26 de octubre de 2013
El Príncipe: “España es una gran nación y vale la pena luchar por ella”
EL PAIS - NATALIA JUNQUERA Oviedo 25 OCT 2013 - 21:11 CET425
El Príncipe, como el Rey, habla poco por sí mismo. En realidad, solo hay una ocasión al año en el que es él, y no el Ministerio de Economía, o el de Exteriores, o el de Cultura, quien escribe sus palabras. Para don Juan Carlos esa cita es la del discurso de Nochebuena y para don Felipe, el de los premios Príncipes de Asturias. El único acto oficial del heredero en el que verdaderamente habla él. El único que refleja su pensamiento. Y en el que este viernes quiso expresar una convicción —“España es una gran nación por la que vale la pena luchar”— y una preocupación: que el “comprensible” pesimismo ante la situación económica, y la división impidan o “retarden” la recuperación.
Unas 2.000 personas rodearon este viernes el teatro Campoamor donde se entregaban los Premios Príncipe de Asturias divididos en cuatro sectores irreconciliables, a saber: gaiteros, policías, fans y ciudadanos indignados. La mezcla de las bocinas y cacerolas que portaban estos últimos con la música de los primeros provocaba un ruido ensordecedor que padecían quienes, desprovistos de instrumentos musicales, esperaban pacientemente con sus móviles, IPAD y cámaras a que llegaran los famosos. “Yo vengo todos los años. Antes no protestaban pero últimamente, ya ve”, se quejaba Nacha, encantada porque “la próxima reina será asturiana”.
El grupo de indignados era, a su vez, muy variado y llevaba su propia banda, Ventolin, que interpretó el Himno de Riego. Abundaban las banderas republicanas, pero también se habían apuntado a la concentración personas que protestaban contra los desahucios, la privatización de Cajastur, o el despido de 228 trabajadores de la empresa de amortiguadores Monroe. “Hay que aprovechar esta oportunidad. Si no, eres invisible”, explicaba Jorge.
Como en Buenos Aires, ensayó su discurso con un prómpter (pantalla de lectura), pero este viernes, en mitad de la ceremonia, dejó de funcionar. Tras elogiar a los premiados, y recordar brevemente sus biografías, el Príncipe llevó al teatro Campoamor, repleto de autoridades políticas y culturales, hasta Angrois, ese minúculo pueblo gallego que rodea la curva maldita donde el pasado 24 de julio perdieron la vida 79 personas. “Nos dio a todos los españoles una lección de coraje y solidaridad”, dijo. El Príncipe llevó al auditorio a Angrois porque además de un discurso, tenía una petición: que los españoles imiten el coraje que aquel día mostraron los vecinos que corrieron a las vías del tren para ayudar a las víctimas, sobreponiéndose a lo que nadie está preparado para ver, ni siquiera los profesionales de la tragedia, médicos, bomberos, policías. Don Felipe animó a tomar como ejemplo “su capacidad de sobreponerse a las dificultades y hacer frente al pesimismo, la frustración o la desconfianza que afectan hoy a muchos españoles”.
El Príncipe admitió que no es fácil darle lo que pide. “Lo digo con humildad”, “no es difícil comprender y respetar esos sentimientos de frustración, pesimismo o desconfianza, y las razones que los motivan”. “Pero no podemos permanecer indiferentes o inmóviles: debemos reaccionar. Me gustaría animar a que todos ayudemos a superar, y sé que no es fácil —insistió— ese estado de ánimo. Lo que de verdad necesitamos es recuperar la ilusión y la confianza”.
Don Felipe cree que la solución a los problemas de España empieza por la actitud de sus ciudadanos. “Los hombres y mujeres de España han hecho frente con coraje a la adversidad y han mostrado una capacidad de sacrificio fuera de toda duda. Son millones los españoles que cada día batallan para salir adelante con honestidad, con esfuerzo, con valentía y con humildad. Ellos son los que realmente hacen de España una gran nación, que vale la pena vivir y querer y por la que merece la pena luchar”. “Juntos”, repitió varias veces. “Por encima de las tensiones, las discrepancias y los desencuentros”. Haciendo “una reflexión rigurosa para nunca más volver a caer en errores y excesos inadmisibles” y “continuar un proyecto compartido”.
El Príncipe quiso llamar a la regeneración, a no claudicar ante las dificultades. “Tenemos muchas razones para sobreponernos a la adversidad”, dijo. De la misma forma que el poeta José Hierro, en la primera edición de los premios Príncipe de Asturias, en 1981, apenas ocho meses después del intento de golpe de Estado, llamaba a declarar inaugurado el presente el 24 de febrero y “continuar adelante en la tarea de lograr esa España que anhelamos”.
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