23 de marzo de 2016

EDITORIAL - EL PAIS - Europa, unida contra el desafío terrorista

Europa, unida contra el desafío terrorista

El brutal atentado yihadista de Bruselas exige una respuesta común de la UE


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Despliegue policial en Bruselas tras los atentados del 22 de marzo. REUTERS
El autodenominado Estado Islámico (ISIS, en sus siglas en inglés) volvió ayer a asestar un durísimo golpe en el mismo corazón de Europa. El doble atentado yihadista perpetrado en Bruselas, que ha causado al menos 30 muertos y decenas de heridos, no supone un atentado más en una de las capitales europeas (como los de París, Londres o Madrid), sino un auténtico desafío a las instituciones de la Unión Europea y, por lo tanto, a todos sus ciudadanos que pueden ser víctimas de la violencia en cualquier momento.

Este reto exige una respuesta común de todos los Estados miembros que incluya medidas de carácter político, militar, policial y de inteligencia. Si el viejo continente quiere ganar la guerra al terrorismo yihadista debe superar las actuaciones nacionales y poner en marcha un auténtico plan europeo que haga frente al mayor desafío —junto al de la inmigración— que tiene por delante. No hay que olvidar, además, que los refugiados que llegan a Europa huyen de los mismos terroristas que atacan nuestras ciudades.

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En noviembre pasado, tras la matanza de París, el Gobierno francés renunció a solicitar la activación de la cláusula de solidaridad prevista en el artículo 222 del Tratado de la UE, que hubiera implicado una respuesta colectiva y coordinada por parte de la Unión. Por el contrario, prefirió actuar en solitario, amparándose en el artículo 42, que situaba la respuesta en el plano intergubernamental y fuera de las instituciones europeas.

Cuatro meses después esa decisión se ha demostrado errónea, teniendo en cuenta que es probable que los terroristas que actuaron en Bruselas formaron en parte de los mismos comandos que asesinaron en París. Ni uno ni otro atentado buscaban atacar a una ciudad o a un país, sino a un grupo de Estados que han creado un modelo de civilización libre, próspero, solidario y tolerante con todas las culturas.
No estamos hablando de lobos solitarios ni de grupos marginales, sino de jóvenes europeos radicalizados que odian ese modelo y están dispuestos a matar y morir en una guerra sin cuartel. Son comandos bien organizados, con apoyos locales y formación en la guerra en Siria o en algunos países de África.


La inseguridad, la crisis de asilo y refugio y el auge populista pueden destruir el espíritu europeo
Europa se enfrenta a un desafío enorme y muy delicado, al que los Estados miembros no se pueden enfrentar de forma individual. Es necesario abordarlo en común para evitar que los errores claros en la inteligencia de determinados países permitan nuevos atentados de este tipo.

La respuesta exige, en primer lugar, un gran acuerdo político de las instituciones y de todos los países para actuar de forma coordinada. Hace tiempo que la UE no tiene fronteras internas (aunque en los últimos meses se hayan cerrado por la crisis de los refugiados) y es imprescindible buscar respuestas europeas, porque la inseguridad terrorista, combinada con la crisis de asilo y refugio —y el auge de los populismos—, puede llevarse por delante el espíritu que hizo grande a Europa.

El desafío requiere también medidas comunes en el terreno militar, policial y de inteligencia. Hay que actuar militarmente contra el ISIS, cuando y como se pueda (y con el apoyo de las otras potencias mundiales y de los países árabes afectados), y policialmente contra los comandos que esperan su momento para matar. Pero, sobre todo, hay que perfeccionar los sistemas de inteligencia y definir las reglas del juego en la UE para investigar a los miles de ciudadanos potencialmente peligrosos: sin violar el principio de presunción de inocencia, pero sin pecar de inocentes y atarnos las manos a la espalda cuando toda Europa se enfrenta a una amenaza clara y rotunda.

Gracias al proyecto europeo de integración, varias generaciones de ciudadanos no han conocido la guerra. Pero sí han conocido y sufrido el terrorismo, y van a tener que vivir bajo su terrible amenaza durante mucho tiempo. Es el signo de nuestra era. No se trata de abrir un debate nominalista sobre si estamos en guerra o no: lo importante es tener claro que ante un nuevo modelo de terrorismo, salvaje y e indiscriminado, no son suficientes las viejas respuestas militares ni policiales.

En España, la práctica totalidad de los partidos ha sabido responder con unidad, dejando a un lado las luchas ideológicas o preelectorales, en línea con los acuerdos contra el terrorismo yihadista firmados en los últimos meses. Podemos está al margen de ese gran pacto y debería darse cuenta de que de nada sirven los mensajes de solidaridad cuando se mantiene como mero observador en una lucha en la que hay que comprometerse

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