FELIPE BARANDIARAN. NENÚFARES
Un mar de nenúfares de múltiples colores, que pasan de los azules a los verdes, amarillos y blancos, cubre lo que parece ser un gran estanque. Se trata de un remanso de aguas en el lago Eire (Estados Unidos) donde la familia de Charles Curran posee una casa de campo.
Poco después de casarse el pintor homenajea a su mujer pintando este cuadro (1888), en el que la vemos vestida de blanco y recogiendo unas flores junto a su prima Charlotte como hacían poco antes para formar su ramo de novia.
La perspectiva truncada de la embarcación hasta nosotros, nos da la sensación de estar en ella, invitados por la familia, disfrutando de este paseo matinal. Casi podemos escuchar el chapoteo de los remos en nuestras manos abriéndonos tímidamente paso en ese campo de flores que destila húmedo aroma.
La transparencia de la sombrilla que les protege de los intensos rayos del sol produce una curiosa opalescencia haciéndola parecer un enorme nenúfar, en plena armonía con las plantas acuáticas, también traslúcidas, creando una atmósfera de ensueño en medio de esta infinidad de flores gigantes que invita a la contemplación hablándonos de la pureza, la virtud, la belleza de la creación y evocando el paraíso perdido que nuestras almas anhelan.
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