15 de agosto de 2016
“A las militares se nos ha mirado con lupa”
“A
las militares se nos ha mirado con lupa”
Patricia Ortega, primera coronel del Ejército
español, habla de la integración de la mujer en las fuerzas armadas
Patricia Ortega, primera coronel del Ejército español. ÁLVARO GARCÍA
Desde junio pasado, Patricia Ortega García
(Madrid, 1963) luce es sus galones tres estrellas de ocho puntas. Con
antigüedad de octubre de 2015, es la primera, y hasta ahora única, coronel de
las Fuerzas Armadas españolas. En seis años podría convertirse en la primera
general de la historia del Ejército español, aunque antes de que llegue ese
día, si es que llega, tendrá que superar muchos obstáculos y ella prefiere
explayarse sobre su última obra en la Dirección de Infraestructuras del
Ministerio de Defensa: el Centro Militar de Farmacia, que ha ejecutado con un
43% de baja sobre el presupuesto inicial. Un ahorro que exhibe con indisimulado
orgullo.
Lo que no le gusta es hablar de su
condición de mujer. Teme que algún compañero varón le achaque afán de
protagonismo y, meticulosa como es, se lamenta de no estar preparada para
enfrentarse a la prensa. Lo asume por disciplina, consciente de que su papel de
pionera conlleva una responsabilidad añadida: servir de espejo en el que otras
militares se miran y reflejar ante la sociedad la integración de la mujer en
los cuarteles, que ella inauguró hace 28 años.
“Al principio había muchísima presión. Te
sentías muy observada, estabas siempre bajo lupa. Entrabas en la cantina y se
giraban todas las cabezas. Se daban situaciones embarazosas. Entre nosotros hay
que ceder el paso al superior jerárquico. Pero el militar lleva a gala su
cortesía. Así que me veías a mí, una alférez, disputando con un general por ver
quién pasaba delante. Al final, hallé la forma de salir airosa: ‘Si usted no lo
ordena general, yo no paso primero”.
Nieta, hija y hermana de militares, tenía
clara su vocación y, tras graduarse como ingeniero agrónomo en la Universidad
Politécnica de Madrid, aprovechó la primera ocasión para alistarse: fue en
1988, cuando las Fuerzas Armadas entreabrieron por primera vez sus puertas al
sexo femenino, aunque solo a determinados cuerpos y escalas.
Única mujer de su promoción del Cuerpo de
Ingenieros Politécnicos, ha servido involuntariamente como conejillo de indias
para situaciones que nadie había previsto. “Es verdad que hicieron lo posible
por afrontar la situación. Ahora resulta entrañable imaginarse a un montón de
militares debatiendo cómo debía ser el sujetador de campaña o el bolso de
paseo. Pero el proceso fue muy acelerado y hubo que resolver los problemas
sobre la marcha. Yo me quedé embarazada y no había uniformes adecuados. Se lo
planteé al coronel y me dijo: ‘Queda relegada de llevar uniforme hasta que su
estado físico sea compatible con la dignidad del mismo’. No concebía que una
mujer embarazada recibiera como capitán de cuartel las novedades con la tropa
formada”.
La coronel asegura que el Ejército se ha
adaptado a la presencia de la mujer. “Creo que podemos sentir orgullo. ¿Hay
alguna sombra? Obvio. Somos el reflejo de la sociedad y en las Fuerzas Armadas
hay cabestros, como en todas partes. Pero institucionalmente se han tomado
medidas para que determinadas cosas no pasen y, si pasan, se corrigen”.
Aunque la situación se ha normalizado,
reconoce que, “si un hombre hace algo, lo ha hecho Zutano, y no se juzga al
colectivo masculino por una actuación individual. En el caso de las mujeres no
es así. Si alguna de nosotras hace algo bueno o malo, generalmente lo segundo,
nos salpica a todas. Pero eso sucede allá donde hay una minoría y la mujer lo
sigue siendo en las Fuerzas Armadas”.
Pregunta. ¿Se ha sentido alguna vez discriminada? A
favor o en contra.
Respuesta. Positivamente, nunca.
Opuesta a las cuotas, lo que más le molesta
es que alguien pueda pensar que se le ha favorecido en el ascenso a coronel por
ser mujer. “El proceso ha sido completamente aséptico. Se ha seguido el método
habitual de evaluación de las Fuerzas Armadas, en base a unos baremos objetivos
que dan una clasificación. Es verdad que la ley permite aplicar un coeficiente
discrecional de hasta el 15% para reordenar la promoción. Pero en nuestro caso
la junta ha sido exquisita en extremo y no ha aplicado ese coeficiente de
discrecionalidad. Hemos salido ordenados con el número que nos dio la
clasificación prevista en la Ley de la Carrera Militar, en que se valora el
mérito y la capacidad”, se explaya.
P. ¿Cómo pudo conciliar tener tres hijos con
su carrera?
R. Malamente, como todos. No es que la idea de
la conciliación no estuviera en las Fuerzas Armadas, es que no estaba en la
sociedad. Para cualquier mujer, en cualquier ámbito, tener hijos es un
obstáculo y, aunque no lo fuera objetivamente, se va a percibir así en su
entorno laboral. Eso es lo que hay que cambiar.
P. ¿Existe un estilo de mando femenino?
R. No. Yo creo que eso es un tópico a
desterrar.
P. ¿Se considera feminista?
R. ¿Considera usted que es feminismo decir que
habrá igualdad el día que haya tantas mujeres mediocres como hombres mediocres
en altos cargos?
P. Sí.
R. Pues el feminista es usted.
Una de cada seis soldados o marineros (el
16,6% del total) de las Fuerzas Armadas españolas es mujer. En cambio, no
llegan a una de cada 13 los oficiales de sexo femenino (7,3%). Su presencia de
mujeres sigue siendo mucho más abultada en los escalones más bajos que en la
cúpula de una institución jerárquica en la que se asciende por antigüedad. El menor porcentaje se da entre los suboficiales (4,3%).
El empleo más alto ocupado por una mujer es
el de coronel (Patricia Ortega). Le siguen 92 tenientes coroneles o capitanes
de fragata; 267 comandantes o capitanes de corbeta; y 468 capitanes o tenientes
de navío.
El Ejército con más porcentaje de mujeres
es el Aire (13,6%), seguido de la Armada (12,5%) y Tierra (11,8%). En cuerpos
comunes (Sanidad, Jurídico, Intervención) llegan al 23,4%. En total hay 14.981
mujeres; lo que supone el 12,5% de los efectivos de las Fuerzas Armadas, frente
al 87,5% de varones. En cambio, en las misiones en el exterior son el 7,6% de
los efectivos y en los puestos operativos el 9.8%.
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