajustados y un Congreso de los Diputados tan fragmentado.
En esa supuesta mayoría alternativa una de las dificultades es que Ciudadanos también dijo en la recta final de la campaña que no apoyaría un Gobierno con Podemos ni con partidos nacionalistas e independentistas. Y para sumar 176 es necesario que entre alguno de ellos junto al PSOE en una coalición para desalojar al PP de
La Moncloa.
Acuerdo con nacionalistas
Esa posición de Rivera, motivada por las radicales diferencias sobre cómo abordar el asunto de Cataluña, hace imposible un buen número de combinaciones que sí permitiría la aritmética. Sería posible aritméticamente un pacto entre PSOE, Podemos,
PNV, IU y ERC, por ejemplo.
El
PSOE de Pedro Sánchez llega a su suelo histórico con 90 diputados, por debajo de su peor resultado en democracia, los 110 escaños que obtuvo Alfredo Pérez Rubalcaba en 2011. Pero aguanta, porque teniendo partidos nuevos que le acechaban a izquierda y derecha su pérdida es menor a la esperada. Mitiga la caída el hecho de que la fragmentación del Parlamento y, especialmente, de la izquierda obliga a que todos los partidos reduzcan necesariamente el número de escaños en el nuevo Congreso.
Y, sobre todo logra ser segundo para en el peor de los casos liderar la oposición y con la paradoja es que, con
ese notable descenso Sánchezpodría intentar una complicada mayoría alternativa al PP. El PSOE se estrella en lugares importantes como Madrid.
El PP y el PSOE sufren un notable y previsto retroceso y pasan de sumar más del 80% de los votos a un escaso 50%. El bipartidismo, entendido como la suma hegemónica de ambos y la alternancia en el poder sin dificultades, cae como estaba anunciado.
No estará en el Congreso Josep Antoni Duran Lleida, cabeza de lista Unió y en ese Parlamento fragmentado no solo hay incertidumbre sobre el futuro Gobierno, sino que la habrá en las cábalas para reformas legales esenciales. Por ejemplo, la ley electoral cuyo cambio reivindican los nuevos partidos requiere 176 diputados. Y el PP tiene escaños suficientes para bloquear una reforma constitucional como las que plantean los otros tres partidos.
Para complicar la situación, el PP tendrá mayoría absoluta en el Senado. La última palabra sobre las leyes la tiene el Congreso, pero los populares podrían poner en dificultades un Gobierno de otro signa. En la Cámara Alta, por ejemplo, se vota la aplicación del artículo 155 de la Constitución.
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