Patrullas, palizas y un secuestro entre aceitunas
La tensión se dispara en Badajoz donde los agricultores se organizan para vigilar sus cultivos
Y los ánimos se han caldeado en el campo. En Navalvillar, los enfrentamientos entre ladrones y agricultores han subido de tono en estas semanas: lunas rotas, golpes y persecuciones por la carretera. Hace 10 días, por ejemplo, después de pillar in fraganti a otro grupo, los condujeron hasta la cooperativa para recuperar la mercancía. “Empezó a acumularse gente y se encendió el ambiente. Los ladrones subieron al coche y salieron a toda velocidad, atropellando a gente. Pudo ocurrir una tragedia”, narra Metidieri.
Este tipo de robos, además, se extienden por toda la península, aunque las zonas varían en función de la campaña. En Andalucía, la comunidad donde más casos se contabilizan, los agricultores también han constatado un repunte en los dos últimos meses. Y antes, en octubre, se sucedieron las detenciones en Aragón por el robo de almendras; y en la Comunidad Valenciana, en primavera, por la desaparición de miles de kilos de naranja. Según los datos de Interior, este tipo de sustracciones se redujeron un 12% en 2014: se registraron 24.078 casos en todo el país, frente a 21.153 de 2013.
“La situación va a estallar”, pronostica Antonio Masa, presidente de la plataforma contra el robo de aceitunas en Navalvillar. “La Guardia Civil los detiene, les quita la mercancía y después los sueltan. No les hacen nada más”, afirman “impotentes” David y Francisco, agricultores de 35 y 32 años, mientras recorren con su coche los caminos rurales del municipio. Escudriñan cada terreno en busca de sospechosos. Como muchos del pueblo, rechazan que se revelen más datos de ellos por temor a posibles represalias. Es lo que ocurrió en La Nava de Santiago (Badajoz), de 1.000 habitantes.
“Vinieron a matarme”
La vieja furgoneta gris se le cruzó en mitad de la carretera a las seis menos cuarto de la tarde del 7 de enero. “Era jueves”, recuerda Pedro (nombre ficticio), que no olvida cómo salieron del vehículo “unas 10 personas”, le golpearon “con palos” en la cabeza y le metieron a la fuerza en el automóvil. “No sé adónde me llevaban. Pero vinieron con la idea de matarme”, sentencia este jornalero de 51 años dedicado en las últimas semanas a vigilar los olivares del pueblo.“En mayo de 2013, ante el repunte de delitos en estas fincas, el Gobierno puso en marcha los equipos ROCA [acrónimo de robos en el campo] de la Guardia Civil”, dice Interior. Una medida insuficiente, según los agricultores, que se reunieron hace 10 días con el Ejecutivo autónomo y la Delegación de Gobierno. Pidieron más agentes y el cierre de los puestos donde se vende lo robado. “También hay particulares que compran las aceitunas a un precio bajísimo y las entregan como si fueran suyas a precio de mercado”, relata Valentín, que participa en las patrullas de Navalvillar. La creación de estos grupos también se planteó en La Nava tras la agresión a Pedro. “Pedí a los vecinos que no lo hicieran, la cosa estaba muy caldeada”, comenta el alcalde, Emiliano Cortés. Habla de impotencia y miedo.
Pedro, por ejemplo, que apenas dos horas antes del incidente había expulsado de las fincas a un grupo de ladrones, aún no duerme tranquilo. Le rompieron la nariz y sufrió un derrame en un oído. “Me puse en lo peor cuando me metieron en la furgoneta. Si solo hubieran querido darme una paliza, me habrían dejado allí mismo. Pero ¿adónde me llevaban? ¿Querían matarme y dejarme tirado en una cuneta?”.
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