27 de julio de 2015
VERDURAS DE AYER Y MAÑANA EN BUSCA DE LA SEMILLA PERDIDA
Lleva 25 años recuperando semillas perdidas. Y tan feliz. JORDI LUQUE
EN
BUSCA DE LA SEMILLA PERDIDA
Pep Salsetes lleva 25 años buscando y
recuperando semillas antiguas de hortalizas. Gracias al trabajo de personas
como él, hoy podemos comer las mismas judías, tomates o coles que comían
nuestros abuelos.
A mediados del siglo XX la llamada
Revolución Verde cambió la forma de cultivar la tierra a nivel mundial. El uso
de plaguicidas, fertilizantes y semillas adaptadas a estos productos, que antes
no existían o apenas se empleaban, incrementó de forma espectacular la
productividad del campo. Los impulsores de esta revolución perseguían el noble
objetivo de combatir el hambre y abaratar los alimentos pero no contaron con
algunos efectos secundarios, como la progresiva desaparición de las semillas
tradicionales, de menor rendimiento que las nuevas.
Décadas después –en países como
Alemania, Italia e Inglaterra– aparecieron grupos dedicados a conservar
semillas prácticamente dadas por perdidas. Aquí, uno de los pioneros fue Josep
Sabatés.
Más conocido como Pep Salsetes
–“salsitas”, en catalán, en referencia a su anterior profesión de cocinero–,
hace 25 años empezó a recorrer la comarca en la que vive (Vallès Oriental,
Barcelona) en busca de semillas olvidadas. “Empecé por respeto a nuestros
antepasados y a la biodiversidad”, recuerda. “Las semillas antiguas son como
los cimientos de una casa, sin ellas no se puede hacer nada, ni siquiera
semillas transgénicas”.
Hizo una labor de hormiguita,
recorriendo los distintos mercados de su territorio para ganarse la confianza
de los pocos payeses que resistieron la industrialización agrícola y
conservaron las semillas de sus antecesores. “Iba a un mercado, preguntaba y
tiraba del hilo”: con su paciente investigación de campo se han recuperado
variedades vinculadas con quien las cultivaba, como el tomate pometa de Lluis
Vila, o con la fecha en la que se consumían, como el brócoli azul de Santa
Teresa. “Con el agua de su cocción se hacían las ‘sopas escaldadas’ así que,
además de recuperar la planta, también se recuperó una receta”, afirma Sabatés.
AMPLIAR
FOTODe arriba abajo y
de izquierda a derecha: Pometa Lluis Vila, Cor de Bou, Cirerol, De Colgar, Pare
Benet y Montserrat Ple.JORDI LUQUE
Asegura que el suyo ha sido un trabajo
emocionante a mucho niveles. “Me regalaron unas semillas encontradas en una
casa abandonada. Llevarían por lo menos 30 años guardadas en un botecito y
parecía imposible que germinasen". Sorprendentemente, los sucesivos cambios
de clima hicieron el vacío y las conservaron. "Son unas judías
normalillas, pero es un milagro que nacieran”, sonríe.
Pep
Salsetes forma parte del Banc de Llavors del
Vallès Oriental,
un proyecto adscrito a laXarxa de Graners de Catalunya, organismo que reúne a los distintos grupos de
recuperación de simiente catalanes. “Somos una cadena de transmisión ente la
gente mayor que nos contó cuándo y cómo se comían estas verduras y los jóvenes
que las cultivan hoy en día”. Y es que más allá de considerar el retorno a lo
auténtico una moda pasajera, Salsetes piensa que “la gente se da cuenta de que
el futuro pasa por los productos recuperados”.
Pero, ¿qué sentido tiene, más allá del
arrebato romántico, recuperar semillas que producen poco alimento? “Hoy en día,
entre congeladores e invernaderos, el calendario y el origen no tienen ninguna
importancia, pero la soberanía alimentaria es vital: que los consumidores
puedan controlar qué consumen, de dónde viene, cómo ha sido cultivado o si
lleva pesticidas”, dice Pep Salsetes. A continuación, reflexiona que “cada
época tiene sus cosas y se empieza a cocinar en los huertos y en los mercados.
La vida de las personas depende de ello”.
Sólo en el Vallès Oriental, se han recuperado ya
más de 120 especies de hortalizas perdidas. Las judías, con 32 variedades, se
llevan la palma; les siguen los tomates (19) y las coles (6). Pero esta comarca
no es el único lugar de la península donde se está trabajando en este sentido.
Madrid, la Comunidad Valenciana, Euskadi y Andalucía también están por la labor
de recuperar un patrimonio que es de todos y que, hasta hace poco, estuvimos a
punto de perder.
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