13 de mayo de 2015
Un país con pueblos de 10 vecinos
el pais - PATRICIA GOSÁLVEZ Madrid 13 MAY 2015 - 10:08 CEST
En España hay 8.122 municipios. El 84% de ellos no llega a los 5.000 habitantes: casi la mitad (el 48%), no supera los 500; 1.220 no tienen más de 100 personas y nueve cuentan con 10 vecinos o menos, según datos del Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas. En el más pequeño, Illán de Vacas (Toledo), viven tres. Durante años solo tuvo un empadronado: el alcalde.
Los países de media Europa llevan décadas apostando por la fusión de las localidades más pequeñas en aras de la racionalidad territorial y el ahorro. Sin embargo, en España el arraigo al pueblo y el deseo de microautonomía marcan la tendencia contraria: a las elecciones del día 24 se presentan siete localidades que no lo hicieron a las de 2011 porque no eran aún municipios de pleno derecho.
En total hay 95 municipios más que en las primeras elecciones de 1979, mientras que países como Dinamarca, Austria o Grecia han divido hasta por ocho su número de municipios. En todo Reino Unido hay 466 frente a los 2.248 de Castilla y León, esgrimen quienes creen que la cifra española es excesiva. Francia tiene 36.682, responden quienes defienden que no (este país es el único Estado europeo grande con pueblos más pequeños que España). La traducción demográfica es que en las 6.818 localidades más pequeñas vive solo el 12,5% de la población, mientras que el 40% de los españoles se apila en los 62 municipios más grandes.
En teoría, a más habitantes más eficiente económicamente es un municipio, pero menos directa es su democracia. Expertos esgrimen sin embargo estudios que ponen en duda ambos extremos.
En España “habría que hacer una fusión municipal radical y pasar de 8.000 a 1.000 o 2.000”, dice Víctor Lapuente, investigador en la Universidad de Gotemburgo. “Los micropueblos y las instituciones que viven del minifundismo, como las diputaciones, son ineficientes, y se prestan a abusos políticos”. “No está claro que los pueblos grandes sean más eficientes, pero sí pierden representatividad”, contrapone Francisco Velasco, catedrático de Derecho Local en la UAM. “El problema no es que haya muchos, sino que tengan competencias acotadas y que las demarcaciones superiores sean de escala adecuada”, continúa, abogando por la comarca en lugar de la provincia.
Para ninguno tienen sentido pueblos de menos de 500 vecinos. En España hay 3.882.
¿Cuál es el tamaño mínimo recomendable? “Depende de cada territorio... Distintos estudios y leyes han propuesto mínimos muy dispares: de 250 habitantes a 20.000”, explica Jacobo García, profesor de Geografía de la Universidad Carlos III de Madrid y partidario de reducir la cifra de municipios.
“Tenemos un mapa municipal excesivamente fragmentado, lo cual es muy negativo para la gestión de los servicios, pero las fusiones encuentran mucha resistencia política”, opina Jacobo García, profesor de Geografía de la Universidad Carlos III de Madrid. “El minifundismo es especialmente grave en Castilla y León, Aragón o La Rioja, donde muchos Ayuntamientos son incapaces de prestar eficazmente los servicios mínimos que tienen atribuidos”. Para el experto “estos micromunicipios son ineficientes y, políticamente, poco razonables”.
En el campanario de Pueblonuevo de Miramontes (Cáceres, 839 habitantes) una cigüeña crotora y el chasquido de su pico —ese verbo olvidado— se mezcla con el ding, dong que anuncia el bando municipal. Todo suena muy antiguo, pero no lo es. Este poblado de colonización franquista se fundó en 1957 como pedanía de Talayuela, a 26 kilómetros. El Ayuntamiento luce un escudo inventado hace unos años y una placa explica que el pueblo es independiente solo desde enero de 2015.
Es el último de los siete novísimos. Tres son poblados extremeños fundados en el franquismo (Pueblonuevo, Tiétar y Guadiana del Caudillo) y los otros cuatro son históricas aldeas andaluzas (Dehesas Viejas, Valderrubio, Serrato y Montecorto) con raíces neolíticas. El más grande tiene 2.519 habitantes; el más chico, 500. Y eso que en esta legislatura entró en vigor la Ley de Racionalización y Sostenibilidad de Administración Local 27/2013, que incentiva las fusiones y prohíbe las segregaciones de pueblos con menos de 5.000 habitantes. Resultado: una sola fusión, la de Oza-Cesuras, muy publicitada por la Xunta —a pesar de que el alcalde fusionado se triplicó el sueldo y el ahorro previsto de 60.000 euros se quedó en 6.000— y siete pueblos pequeños segregados. En el Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas explican que si el expediente de segregación (un trámite que lleva años) estaba ya iniciado, el límite de los 5.000 no se aplica. De las 3.713 entidades de ámbito territorial inferior al municipio que hay en España, una decena ya tienen su independencia en marcha.
“Siempre había que andar yendo a pedir a Talayuela y ellos solo venían en elecciones”, cuenta Miguel Ángel Sánchez, concejal de Pueblonuevo de Miramontes y candidato porCiudadanos a ser su primer alcalde alcalde. En Pueblonuevo todo el mundo se refiere a Talayuela, ex-municipio matriz, como ellos. “Ellos nos llamaban ‘los de los poblados”; “ellos repartían el dinero y se quedaban la mejor parte”; “ellos se hicieron tres campos de fútbol y nos tenían abandonaditos”.
El alcalde de ellos —Talayuela—, Raúl Miranda, cree que la independencia no va a ser como imaginan. “Siempre han creído que no éramos justos repartiendo, pero se les daba lo que les correspondía... Ahora sabrán lo que hay, y a ver cómo se organizan sin policía municipal o gestionándose solos la recogida de basuras”. A las puertas del colegio de Pueblonuevo las madres también tienen sus dudas: “Claro que queríamos la independencia, pero a ver cómo se nos da”. En el disco pub, Ernesto y Víctor Manuel esperan que el nuevo Ayuntamiento traiga instalaciones deportivas y trabajo. Aquí siempre se vivió bien del cultivo de tabaco, cuentan, hasta que llegaron las máquinas de repelar. En el bar Andi, los que peinan canas tienen más recelos: “No se va a notar nasti de plasti”, dice un señor. “Un pueblo de 800 vecinos no puede aspirar a tener polideportivo”.
Las razones para fusionar municipios son básicamente aprovechar las economías de escala y abaratar costes de gobierno, porque, aunque la mayoría de alcaldes y concejales de pueblos pequeños no cobran o cobran poco, se generan gastos. ¿La razón para segregarse? Manejar los propios impuestos y subvenciones. Es decir, el porqué fusionarse o segregarse es económico. Pero el cómo conseguirlo es puro juego político. Y lo es a nivel micro —los Ayuntamientos matriz suelen facilitar o no las cosas como parte de pactos, favores debidos o promesas electorales— y a nivel macro, es decir, con respecto a lo que defienden los partidos.
“Proponer la fusión de los municipios más pequeños supone hacerse el harakiri político, ya que eliminas miles de cargos para militantes de tu partido”, opinaVictor Lapuente, politólogo de la Universidad de Gotemburgo. “Además, los micromunicipios alimentan las diputaciones, que es donde los partidos acumulan su poder”.
Solo UPyD se muestra, sin remilgos, a favor de la fusión forzosa de municipios de menos de 5.000 habitantes. “Sería progresiva y los pueblos no desaparecerían, sino que compartirían servicios, concejales, alcalde... Tenemos un estudio que concluye que el tamaño óptimo es de 20.000 habitantes”, explica Carlos Martínez Gorriarán en nombre del partido. Y admite: “Nosotros solo tenemos una alcaldesa, quizá por ello nos podemos permitir decirlo”. Ciudadanos también lleva en su programa la fusión de los de menos de 5.000. “Buscamos la unificación, no la supresión de pueblos”, matiza sin embargo Fran Hervías, cuyo partido defiende el mantenimiento de alcaldes de pedanía. Podemos no tiene propuestas concretas.
Entre los partidos de siempre hay más recelos a tocar alcaldes. “8.122 no son muchos”, opina Manuel Fuentes de IU. “Los servicios se gestionan mejor de cerca. Dudo que un pueblo grande con cinco o diez satélites sea equitativo repartiendo”. “Los pueblitos han de mancomunar sus servicios”, dice Adriana Lastra desde el PSOE, que defiende las fusiones voluntarias: “No se puede hurtar la identidad municipal”. PP, la ley de reforma local arrancó tanteando la fusión obligatoria pero acabó solo incentivando la voluntaria. “Queremos hacer más eficientes los pueblos pequeños fortaleciendo las diputaciones, que aprovechan las economías de escala pero respetan el sentir de la gente por su pueblo”, dice Manuel Cobo.
Está lo económico, lo político y luego, el factor sentimental. “En Inglaterra nadie se molestó cuando hicieron fusiones obligatorias porque ellos son ingleses”, reflexiona el catedrático de Derecho Local de la UAM Francisco Velasco. Pero en España somos miramonteros o serrateños. “A la gente le importa muchísimo su pueblo y no puedes gobernar contra la gente”, continúa. “No sé si es bueno o malo que haya tantos pueblos, pero es importante”.
“Los de Iznalloz iban de capital y nos trataban como a un barrio”, opina Maximiliano Castilla, alcalde en funciones de Dehesas Viejas (Granada), independizado en 2014. “Nos ponían las farolas que ellos se cambiaban y teníamos que ir a su tanatorio a velar los muertos... Nos sentíamos ciudadanos de segunda, pero siempre fuimos un ayuntamiento hasta un decreto franquista de 1972... Es como si eres de Madrid y un día te dicen que eres de Toledo”.
En Tiétar (Cáceres), independizado hace dos años, la identidad se alimenta a golpe de inversión. En medio de la plaza un monolito rinde homenaje a los “primeros pobladores” llegados en 1961. En el DNI de Inés Morales, una joven vecina, pone que tiene 24 años y que vive (todavía) en Tiétar del Caudillo/Talayuela. “Ni me había fijado”, dice. Tanto a ella como a su amigaTAMARA, el monolito les parece “un gasto tonto”. Pero sí que están de acuerdo con la Fiesta de la Independencia que se celebra en julio, dj y vaquilla incluida.
Aragón, 1.325.385 habitantes, 731 municipios. Suecia, 290 kommuner para 9.747.000 suecos. Desde el final de la II Guerra Mundial, y en distintas oleadas legislativas, muchos países europeos han reducido drásticamente su número de municipios. Austria pasó a tener la mitad, Bélgica un cuarto y Suecia dividió por ocho su número.
“Con la crisis, muchos Estados están aplicando de nuevo la receta de las fusiones para cumplir con los objetivos de déficit que vienen de Europa: Dinamarca, Grecia, Portugal... Otros, como Francia o Chipre, han apostado sin embargo por la cooperación intermunicipal”, apunta Carlos Mascarell, asesor del Consejo Europeo de Municipalidades y Regiones en Bruselas. Partidario de que los municipios cooperen y “mantengan así su escala democrática”, el experto admite sin embargo que en los últimos 15 años la mitad de los Estados de la OCDE han llevado a cabo fusiones forzosas (Grecia, Turquía o Suecia) o incentivadas (Noruega, Islandia, Holanda o Finlandia) de sus municipios más pequeños. “No hay una respuesta clara respecto a qué modelo funciona mejor”, continúa. “Depende de muchos factores”. Por ejemplo: “En estados descentralizados, con un fuerte arraigo de la ciudadanía hacia sus entidades locales y regionales, como España, las reformas de adelgazamiento o racionalización territorial son más difíciles de llevar a cabo”.
Cuando se divide la población de los 28 de la Unión Europea por sus municipios, hay dos extremos: Reino Unido, con 144.000 personas de media por localidad, y Francia, que toca a 1.700 franceses por commune. España, el séptimo con los municipios más pequeños de Los 28, toca a 5.600 de media.
Las demarcaciones sub y supramunicipales también son dispares. Reino Unido tiene 12.000 parroquias por debajo de sus municipios, Alemania, 295 distritos por encima de los suyos. En España hay 3.713 Entidades de ámbito territorial inferior al municipio con cierta autonomía (normalmente, los municipios que se segregan son antes entidades locales durante años). Por encima, hay más de mil mancomunidades, 90 comarcas y 40 consorcios, además de provincias y comunidades autónomas.
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