4 de enero de 2016
Tierra de traidores
EL PAIS - CRISTIAN SEGURA Barcelona 4 ENE 2016 - 05:55 BRST
El primer traidor del proceso soberanista fue Pere Navarro. El exsecretario general del PSC fue vilipendiado por el independentismo porque se negó a aceptar la unilateralidad del invento. Navarro defendía un referendo negociado con el gobierno español. Navarro fue más lejos que Miquel Iceta o Carme Chacón –que de consulta no quieren saber nada– pero eso no le salvó de ser el mayor 'botifler' de 2013. Desde entonces el 'procés' ha tenido traidores a mansalva. Los últimos, y los peores, aparecieron ayer en la CUP.
Tras Navarro pasó a ser Joan Herrera (ICV) el principal enemigo de la patria al apuntar que la consulta del 9-N era una maniobra para proyectar a Artur Mas. ERC estuvo bajo el escrutinio de la pureza nacional durante los meses posteriores al 9-N porque se resistía a formar coalición electoral con CDC. Cuando Oriol Junqueras pasó por el aro de “la Lista Única”, Duran i Lleida volvió a ser el malo más malo, el 'dimoni' de los Pastorets, que rompía Unió y torpedeaba las bazas electorales de CiU. Con Duran y Unió desaparecidos del mapa parlamentario, a los puristas les quedaban menos candidatos a villano. Ada Colau ha sido una seria aspirante desde que asumió la alcaldía de Barcelona, por insistir en acordar el referéndum con Madrid y por oponerse a que la capital catalana forme parte de la Asociación de Municipios por la Independencia. El No de la CUP a Mas ha zanjado el proceso de selección y ha colocado a nombres como Anna Gabriel o Josep Manuel Busqueta en el lado oscuro de la fuerza.
La diputada de Democràcia i Llibertat en el Congreso Míriam Nogueras escribió que mientras “Cataluña llora, España aplaude a la CUP”. La presidenta del parlamento, Carme Forcadell, se saltó la neutralidad del cargo: “Siempre he pensado que al final la CUP ayudaría a hacer realidad el mandato democrático del 27-S. No ha sido así, me equivoqué, y mucho”. En la CUP también volaron los puñales, como este tuit del concejal en Arenys de Mar David Caldeira: “La CUP ha enterrado el proceso y se alinea con el españolismo”. Josep Huguet, presidente de la Fundación Josep Irla, de ERC, pidió “memoria de elefante para recordar a los mezquinos”. La más contundente fue Pilar Rahola, que dio por hecho que la CUP es un instrumento de los servicios secretos españoles: “Los agradecimientos por el no de la CUP hay que mandarlos al CNI. No os equivoquéis de dirección”.
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