24 de agosto de 2016
Massimo Livi Bacci: “Si cuidamos la Tierra, aún cabemos muchos más”
Massimo Livi Bacci: “Si
cuidamos la Tierra, aún cabemos muchos más”
Massimo Livi presidió durante 20 años la sociedad científica mundial de
la demografía. / ANTONELLO NUSCA
Megalópolis inabarcables, migraciones masivas, una Europa poblada por
ancianos… Muchas de las amenazas del futuro provienen de la demografía. Pero
este profesor italiano, uno de los mayores expertos mundiales en la materia,
reniega del catastrofismo.
MIÉRCOLES 24 DE AGOSTO DE 2016
LA SABIDURÍA le viene de familia. Bisnieto de psiquiatra, nieto de
antropólogo e hijo de estadístico,Massimo Livi Bacci (Florencia, 1936) se decantó por la
demografía hasta convertirse en una autoridad mundial. Durante 20 años presidió
la Unión Internacional para el Estudio Científico de la Población y ha
impartido clases en universidades de toda Europa y América. Sentado frente a
una cerveza en una terraza de la vieja Roma, desgrana su discurso con calma,
claridad y ocasionales chispazos de ironía. Lo interrumpe algún conocido que se
acerca a saludarle, como esa antigua compañera del Senado, al que Livi Bacci
perteneció siete años en las filas del centro-izquierda. “Tendría que ser una
obligación de los académicos invertir una parte de su tiempo en la
divulgación”, declara. “No es vergonzoso escribir algo comprensible para el
público. Más bien es un deber”. Con ese propósito fue uno de los promotores de
la web Neodemos, dedicada a estudios sobre la población, y ahora publica en
español –antes incluso que en italiano– Un
largo viaje. Historia del mundo y su población en 12 etapas (Pasado y Presente), un intento de explicar
a sus nietos cómo el hombre apareció y conquistó el planeta.
Se habla mucho de temas relacionados con la
demografía, como la inmigración, pero lo hacen políticos o periodistas. Casi
nunca se escucha a los demógrafos. El horizonte de los políticos es siempre
muy breve: las próximas elecciones, la futura ley… La demografía se interesa
por fenómenos que se modifican lentamente. La inmigración, en cambio, sí
evoluciona con mucha rapidez y por eso importa. Sobre todo en los últimos años,
con las primaveras árabes, la crisis
económica… Y más en España, que recibió a tanta gente en la primera década del
siglo y ha tenido unos altibajos que no ha habido en otros países. Pero se están confundiendo dos fenómenos: el de los
refugiados, consecuencia de guerras y conflictos, es decir, de hechos
extraordinarios, y la emigración económica, la de los trabajadores que se van a
otro país en busca de empleo. Hacemos una ensalada con todo y no son la misma
cosa, aunque a veces no resulte fácil distinguirlos. El refugiado se mueve
porque su supervivencia está en riesgo. El emigrante económico intenta mejorar
su vida.
Usted se queja de que los objetivos de
desarrollo sostenible de la ONU se han olvidado de la demografía. ¿Ya no se ve
como un problema? En los años sesenta y setenta se hablaba
mucho de la bomba demográfica como algo terrorífico. Ahora es verdad que la
población crece más lentamente, pero los problemas relacionados con la
demografía no han desaparecido. Se ha instalado el optimismo y la ONU tiende a
ver los asuntos con gafas de color rosa: la tasa de crecimiento ha bajado,
seguirá bajando y podemos dar el asunto por resuelto. Los objetivos de la ONU
se han multiplicado, se han establecido hasta 169. En ellos hay de todo, pero
no figura la emigración. No hay ninguna referencia a la necesidad de un mínimo
plan internacional de coordinación de las migraciones. Y, sin ese plan, estamos
en un mundo sin orden que no es sostenible.
“NI LA ONU NI EL PAPA FRANCISCO MENCIONAN EL CRECIMIENTO DE LA POBLACIÓN
CUANDO HABLAN DEL DESARROLLO SOSTENIBLE. Y EL PROBLEMA CONTINÚA”
¿La preocupación por el cambio climático ha
arrinconado la amenaza de la superpoblación? Pero el cambio climático se debe en un 30%
o un 40% al crecimiento de la población. Incluso el papa Francisco ha hecho una
encíclica novedosa sobre estos temas y tampoco se menciona la población. Y todo
apunta a que antes de final de siglo seremos 3.000 o 4.000 millones más [la
población mundial es ahora de 7.300 millones]. Eso supone un peligro de
intrusión en áreas ambientales frágiles. Las zonas costeras siguen creciendo
muy rápidamente, por eso el tsunami de 2004 provocó más de 200.000 muertos en
áreas del litoral muy densamente pobladas y con escasa elevación sobre el nivel
del mar. Las grandes megalópolis están casi todas cerca del mar y tienen un
gran papel en el desequilibrio climático. También se produce una intrusión
humana en los bosques fluviales, como en la Amazonia y en el Congo, en muchos
casos para ganar sembrados y pastos debido al crecimiento demográfico. Es de
sentido común abordar estos problemas.
Las previsiones son que en 2100 la
población llegue a 10.000 millones… 11.000, 10.000, 9.000…, por ahí.
¿Y eso es sostenible? Creo que sí, lo que hay que hacer es cuidar
el planeta. Más de la mitad de la superficie de la Tierra está antropizada [modelada por los humanos] directa o
indirectamente: ciudades, áreas industriales, infraestructuras, pero también
cultivos, pastos y parte de los bosques. Con 4.000 millones más, este proceso
puede acelerarse y hay que tomar medidas, poner en primer lugar el problema del
uso del suelo, porque no se puede gastar todo. Creo que podría vivir en la
Tierra mucha más gente, 4.000, 5.000 o 6.000 millones más, siempre que lo
planifiquemos bien.
¿Y cómo? ¿Acumulando más población en
megalópolis? No
quiero meterme en el trabajo de geógrafos y urbanistas, que hay muchos. Pero no
se trata tanto de eso como de cuidar el uso del suelo. Mil personas pueden
vivir ordenada o desordenadamente. Hay que poner normas. La intrusión en la
selva amazónica ha descendido en los últimos 20 años porque Brasil tiene una
política más conservacionista.
Massimo Livi Bacci en Roma, el 24 de mayo. ANTONELLO NUSCA
¿Llegaremos a ciudades de 100 millones de
habitantes? Es
una pregunta difícil. Espero que no. Pero ya hay regiones enteras que son como
megalópolis, enormes redes urbanas. En muchas áreas de Europa ya no se puede
distinguir entre urbana y rural, están muy imbricadas. En el norte de Italia no
quedan grandes espacios abiertos. España, sin embargo, todavía los tiene.
¿Se ha estudiado a fondo el posible impacto
demográfico del cambio climático? No. Los informes del Panel Internacional
sobre el Cambio Climático incluyen algo sobre posibles movimientos de
población. Pero eso se produciría de una manera muy gradual. Hay tiempo para
hacer ajustes al cambio climático. Los humanos podemos vivir en Omán, con una
temperatura promedio anual de 30 grados, y en Irkutsk, en Siberia, con cero
grados de promedio. Somos muy adaptables. Yo no soy catastrofista, no creo que
vaya a haber grandes movimientos de población por esto.
¿Hay riesgo en África de lo que ustedes
llaman una trampa maltusiana? [explosión demográfica incontrolada que excede
los recursos disponibles]. En los países muy pobres, sí. En África
subsahariana y en ciertas zonas de Asia meridional. En África la población se
va a duplicar o incluso triplicar en los próximos 40 años. Y habrá problemas:
más pobreza, desarrollo muy bajo, hambre en importantes sectores… África se ha
desarrollado mucho en los últimos años, pero el punto de partida es tan bajo…
La población descenderá en los países ricos
y aumentará exponencialmente en los más pobres. Si no se corrigen las
desigualdades, esto parece una bomba. Yo no creo en las bombas en lo que respecta
a los fenómenos sociales. La sociedad es muy elástica. Y por eso no creo que
ocurra nada irreparable: guerras tremendas, enormes hambrunas, pestilencia… Eso
se lo dejamos a los catastrofistas. No es cuestión de bombas, sino de dar
tiempo a que África se desarrolle.
La vida humana se ha alargado mucho y los
científicos incluso coquetean con la idea de inmortalidad. Desde
el punto de vista demográfico, sería una desgracia. Yo no soy tan optimista sobre el
alargamiento de la supervivencia. Es verdad que se ha prolongado mucho más de
lo que se pensaba hace 30 o 40 años. La esperanza de vida en países como Italia
o España ha aumentado enormemente. Aunque tenemos muchos defectos, nos cuidamos
bien y disponemos de buenos sistemas de salud. Pero las enfermedades cambian y
aparecen patologías nuevas. Y la vida reproductiva de las mujeres sigue
teniendo un tope. Encuentro varias razones para pensar que, aunque aumente un
poco más la esperanza de vida, hay límites, afortunadamente. Y no todo es para
siempre. Puede haber catástrofes o imprevistos. Países de África que habían
aumentado mucho su expectativa vital retrocedieron a causa del sida. Y en Rusia
pasó también tras la disolución de la URSS.
“ES NECESARIO UN PLAN INTERNACIONAL QUE REGULE LAS MIGRACIONES. UN MUNDO
SIN ORDEN NO ES SOSTENIBLE”
¿Cómo se pueden planificar las migraciones? Existen convenios para regular fenómenos
supranacionales –el cambio climático o el comercio–, pero nada sobre las
migraciones. No hay una regulación coordinada. Ni siquiera para cosas mínimas,
como garantizar la identidad de las personas. Hay cientos de millones que no
tienen identidad cierta porque en sus países no hay registros y por eso pueden
ser víctimas de comercio ilegal y esclavitud. También se podrían tomar medidas
para que las remesas de los emigrantes lleguen a su destino sin ser explotadas
por intermediarios. Aunque son cosas mínimas, podrían resultar revolucionarias
si las hiciese una organización internacional. Pero ningún país quiere hacer la
menor transferencia de soberanía sobre este asunto. Tampoco en Europa. Los 28
países tienen un pedacito de políticas comunes, pero no lo principal: cada uno
puede admitir los migrantes que quiera.
Y cuando se intenta coordinar, como con los
refugiados, es un fiasco. Un fiasco total. Y eso que en este caso se
podría hacer algo al tratarse de una situación de emergencia.
Se extiende la idea de que Europa ha tenido
las puertas demasiado abiertas. Puede que en España, sí. Ha sido el país
con más inmigración en la primera década del siglo. En términos netos, casi
cinco millones de personas. Mucho para un país de 45 millones. Esta inmigración
tan generosa fue un factor para la burbuja inmobiliaria, que se alimentó por
una financiación alegre y una mano de obra abundante. Se podría haber evitado
con mayor coordinación europea.
Y, sin embargo, en España no ha surgido un
partido xenófobo. No. Eso es muy interesante. Y me alegra.
¿Tal vez porque hay mucha inmigración
latinoamericana? Eso influye. Es el mismo idioma, la misma
religión. Pero la mayor parte es marroquí. Y también es verdad que Marruecos ha
tenido lazos históricos con España, aunque no siempre fuesen buenos.
En Italia tienen la Liga Norte. Sí, pero también hay paradojas. Muchos
municipios del Véneto con alcaldes liguistas hacen buenas políticas locales con
los inmigrantes. Hay una cierta esquizofrenia. Oficialmente son tremendos,
racistas. Pero en la gestión local se dan cuenta de que los migrantes son
necesarios. España, Italia, Alemania… en los próximos 30 años van a seguir
perdiendo mucha población. De momento, como el desempleo está alto, parece que
no precisamos migrantes. Pero en realidad los necesitamos para seguir
manteniendo el nivel de desarrollo.
¿Es el único modo posible de paliar el
envejecimiento? Se podrían aplicar más políticas sociales
de apoyo a la familia. Pero cuestan mucho dinero, son muy lentas y no ofrecen
garantías de éxito.
Como los que llegan a Europa tienen más
hijos, se agita el miedo a que algún día den el sorpasso los locales. Pero usted
sostiene que, tras una generación, las costumbres reproductivas se adaptan al
país de acogida. Ha ocurrido así en casi todos los países
europeos. La natalidad de los migrantes tiende a converger rápidamente con la
del país al que llegan. Eso del sorpasso de los islámicos es una idea fija de la
derecha.
En Francia no solo de la derecha. Mire el
gran éxito de la novela de Michel Houellebecq [Sumisión]. Es un libro feo. El autor es inteligente,
pero leerlo resulta desagradable.
¿Su fabulación de una Francia musulmana es
inverosímil? A mí no me preocupa mucho eso, son procesos muy lentos. Tendremos una
sociedad más mezclada, como en EE UU. Y allí, cuando tocan el himno, todos,
sean del origen que sean, se llevan la mano al corazón como buenos americanos.
Pero ahora surge un Donald Trump y dice que
sobran los de fuera.Me ha sorprendido mucho. En 1960 pasé un año y medio como estudiante de
posgrado en EE UU y vi los debates entre Nixon y Kennedy. Entonces los
conservadores eran conservadores, pero los republicanos aún mantenían aquello
de ser los herederos del partido de Lincoln. Tenían valores y una ascendencia
noble. Pero ahora… Es extraño.
Por cierto, ¿qué tal su experiencia en
política? ¿Merece
la pena hablar de eso?
La
política italiana tiene mala fama. A veces con razón. Por eso en España deben
tener cuidado de no imitarla.
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