6 de marzo de 2016
Un análisis interactivo de Destaque Internacional - Gonzalo Guimaraens: El “redentor” Lula, la joven Yasmin y la indignación
Un análisis interactivo de Destaque Internacional.
Sábado 05 de marzo de 2016.
El “redentor” Lula, la joven
Yasmin y la indignación
Editor: Gonzalo Guimaraens
¿En qué medida se estará dando
en Brasil, con relación al tema de la corrupción, un análogo desgaste al que se
estaría produciendo en Rio de Janeiro con los asaltos? No es fácil responder.
De cualquier manera, si la indignación con relación a la corrupción se desgasta
y pasa a declinar, podrá quedar abierta una puerta psicológica para el retorno
político del demiurgo Lula.
1. En Brasil, la detención por algunas horas del ex presidente
Lula, para someterlo a un interrogatorio policial obligatorio por
sospecha de conexiones con una gigantesca cadena de corrupción, colocó en la
mira a uno de los más publicitados íconos de la izquierda latinoamericana.
2. Lula, presidente del Brasil durante dos períodos, con la ayuda de
experimentados especialistas de marketing fue creando la imagen de un hombre
sencillo, honesto y humilde, que se hizo desde abajo; y continuó siendo modelado
publicitariamente como una especie de “redentor” de los pobres brasileños, así
como la princesa Isabel pasó a la Historia brasileña como la redentora de los
esclavos.
3. Poco después de la detención de Lula, puñados de partidarios se
agolparon frente al aeropuerto de Congonhas, donde se produjo el
interrogatorio, delante de su residencia y también frente al Instituto Lula,
una especie de “think tank” lulista, pasando a agredir a puñetazos y puntapiés
a los transeúntes que osaban manifestar la más mínima censura al ex
presidente. Pero muy pronto, como por arte de telepatía, los lulistas
pasaron de las agresiones violentas a la defensa de Lula como un
perseguido político y como una víctima inocente de la “oligarquía” empresarial
(el mismo empresariado con el cual se alió y que lo sustentó en el poder
durante sus dos mandatos presidenciales).
4. La impresión que se tiene es que el guión de “víctima” ya estaba
previamente preparado por Lula y por su equipo de marketing, a la espera de su
detención. El propio Lula, en declaraciones a la prensa después de su
interrogatorio, lloriqueó bastante, reforzando ese papel de víctima expiatoria;
y reveló su intención política cuando se ofreció como candidato presidencial en
las elecciones de 2018. Acto seguido, se presentó con singular “modestia”
como el mejor presidente de la historia del Brasil; y, como si este autoelogio
le hubiera parecido insuficiente, añadió que en nivel mundial fue el
mejor mandatario del comienzo del siglo XXI.
5. En Brasil, desde hace un tiempo se constata, en las investigaciones
cuantitativas y en los termómetros callejeros, altos índices de rechazo al ex
presidente Lula y a su ahijada política, la actual presidenta Dilma Rousseff,
aunque en las últimas investigaciones antes de la detención de Lula se
haya detectado una leve disminución de ese rechazo. No se sabe todavía si esa
disminución del rechazo a Lula y a la presidenta Dilma sería algo
circunstancial o si indicaría una tendencia que pueda acentuarse. Por
otro lado, poco o casi nada se habla públicamente sobre los resultados de las
investigaciones cualitativas que realizan paralelamente las mismas empresas de
opinión pública. Ese tipo de investigación es mucho más profundo porque mide no
solamente el sí, el no o el tal vez de los entrevistados, sino que evalúa en
las fibras más internas de la población la intensidad de las reacciones, o la
falta de ellas; y analizan las motivaciones reales que posicionan a las
personas a favor o contra determinados líderes.
6. Muy pocos tienen acceso a esos resultados de investigaciones
cualitativas, que se mantienen como privilegiadas informaciones de ciertos
“laboratorios sociales”. De cualquier manera, antes de la detención de Lula se
constataba cierto desgaste, cansancio, reflujo y acostumbramiento de sectores
de la población con relación al tema de la corrupción. Y también se
percibía una consecuente declinación de la intensidad de las
indignaciones, que fueron quedando restrictas y hasta confinadas en sectores
todavía amplios, si se considera la dimensión del gigante brasileño, pero tal
vez ya minoritarios.
7. Los mecanismos de desgaste de la intensidad
de la indignación merecen estudios específicos. Recientemente, en Rio de
Janeiro, una joven empresaria de la moda, Yasmin Brunet, fue asaltada en la
rambla de Ipanema, uno de los puntos más simbólicos y considerados más seguros
de la orla marítima de esa ciudad. En declaraciones reproducidas por el
periódico “O Globo”, la joven Yasmin, con notable percepción, describió los
movimientos en cámara lenta que se dieron en su mente durante y después del
asalto, destacando la naturalidad con que ella tomó el hecho de ser robada y la
incapacidad de indignarse que percibió en sí misma: “¿Hasta qué punto llegaron
las cosas para que una víctima acepte con naturalidad que alguien robe
sus pertenencias? El asaltante me robó y hasta me machucó, pero no
conseguí indignarme”, dijo la joven empresaria, que añadió: “Tal vez por el
hecho de vivir en Rio de Janeiro, uno ya espera que pueda ser víctima de
un asalto; entonces, eso deja de producir conmoción”.
8. ¿En qué medida se estará dando en Brasil, con
relación al tema de la corrupción, un análogo desgaste al que se estaría
produciendo en Rio de Janeiro con los asaltos? No es fácil responder. De
cualquier manera, el tema de la indignación es clave para el futuro de esa gran
nación. En efecto, si la indignación con relación a la corrupción se desgasta y
pasa a declinar, podrá quedar abierta una puerta psicológica para el retorno
político del demiurgo Lula y para un eventual fortalecimiento de su
izquierdista Partido de los Trabajadores.
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