HEMEROTECA
Los «500 desaparecidos» de Torre del Bierzo
Día 31/07/2013 - 11.27h
Ocultado por el Franquismo en 1944, nadie supo jamás cuántos muertos hubo en el peor accidente de tren de la historia de España: algunas fuentes los cifran en medio millar, estudios recienten en 250 y las cifras oficiales en 78
«Como consecuencia del choque se incendiaron dentro del túnel los seis primeros vagones. Hasta el momento han sido extraídos 26 cadáveres de las unidades que quedaron más cerca de la boca del túnel, y se supone que dentro del mismo se encontrarán aún más», contaba ABC el 4 de enero de 1944, un día después de que se produjera, en Torre del Bierzo, el peor accidente de tren de la historia de España. No fue aquel ni mucho menos el número real de muertos que se produjeron en esta tragedia, cuya cifra final jamás llegó a establecerse con certeza por la férrea censura impuesta por el Franquismo, que minimizó las cifras para no dar muestras de debilidad, para no producir el menor impacto en la sociedad ni para despertar las críticas hacia el nuevo régimen.
«Existen datos suficientes para pensar que se produjeron entre 500 y 800 muertes»
Este baile de cifras consiguió sepultar el siniestro durante décadas, hasta que en los últimos años, gracias al testimonio de algunos supervivientes y a la documentación recogida de manera fragmentaria, y a pesar de que algunos de los archivos de RENFE referentes al caso desaparecieran hace años, se ha podido reconstruir el suceso. Era «vox populi» que salieron del túnel muchos más cadáveres de los que oficialmente se declararon en enero del 44.
Al igual que el Alvia que descarriló el pasado 24 de julio en Santiago de Compostela provocando la muerte de 79 pasajeros, el Correo-expreso 421 hacía la ruta Madrid-Galicia. El 3 de enero de 1.944, a su paso porBrañuelas, uno de los maquinistas decidió desenganchar una de las dos locomotoras con las que el tren iba remolcado por presentar problemas con los frenos. Era la locomotora 240-2423, conocida como «la Renfe», que había sido añadida para mejorar la tracción. Aquella fue la primera de las decisiones que intervinieron en el fatal accidente que se produciría una hora después.
El Correo pasó a toda velocidad por Albares ante el estupor del jefe de la estación
El Correo pasó a toda velocidad por Albares ante el estupor del jefe de la estación, que corrió a telefonear al jefe de Torre del Bierzo. Éste salió de su despacho haciendo gestos con las manos y gritando a los operarios que pusiesen traviesas en la vía con la intención de detenerlo, pero el tren continuó desbocado en su descenso hacia la tragedia.
El túnel número 20
El Correo penetró en el ya desaparecido túnel número 20 que se encontraba poco después de la estación. Era uno de los muchos que se encontraban en el difícil trazado que discurría por la ladera de la montaña, en cuyo interior se encontraba otra locomotora con tres vagones que intentaba alejarse a toda velocidad para evitar el impacto del tren que se acercaba sin frenos.
«El desgraciado accidente parece ser debido a una extraordinaria coincidencia de causas»
A este cúmulo de desdichas se sumó la de otro tren con 27 vagones cargados de carbón que se dirigía, sin tener noticias de la tragedia, al interior del túnel. Los cables que movían la señal de «aviso de parada» habían quedado inutilizados por el accidente y los maquinistas del mercancías continuaron sin detenerse. Cuando se percataron de que algo ocurría en el interior del túnel, sus más de 600 toneladas de carbón le impidieron detener la locomotora de inmediato. El segundo impacto fue también brutal.
Un rescate imposible
De los 12 coches que componían el Correo 421, cinco quedaron dentro del túnel y fueron devorados por el fuego. Fue allí donde se produjo la mayoría de las muertes. Tratando de sofocar las llamas se rompieron las tuberías de los depósitos de agua que se encontraban encima del túnel, pero no fue suficiente y el fuego continuó tres días más. El desfile de heridos y la recogida de restos humanos de entre los vagones calcinados duraron más de una semana, y la identificación de la mayoría de los cadáveres fue prácticamente imposible debido a la calcinación de los cuerpos, los documentos y las prendas de las víctimas.
«Los recuerdos son como el humo, siempre salen»
«Es inútil querer encerrar los recuerdos, no hay cerraduras, ni paredes, ni mazmorras de las que no se escapen. Los recuerdos son como el humo, siempre salen», eran las últimas palabras de la protagonista del cortometraje «Túnel número 20», dirigido por Ramón de la Fontecha, que ganó el Goya en 2003.
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