31 de diciembre de 2014
EDITORIAL Regeneración urgente
EDITORIAL
A menos de un año para las elecciones generales en España, los principales partidos empiezan a movilizarse para intentar recuperar el prestigio perdido. Entre los cuatro mayores problemas para los españoles figuran la corrupción y los políticos (además de la situación económica y el paro), lo que muestra un altísimo grado de desafección que podría causar una fuerte abstención o beneficiar a los partidos protesta.PP y PSOE saben que tienen 11 meses para recapitalizarse políticamente (con un examen parcial en mayo: autonómicas y municipales) y aguantar la acometida de Podemos.
EL PAÍS publicó el domingo un amplio estudio sobre si los partidos están listos para afrontar los nuevos tiempos; una especie de test de estrés elaborado durante casi dos meses con la colaboración de todos, menos la de CiU que no quiso participar. El lunes se publicó un sondeo complementario de Metroscopia en el que los ciudadanos demandaban a sus representantes más participación, más transparencia y el cumplimiento de los programas electorales.
El sistema creado en la Transición y desarrollado en el marco de la Constitución de 1978 favoreció el bipartidismo y la alternancia de dos partidos que siempre han pugnado por el centro, desde posiciones socialdemócratas o conservadoras. El PSOE tenía a su izquierda a varias formaciones socialistas y comunistas, mientras que el PP controlaba todo el espectro desde el centro-derecha hasta las posiciones más conservadoras. Estos dos partidos, junto a los nacionalistas CiU y PNV, llegaron a crear un ambiente confortable en el que el bipartidismo se consolidaba con las ayudas necesarias en cada momento.
Pero la crisis económica, política e institucional ha roto ese círculo de confort, poniendo en jaque al bipartidismo con la irrupción de un nuevo partido de corte populista, Podemos, al que las encuestas atribuyen más que un papel de árbitro en los próximos comicios.
El test muestra que los partidos están faltos de capital político, aunque han empezado a actuar para recuperar el prestigio perdido. Después de analizar la evolución electoral, el número de afiliados, la transparencia, la participación, la financiación, las normas de buen gobierno, los casos de corrupción y los programas electorales de las ocho mayores formaciones políticas españolas, los resultados no son tan negativos como podía presumirse, porque todos los grupos parecen haber reaccionado.
No sólo PP y PSOE; también Izquierda Unida, UPyD, Ciudadanos, PNV y ERC se han movilizado para aumentar la transparencia y la participación y regenerar la vida política. Una misión complicada que exige un compromiso real que vaya más allá de las palabras y las promesas electorales.
La aprobación de una Ley de Transparencia por primera vez en la historia democrática ha agitado a los políticos y ha llevado a que las páginas web de todos los partidos estén repletas de información. Es digno de alabar, aunque quedan pasos. Lo mismo sucede con la participación ciudadana en las decisiones de los partidos. No se trata solo de celebrar primarias para decidir los candidatos (ya lo hacen todos, salvo el PP), sino de mejorar la democratización interna de los partidos a todos los niveles.
En cuanto a la regeneración de la vida política, es el problema más importante, y el más difícil de resolver. Aunque en España no haya un grado de corrupción que se pueda considerar sistémico, sí hay demasiados casos de políticos implicados, imputados, procesados o condenados por delitos de corrupción. El rey Felipe dijo en su mensaje de Navidad que “debemos cortar de raíz y sin contemplaciones la corrupción”, y los principales líderes políticos aplaudieron sin matices. Ahora hay que ponerse en marcha de forma rápida, comprometida y eficaz. Lo decía hace poco un empresario en declaraciones a este periódico: “O nos regeneramos o nos regeneran”.
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