9 de diciembre de 2014
La fuga en un oleoducto causa el peor accidente medioambiental de Israel
CARMEN RENGEL Jerusalén 8 DIC 2014 - 21:14 CET26
La fuga en un oleoducto causa el peor accidente medioambiental de Israel / AP / REUTERS-LIVE
Israel afronta el que sus autoridades califican ya como “probablemente el peor accidente ambiental de la historia del país”. Cinco millones de litros de fuel se han derramado en la reserva natural de Evrona, en el sur desértico del Estado, después de que se rompiera la tubería de un oleoducto levantado en 1960. Inicialmente, la empresa explotadora declaró que el vertido era de algo menos de 1,5 millones de litros. La cifra fue revisada este lunes, ante las dudas expresadas por el Ministerio de Medio Ambiente, y se ha confirmado que es casi cuatro veces superior a la inicialmente conocida. Las labores de limpieza podrían tardar meses o incluso años, advierte el Gobierno israelí.
El accidente se produjo el miércoles cuando se estaban llevando a cabo labores de mantenimiento en el Trans Israel
El accidente se produjo el pasado miércoles, cuando se estaban llevando a cabo labores de mantenimiento en el Trans Israel, como se conoce el oleoducto, unos trabajos complementarios a la construcción de un nuevo aeropuerto internacional. Ahora la Policía ambiental investiga si la Eilat-Ashkelon Pipeline Company, la firma que gestiona esta canalización entre ambas ciudades israelíes, actuó con diligencia al cerrar el grifo y controlar el escape.
Lo que se sabe a ciencia cierta es que el crudo se extendió rápido a lo largo de unos siete kilómetros de zona desértica protegida, dentro del valle de Arava, donde han quedado “muy afectadas” sus palmeras dum, sus gacelas dorcas y las acacias, roedores, reptiles y aves autóctonas que hacen irremplazable este territorio. Yehoshua Shakedi, jefe científico de las Autoridad de Parques Nacionales del país, confirma que más de 1.000 hectáreas protegidas están hoy recorridas por los arroyos negros del petróleo. Las fotos hablan por sí solas. Yehoshua Shakedi menciona directamente la palabra “devastación”. Para un país de las dimensiones de Israel, este episodio es su pequeño Aznalcóllar (el vertido minero en el parque natural de Doñana en 1998).
El agua puede extender el daño y hacer que penetre la ola tóxica más aún en la tierra calada y en sus acuíferos
Dos millones de litros han sido ya reconducidos fuera de la zona protegida y se han retirado 13.000 toneladas de suelo contaminado, pero el mayor miedo ahora está en que se cumplan las predicciones meteorológicas y entre este martes y el jueves haya lluvias torrenciales en el área. El agua puede arrastrar el fuel más al este y más al sur, extendiendo el daño, y hacer que penetre la ola tóxica más aún en la tierra calada y en sus acuíferos. “Los animales dependen de la escasa vegetación para vivir y hoy es incomible, desde los árboles a los arbustos. Si no se salva, el ecosistema va a colapsarse”, advierte Shakedi.
Si baja mucho la contaminación puede acabar en el mar Rojo, con lo que peligrarían, además, sus peces y sus corales únicos, aunque el vertido se encuentra aún a unos 20 kilómetros del litoral. El daño, por ahora, tampoco ha saltado a la vecina Jordania, aunque 80 residentes en Aqaba, su capital costera del sur, tuvieron que ser hospitalizados por problemas respiratorios a causa de las emanaciones de un combustible expuesto estos días a un sol de 28 grados.
Si baja mucho la contaminación puede acabar en el mar Rojo, con lo que peligrarían, además, sus peces y sus corales únicos
En Medio Ambiente prefieren “prepararse para lo peor pero esperar lo mejor”. Ya se han desplegado equipos especiales de absorción en la zona afectada y se han levantado presas para proteger el espacio natural. Ecologistas locales como Amigos de la Tierra han advertido de que hay que ser “extremadamente cuidadosos” en el proceso de limpieza, pues la entrada de maquinaria pesada en el valle puede ser tan desastrosa como el propio crudo.
David Lehrer, responsable del Instituto Arava de Estudios Ambientales, denuncia que el accidente “es fruto de la colisión entre un proyecto de desarrollo innecesario, como un aeropuerto que traerá aviones jumbo al corazón del desierto, y un combustible fósil contaminante insostenible”, que hoy alimenta el 99% de las necesidades energéticas de Israel. “Es un modelo venenoso que estamos pagando”, concluye.
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