24 de julio de 2015

El Apóstol Santiago en el banquillo de los acusados

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Antecedentes doctrinales

Parte I


Una nueva mentalidad y una nueva doctrina

pretenden conciliar los antagonismos

más contradictorios 

·       ¿Pueden caer las barreras entre la verdad y el error, el bien y el mal, lo bello y lo horrendo? - El amortiguamiento del principio de contradicción en la raíz de la desconcertante apatía que hoy domina a la opinión pública.
·       Una nueva ideología que devora por dentro a todas las demás y que condiciona a fondo la España actual.
·       El pueblo español inducido a volverse contra su propia identidad histórica.

Capítulo 3 - 1er. parte


Los héroes de nuestra Historia en la picota


La difusión del ecumenismo, ya sea en sus formas doctrinales, ya sea como mentalidad o hábito social, está creando en un número cada vez mayor de españoles un complejo de inferioridad con relación a nuestra propia Historia. Primero el protestantismo, después la ilustración, y más tarde el laicismo liberal, dentro y fuera de España, pretendieron denigrar los episodios históricos en los cuales se manifestó claramente la catolicidad militante del pueblo español. Fue así como surgió la Leyenda Negra*.

* Julián Marías, en su España inteligible resalta la singularidad y el carácter sistemático de la Leyenda Negra que comenzó a difundirse contra España cuando ésta se convirtió en el principal baluarte de la Iglesia y de la Cristiandad: “La ignorancia —dice— el mero error no bastan para explicar la movilización de esa nueva etapa de la leyenda negra. ¿Cuáles fueron los motivos de que una fracción decisiva de Europa emprendiera una insidiosa y tenaz acción frente a una España excepcionalmente decorosa, razonablemente próspera y nada amenazadora? (...) España era en el siglo XVIII ‘una enorme inercia cruzada por corrientes críticas'. Esa enorme inercia, que se desperezaba armoniosamente y se incorporaba a nuevas formas, era el gran obstáculo. ¿A qué? —se preguntará—. A ese proceso revolucionario iniciado en Francia y extendido por casi toda Europa. (...) La realidad de España, a pesar del desdén con que se la mira, es inmensa; todavía sigue siendo la Monarquía más extensa del mundo. (...) No hace nada en medio de la crisis revolucionaria que se difunde por Europa; solamente estar. Los promotores de la transformación radical, de la eliminación del cristianismo, se encuentran con una sociedad que sigue siendo, casi íntegramente, cristiana. (...) Mientras España permanezca intacta (...) la revolución no podrá triunfar definitivamente en Europa” (Julián MARÍAS, España inteligible, pp.301-303).
El héroe, ¿atrapado ente el Quijote y Sancho Panza?
Al margen de la Leyenda Negra, podría hacerse una investigación de cómo influyeron en nuestra Historia las tendencias y corrientes a favor y en contra del heroísmo hispánico nacido de la Fe. Ya en el enfrentamiento de Don Pelayo con el obispo Don Opas en Covadonga  podemos ver de un modo paradigmático esas dos tendencias. A lo largo de los ocho siglos de la Reconquista, se repite este enfrentamiento entre el heroísmo desinteresado y la acomodación egoísta y pusilánime.
La tendencia que se levanta contra lo más característico de nuestra grandeza —el heroísmo— ha entrado constantemente en escena desde el Renacimiento, a propósito de las interpretaciones dadas a la obra del genio de Cervantes, El Quijote. El caballero de la triste figura y Sancho Panza, su escudero, han representado y siguen representando para muchos dos dimensiones del alma española: una heroica e idealista, pero alumbrada, ridícula y destinada al fracaso; otra egoísta y pusilánime, pero llena de sentido común, realismo y equilibrio.
De hecho, la dimensión heroica de nuestro pueblo nada tiene de quimérica, ni de ridículamente visionaria; ni su sentido común o su realismo, de egoísta y pusilánime.
El heroísmo de nuestras gentes nace de una noción muy lúcida de la vida y de la realidad, considerada a la luz de la Fe. El héroe español no se olvida de las tristes consecuencias del pecado original. La lucha en sus diversas formas, el sacrificio, el dolor e incluso el holocausto, enfrentados con serena hidalguía, no le causan pavor ni sorpresa cuando la conciencia del deber se lo pide. Así, ni el héroe español es quijotesco ni su sentido común lo transforma necesariamente en Sancho Panza.
Respecto a la diversidad de interpretaciones dadas a la obra de Cervantes, encontramos un ejemplo ilustrativo en una edición del "Ingenioso Hidalgo" publicada por la editorial Sopena. En el prólogo de la misma, A. Herrero Miguel transcribe el siguiente trecho del poeta alemán del siglo XIX Enrique Heine:"¿Qué pensamiento fundamental condujo al gran Cervantes a escribir su gran libro? ¿Se propuso solamente la ruina de los libros de caballerías, cuya lectura en España prevalecía en su tiempo tan obstinada hasta el punto de ser impotentes contra ella las disposiciones eclesiásticas y civiles, o quiso ridiculizar todas las representaciones de la exaltación humana en general, y particularmente el heroísmo de los que todo lo esperan del valor de su espada? Evidentemente, tuvo por Objeto exteriorizar en una sátira todos los absurdos de dichas novelas, para universal rechifla y ocaso de las mismas. Y esto lo consiguió de una manera brillante, pues ni lo que las exhortaciones desde el pulpito, ni las amenazas cancillerescas pudieron lograr, lo realizó la aislada pluma de un pobre escritor. Arruinó tan fundamental y completamente los libros de caballerías, que poco después de la aparición de [Don Quijote] se extinguió el gusto por aquellos libros en toda España y no se volvió a imprimir ninguno. Pero la pluma del genio es más grande que él mismo, va siempre más lejos que sus intenciones momentáneas y sin que tuviese clara conciencia de ello, escribió Cervantes la mayor sátira contra la exaltación humana" (Miguel de Cervantes Saavedra, El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, Ed. Ramón Sopeña, prólogo de A. Herrero Miguel, Barcelona, 1966, pp. 21-22).
Para precisar en qué consiste la Leyenda Negra el historiador recurre a Julián Juderías, autor de un libro específico sobre el tema escrito en 1914: “Por leyenda negra entendemos el ambiente creado por los fantásticos relatos que acerca de nuestra Patria han visto la luz pública en casi todos los países; las descripciones grotescas que se han hecho siempre del carácter de los españoles (...) la negación, o por lo menos, la ignorancia sistemática de cuanto nos es favorable y honroso (...) las acusaciones que en todo tiempo se han lanzado contra España, fundándose para ello en hechos exagerados, mal interpretados o falsos en su totalidad” (ib., p. 200).
Sobre la organización y los métodos utilizados para difundir la Leyenda Negra véanse las páginas 202-209 y 296-301 de la referida obra.
De la influencia de la Leyenda Negra en España dice Julián Marías:“La Leyenda Negra introduce una vacilación en la mente de los españoles que tuvieron la responsabilidad de orientar e interpretar la configuración de España y su argumento en la historia. Hasta entonces se habían sentido identificados con él, lo habían formulado con espontaneidad y sencillez, y ese proyecto había funcionado como una creencia básica para el conjunto del pueblo español”(ib., p. 210).
*   *   *
El talento literario de Ramiro de Maeztu expresa, en una elocuente oración a Nuestro Señor Jesucristo, esta misma realidad:
“Durante los siglos de grandeza no dejamos de proclamar un día que nuestra fortaleza estaba en Ti, que eres Tú nuestro refugio y nuestro libertador, y las calumnias de nuestros enemigos se estrellaron contra nuestros pechos, henchidos por la Fe.
“Dejaron de servirte nuestros gobernantes, y todo lo perdimos.” Y el poeta describe lo que le parece un merecido castigo divino: “Nos pusiste por oprobio de nuestros enemigos, por escarnio y burla de los que nos rodean; mostraste a tu pueblo cosas duras, dístenos a beber el vino de la compunción y al fin nos creímos las calumnias de nuestros enemigos, envidiosos de nuestra grandeza, con lo que el alma se nos envenenó” (Salmos de Españaapud “Iglesia Mundo”, N° 305-306, octubre 1985, pp. 2-3).

Sin embargo, aquello que no consiguieron de modo eficaz los enemigos de la España católica en el pasado, lo estálogrando hoy ampliamente el ambiente creado por el ecumenismo. En efecto, cuando una gran parte de las clases dirigentes, y de los que accionan las palancas decisivas de la información, se mueven con mayor o menor ímpetu en el rumbo trazado por el ecumenismo, no es de extrañar que tiendan a volverse incomprensibles las grandes figuras que marcaron nuestra Historia. Un pueblo sin principios y con una tendencia cada vez mayor hacia lo trivial, quedará a merced del único criterio de certezas —¡cuán relativo!— que elecumenismo le deja: la consonancia casi instintiva con lo que cree ser la orientación irresistible de la mayoría. Es el consenso transformado en ídolo ante el cual todo se sacrifica.
Este es el criterio supremo e inapelable con el que están siendo sometidos a proceso los héroes de nuestra Historia. Arrancados del contexto en que vivieron los van llevando denigrados, deformados, inexplicables ante el jurado de los hombres de buena voluntad.
Vamos a considerar el problema como fenómeno de opinión pública. No estamos escribiendo un manual de Historia. No es el momento, pues, de deslindar críticamente la autenticidad de ciertos acontecimientos o pormenores en la vida de los héroes procesados por el ecumenismo. Se trata, en realidad, de verlos tal como quedaron grabados en lo que se ha dado en llamar memoria colectiva del pueblo. Es decir, esas personalidades excepcionales encarnaron doctrinas, ideales, modos de ser y estilos de vida que la tradición fue guardando como ejemplos característicos de la hispanidad; puntos de referencia y de unión entre los españoles de todas las épocas y de todas las Españas*.

* A esos héroes se refiere con su clásica maestría Menéndez y Pelayo en su Historia de los Heterodoxos Españoles: “Nada parecía ni resultaba imposible: la fe de aquellos hombres, que parecían guarnecidos de triple lámina de bronce, era la fe, que mueve de su lugar las montañas. Por eso en los arcanos de Dios les estaba guardado el hacer sonar la palabra de Cristo en las más bárbaras gentilidades; el hundir en el Golfo de Corinto las soberbias naves del tirano de Grecia, y salvar, por ministerio del joven de Austria, la Europa occidental del segundo y postrer amago del islamismo; el romper las huestes luteranas en las marismas bátavas con la espada en la boca y el agua a la cinta y el entregar a la Iglesia Romana cien pueblos por cada uno que le arrebataba la herejía.
“España, evangelizadora de la mitad del orbe; España, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio...; esa es nuestra grandeza y nuestra unidad; no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los arévacos y de los vectones o de los reyes de taifas” (p. 1194).

Aquello que no consiguieron los enemigos de la España católica, lo está logrando hoy ampliamente el ambiente creado por elecumenismorelativista: arrancados del contexto en que vivieron, denigrados, deformados, inexplicables, están siendo procesados, uno a uno, los mayores héroes de nuestra Historia.
Tumba de Don Juan de Austria. Panteón Real. Monasterio de El Escorial.
Disociarse de los prototipos históricos que hicieron brillar la nota hispánica de afirmación católica militante, es el objetivo delecumenismoideológico de sectores dirigentes, que arrastran por ese camino a las masas sin ideología.
El ecumenismono podrá consolidarse, ni el español abandonará la casa paterna como el hijo pródigo, mientras conserve los recuerdos entrañables de sus grandezas, esplendores y afabilidades.
Ninguna gloria de nuestro pasado será perdonada.

I — El Apóstol Santiago en el banquillo de los acusados


¿Cómo podrá, por ejemplo, conservarse incólume en una España ecuménica la devoción a Santiago Apóstol? Trae demasiadas reminiscencias de la vocación providencial de España, bendecida desde sus albores por la propia Madre de Dios en el Pilar.
Santiago Patrón de España, Santiago Matamoros, es el mismo símbolo de la catolicidad militante de un pueblo que, después de luchar ocho largos siglos para reconquistar su territorio a los infieles, tuvo espíritu de Fe y encontró en su alma recursos suficientes para lanzarse a los mares y dar un continente nuevo a la Iglesia y a la Cristiandad. Símbolo válido para todas las épocas de nuestra Historia.
No se trata de una mera cristalización mítica y efímera de los instintos guerreros de una época. Es una devoción modelada por la gracia en el interior de las almas a lo largo de los siglos, reconocida por elsensus fidei del pueblo católico y estimulada con las más altas aprobaciones eclesiásticas. Son numerosos, además, los documentos de comprobada autenticidad que relatan los milagros y apariciones del Apóstol de España interviniendo en momentos decisivos tanto en las luchas de la Reconquista como en la epopeya de América. Una de las apariciones más célebres —perpetuada en el lugar por una capilla y por un antiquísimo bajorrelieve en piedra de la catedral compostelana— fue la de la batalla de Clavijo, en la que Santiago dio la victoria a los ejércitos de Ramiro I sobre los de Abderrhamán, emir de Córdoba*.

* Quien desee conocer un resumen de los argumentos aducidos por historiadores respecto de este episodio, en favor de cuya autenticidad se pronunció el mismo Papa Benedicto XIV, tras detenido examen del asunto, puede leer la voz Clavijo de la Enciclopedia Universal Ilustrada, Espasa-Calpe.

Apariciones de Santiago en Hispanoamérica
Por ser menos conocidas entre nosotros las apariciones del Apóstol Santiago durante la conquista de América, transcribimos a título ilustrativo, el interesante relato del famoso historiador del Perú, Inca Garcilaso de la Vega, sobre la aparición del Apóstol, recordada en una lápida fijada en la pared externa de la Capilla del Triunfo, situada en la plaza de Armas de Cuzco, al lado izquierdo de la Catedral. En la misma capilla hay un cuadro que representa el momento en que la Virgen, teniendo a su diestra al Apóstol Santiago y a su izquierda al profeta Elías, bajó a proteger a los españoles que se encontraban en trance de muerte (Cfr. Cuzco in Enciclopedia Universal Ilustrada, Espasa-Calpe).
Doscientos españoles —dice El Inca Garcilaso de la Vega— fueron cercados en el Cuzco por doscientos mil indios durante ocho meses. Viéndose en situación tan difícil, resolvieron morir peleando todos en un día en vez de aguardar la muerte por hambre o por heridas. Después de confesarse e invocar a los santos de su devoción, salieron al amanecer dispuestos a morir como valientes cristianos. Así describe Garcilaso lo que sucedió en la batalla:"Arremetieron a los indios, llamando a grandes voces el nombre de la Virgen y el de su defensor Apóstol Santiago. (...) Al cabo de cinco horas que assí peleavan, se sintieron los fieles cansados, y sus cavallos andavan ya desalentados. (...) A esta hora y en tal necesidad, fué Nuestro Señor servido favorescer a sus fieles con la presencia del bienaventurado Apóstol Santiago, patrón de España, que apareció visiblemente delante los españoles que lo vieron ellos y los indios encima de un hermoso cavallo blanco, embraçada una adarga, y en ella su divisa de la orden militar, y en la mano derecha una espada que parescía relámpago, según el resplandor que echava de sí. Los indios se espantaron al ver el nuevo cavallero, y unos a otros descían: 'Quién es aquel Viracocha que tiene la illapa en la mano' (que significa relámpago, trueno y rayo). Dondequiera que el sancto acometía, huían los infieles como perdidos y desatinados ahógavanse unos a otros huyendo de aquella maravilla. (...) Con lo cual los españoles se esforçaron y pelearon de nuevo, y mataron ¡numerables enemigos, sin que pudiessen defenderse, y los indios acobardaron de manera que huyeron a más no poder y desampararon la pelea.” (GARCILASO DE LA VEGA, Historia General del Perú, T.1, p. 177).
Veamos ahora algunos ejemplos que ilustran como esta devoción, que está en el centro de la historia del catolicismo español, es sistemáticamente demolida.
Un conocido sacerdote, el P. José María Javierre, sugiere bajar al apóstol del caballo, quitarle las vestimentas de guerrero, su espada y su estandarte, para ponerlo al día con “la voz de los tiempos”:“Convertir al señor Santiago en un ciudadano normal que anda por las calles con su traje bien cortado. Un Santiago dispuesto a trabajar en la oficina y a votar cuando sea necesario.”[1]
En un tristemente célebre libro de comicssobre el Evangelio, de sabor blasfemo —para decir poco— otro sacerdote fue bastante más lejos satirizando la referida devoción, junto con la de otros apóstoles.[2]
El Gobierno socialista, sintiendo el terreno suficientemente abonado, suprimió la obligatoriedad de la celebración de la fiesta multisecular del Apóstol. La mayoría de las comunidades autónomas ya la han eliminado de su calendario oficial*.
El fin del proceso ha sido caricaturizado por un periódico madrileño: el Patrón de España, en trajes de peregrino, abandona la Península...[3]**.

* Un real decreto del Ministerio de Trabajo, publicado por el BOE el 29 de julio de 1983, incluyó la festividad del Patrón de España entre las fiestas optativas del calendario laboral, dando así a las comunidades autónomas la oportunidad de sustituirla por alguna fiesta cívica local. Pocos meses después, en Valencia, el
El Apóstol Santiago en el banquillo de los acusados
Pe. José M. Javierre S. J.








La devoción a Santiago Apóstol -símbolo de la catolicidad militante- es sistemáticamente demolida.
El conocido sacerdote jesuita José María Javierre, sugiere bajar al Apóstol del caballo, quitarle las vestimentas de guerrero, su espada y su estandarte, para ponerle al día con "la voz de los tiempos":"Convertir al señor Santiago en un ciudadano normal que anda por las calles con su traje bien cortado. Un Santiago dispuesto a trabajar en la oficina y a votar cuando sea necesario".
Otros han ido más lejos y no dudan en blasfemar contra el Apóstol de España.
Por su parte, el Gobierno socialista, sintiendo el terreno abonado, suprimió la obligatoriedad de la celebración de la fiesta multisecular del Apóstol. Varias autonomías la han eliminado ya del calendario oficial (En el mapa: señaladas en gris).
Pleno del Consejo sustituía la fiesta de Santiago por la del 9 de octubre, conmemoración de la reconquista de la ciudad por el Rey Jaime I de Aragón. También el Gobierno regional de Castilla-La Mancha la cambió, en este caso por el 31 de mayo, aniversario de la constitución de las primeras Cortes castellano-manchegas. Cataluña y Murcia dejaron de conmemorar la festividad del Apóstol a partir de 1984, Andalucía la sustituía por el 28 de febrero, día de Andalucía; Aragón por el 23 de abril, día de Aragón; Asturias por el 8 de septiembre, día de Asturias; Castilla-León por el 23 de Abril, día de Castilla-León; Extremadura por el 8 de septiembre, día de Extremadura; Madrid por el 2 de mayo, día de la comunidad de Madrid (Datos facilitados por el Ministerio de Administración Territorial. Ver también “ ABC”, 23-10-83 y “El Alcázar”, 30-7-1983, 30-10-1983 y 25-7-1984). Tampoco se celebra ya en las Vascongadas (cfr. “Siempre p'alante”, 21-7-1984, p. 7).

** No es de extrañar, pues, que TVE, en un programa del 28 de julio de 1986, de la serie La España herética se haya referido despectivamente al “mito del Apóstol Santiago” en medio de informaciones inexactas y errores sobre la historia de la Iglesia. El mismo programa enaltecía al hereje Prisciliano, presentado como héroe popular y precursor del nacionalismo gallego (cfr. “ABC”, 8-8-1986).



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