18 de octubre de 2013

Colombia: Los acuerdos de paz con las FARC en La Habana naufragan en medio de la impopularidad

Colombia: Los acuerdos de paz con las FARC en La Habana naufragan en medio de la impopularidad

Luis Fernando Escobar D
Escobar.lf@gmail.com

Los diálogos de paz en que se ha empeñado el gobierno colombiano con la guerrilla de las FARC, en La Habana, Cuba, vienen pasando por su peor período desde su inicio hace un año, al concluir el ciclo 15 sin un comunicado conjunto y con declaraciones hostiles entre las partes.

Las falsas expectativas de paz no han logrado engañar a los colombianos, quienes ven en las negociaciones una descarada capitulación del país al comunismo, arrastrándolo de paso al eje chavista al cual ha resistido valientemente hasta ahora.

Mientras el secretariado de las FARC permanece cómodamente instalado en la Habana, lejos del peligro de ser abatido por las fuerzas militares que lo venían arrinconando en las selvas colombianas, una prensa sedienta de declaraciones les despliega una tribuna política que hasta hoy no poseían. Desde ella lanzan dardos contra sus opositores y realizan su propaganda a expensas del gobierno colombiano, bajo la protección de Cuba y Venezuela.

Pretenden alternar dos formas de lucha: la política y la armada

En el transcurso lento e incierto de las negociaciones, ya van consolidando acuerdos favorables para realizar sus metas de alternar dos formas de lucha: la política y la armada. De inicio ya acordaron que el Gobierno creará las “Zonas de Reserva Campesinas” (más de nueve millones de hectáreas, el 53% de las tierras productivas del país) con régimen de gran autonomía, ideal para transformarlos en refugios de la guerrilla.

Pero, las FARC no se satisfacen ahí, ellos quieren  consolidar también su brazo político. Por eso, lejos de reconocer los crímenes que perpetró -consignados en el Estatuto de Roma  en 16 modalidades de crímenes de guerra, 12 modalidades de crímenes de lesa humanidad y 5 modalidades de genocidio- quieren una ley de punto final, o sea, una impunidad total, rechazando de plano las ofertas de una justicia transicional, pese a que ésta les reduciría fuertemente las penas a que sus miembros podrían ser condenados.

Eso sí, las FARC quieren que los militares vayan a las mazmorras por los excesos en que hayan incurrido. Quienes alegan ofrecer una igualdad de condiciones entre los criminales y los heroicos defensores del país, ya no lo podrán hacer porque esos procesos van siendo derivados a la Justicia ordinaria. (1)

            Las FARC exigen también diseñar las políticas públicas con una reforma constitucional que deshonre los compromisos internacionales, quieren curules gratuitas en el Senado y acceso a cargos públicos que ganarían, no por las elecciones libres, sino por medio de la extorsión. Si esto no bastase, anuncian que no entregarán las armas y que reclaman millonarias indemnizaciones del Estado a los guerrilleros, que serían sus “víctimas”.

En suma, una guerrilla virtualmente derrotada en el campo de batalla, terminaría  victoriosa por una especie de revolución por contrato.

Obstáculos impasables para la guerrilla

A la inmensidad de víctimas de la guerrilla que exigen justicia y al rechazo de la casi totalidad de los colombianos, que no están dispuestos a aceptar los delirantes reclamos de las FARC, se suman obstáculos jurídicos imposibles de transponer.

En nuestro mundo ya no se toleran amnistías e indultos, aunque sean abalados por constituyentes o referendos. Esa impunidad pretendida, además, no tendría ningún valor jurídico porque la Corte Constitucional, máxima autoridad constitucional y la Corte Penal Internacional, a través de la Fiscal  Fatou Bensouda, ya se han pronunciado en contra.

El debate jurídico ha concluido. Siendo así, cualquier juez de Colombia, o inclusive de cualquier país del mundo, puede aplicar una “excepción de convencionalidad” si se desconociesen los compromisos internacionales.

Ya los colombianos tuvimos experiencia de una paz sin justicia firmada en 1986 entre el M19 y el presidente Belisario Betancur. De pronto, las víctimas vieron a sus atacantes libres y decidiendo los destinos del país  en los cargos públicos; algunos resolvieron entonces hacer justicia por sus propias manos, desapareciendo, uno a uno, todos los integrantes del partido UP. Sólo se podría evitar esas acciones fuera de la ley si hubiese una paz con justicia, de otra manera las incontables víctimas no lo tolerarán.

Clamor que se va generalizando

Líderes políticos de la oposición y asesores de confianza del propio gobierno van uniendo sus voces en un llamado, ya generalizado, para poner fin a las negociaciones (2) (3). Hasta las FARC, temiendo perder todo, se unen al llamado para aplazar las conversaciones. (4)

Quedan apoyando las imposibles negociaciones, como voces solitarias y con empecinamiento, el presidente Santos y el fracasado gestor de las negociaciones en el Caguán, el ex presidente Andrés Pastrana.

A última hora, ciertos sectores del Episcopado optan por apoyar públicamente la continuación del “diálogo”, en un afán de evitar su naufragio irreversible. Esas voces se ahogan en el clamor general, porque van en contravía de la neutralidad mantenida por la Santa Sede y por producir controversias con otros prelados.

Una vez más, Colombia es objeto de una inmensa protección de la Santísima Virgen, a cuyos pies está consagrada bajo la invocación de Nuestra Señora de Chiquinquirá, indicando los designios que tiene para un futuro grandioso dentro de las vías de la Civilización Cristiana.




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