Las manifestaciones del 13 de marzo en todo Brasil, contra el gobierno populista-izquierdista del Partido de los Trabajadores (PT), el ex presidente Lula y la actual presidente Dilma Rousseff fueron las mayores protestas políticas de la historia de ese gigantesco país, según la agencia DataFolha.
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En São Paulo, DataFolha calculó 500 mil participantes, mientras que los organizadores, basados en una tecnología que capta señales de celulares existentes en determinados perímetros, afirmaron que hubo más de 1 millón.
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Impresionaba y hasta emocionaba ver entre los manifestantes a familias enteras, incluyendo a bebés de pocas semanas de vida, llevados por sus padres en cochecitos, hasta ancianos y ancianas con serias dificultades de locomoción, que no quisieron dejar de participar en las manifestaciones contra el gobierno populista-izquierdista brasileño.
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El común denominador de los manifestantes parecía ser una mezcla de rabia y frustración que se fue gestando y acumulando durante los últimos años, cuando la situación económica del país se deterioró paulatinamente por causa de las políticas económicas populistas-socialistas del gobernante Partido de los Trabajadores. Una rabia que alcanzó un auge en las últimas semanas, cuando la Justicia comenzó a investigar conexiones entre los gigantescos casos de corrupción gubernamental con las propias barbas del aparentemente incorruptible ex presidente Lula, un ícono de las izquierdas del mundo entero.
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Además de la rabia y la frustración, exteriorizada con eslóganes y silbatos ¿qué otros trazos de unión habría entre los manifestantes? Es difícil decirlo, y habrá que esperar los resultados de las encuestas que diversos institutos de opinión pública hicieron entre los asistentes a las manifestaciones de las principales capitales. A primera vista, no parece que los principios antisocialistas estuvieran muy presentes en esas multitudes. Si así fuera, y los institutos de investigaciones de opinión pública podrán confirmarlo o desmentirlo, ese es un punto que debe ser tenido en cuenta si se desea interpretar las gigantescas manifestaciones de hoy, para trazar pronósticos políticos.
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Otra pregunta que podría hacerse dice respecto al eventual porcentaje de manifestantes que haya llegado a dar su voto, en alguna elección, al Partido de los Trabajadores (PT) y a los dos presidentes pertenecientes a ese partido, Lula y Dilma, que fueron electos. La pregunta tiene su razón de ser por el hecho de que la tónica de las críticas contra el gobierno ha sido hasta hoy casi exclusivamente sobre la corrupción y no sobre la ideología socialista de los gobiernos del PT, la principal causante del desastre actual. Se trata de un silencio sobre un tema fundamental que deja con la pulga detrás de la oreja.
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Finalmente, otra pregunta delicada que podría hacerse es respecto al eventual apoyo electoral, entre los manifestantes antigubernamentales y entre los opositores en general, a ciertas figuras populistas que puedan presentarse como “conservadoras” y que tal vez surjan en el escenario brasileño. Figuras que podrían seguir la huella del populismo presentado como de “derecha” que se extiende por varios países de Europa y que también ha llegado a los Estados Unidos, en un preocupante movimiento pendular que podría arrastrar a cierto número de incautos.
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