21 de mayo de 2015
El Estado Islámico recobra fuerza tras las conquistas de Palmira y Ramadi
EL PAIS - JUAN CARLOS SANZ Jerusalén 21 MAY 2015 - 02:11 CEST
Después de más de una semana de asaltos, las milicias del EstadoIslámico (EI) se han apoderado en la madrugada del jueves de la histórica ciudad de Palmira, eje estratégico de comunicaciones en el desierto de Siria y célebre por sus valiosos restos arqueológicos dos veces milenarios. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos, una ONG con sede en Londres, confirmó que los yihadistas controlaban la ciudad y el propio EI proclamó también a través de Twitter que su bandera negra ondeaba en Palmira tras la conquista.
Cuando está a punto de cumplirse un año de la gran ofensiva yihadista en Siria e Irak, el califato, proclamado por Abubaker al Bagdadi en junio de 2014 en la ciudad iraquí de Mosul, logra su expansión hasta este simbólico oasis del centro de Siria y extiende así su presencia sobre puntos estratégicos siempre alrededor de las zonas más pobladas del país bajo control del régimen, como Hama, Homs o la capital, Damasco.
Los yihadistas cosecharon ayer un nuevo triunfo, tres días después de que se hicieran con la ciudad iraquí de Ramadi, clave para el acceso hacia Bagdad desde precisamente la franja oriental siria bajo su dominio. Tras la grave derrota de Tikrit en marzo, las conquistas de Palmira y Ramadi -tercera capital de provincia en su poder tras la siria Raqa y Mosul- proporcionan al grupo yihadista una fuerza extraordinaria, militar y, sobre todo, propagandística
Esta doble victoria cuestiona no sólo la capacidad de los Ejércitos sirio e iraquí para hacer frente a los yihadistas, sino también la de la coalición liderada por Estados Unidos contra el califato, 10 meses después de iniciada la ofensiva aérea en los dos países.
Palmira (Tadmur, en árabe), la perla del desierto, fue en los siglos I y II d. C. uno de los centros culturales más importantes del mundo antiguo y punto de encuentro de las caravanas en la Ruta de la Seda, que atravesaban el árido centro de Siria. Situada a 240 kilómetros al noreste de Damasco, es también un enclave que abre la vía hacia el valle del río Éufrates, donde el califato asienta aguas arriba su principal centro de poder, en la ciudad de Raqa. Antes del inicio de la contienda en el país, en marzo de 2011, sus ruinas eran una de las principales atracciones turísticas del país árabe y de toda la región.
La directora general de la Unesco, Irina Bokova, ha pedido “un alto el fuego inmediato”. “Estoy muy preocupada por la situación de Palmira, declarada Patrimonio de la Humanidad. Los combates amenazan uno de los lugares más significativos de Oriente Próximo”, ha indicado Bokova en un comunicado.
La televisión oficial siria informó la noche del miércoles de que el Ejército de Bachar el Asad se había retirado de Palmira después de haber evacuado a la mayoría de sus 50.000 habitantes. El Estado Islámico controla la prisión de la ciudad, tristemente conocida como foco de represión del régimen de Bachar el Asad, el cuartel de los servicios de inteligencia militar y el aeropuerto
El director de Antigüedades y Museos de Siria, Maamun Abdelkarim, dijo que la entrada de los yihadistas en la parte monumental de la histórica ciudad era “un desastre para todo el mundo, no solo para los sirios”. El responsable sirio de patrimonio histórico aseguró que antes de la irrupción del EI las autoridades consiguieron trasladar a lugares seguros estatuas y objetos artísticos. La amenaza que representa el fanatismo del Estado Islámico para el patrimonio histórico ya quedó patente con la destrucción de los restos arqueológicos de Nimrod, de Hatra y de la bíblica Nínive, en Irak.
Los yihadistas ya irrumpieron en el norte de la ciudad el pasado sábado, pero fueron expulsados por las Fuerzas Armadas sirias al día siguiente. En los combates se han registrado más de 430 muertes, de las que 71 eran víctimas civiles, algunas de ellas decapitadas o fusiladas por los milicianos fundamentalistas. En la ofensiva de Homs, la provincia donde se ubica Palmira, el EI se ha hecho con el dominio de amplias zonas en Al Sujna y Al Ameriya, así como de los campos de gas de Al Arak y Al Hil.
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