26 de mayo de 2015
Israel empieza a ver la ventaja de no tener Gobierno
EL PAIS - JUAN CARLOS SANZ Jerusalén 26 MAY 2015 - 00:00 CEST
Ejecutivo de coalición pentapartido. Mayoría de un solo escaño en el Parlamento. A punto de cumplirse seis meses desde la disolución de la anterior Cámara, el nuevo Gabinete surgido de las urnas aún no está completamente perfilado ni ha presentado un programa de legislatura detallado. ¿Estamos hablando de la Italia de la posguerra europea? ¿De la dividida Bélgica en el corazón de la UE? No, se trata de Israel, un país conocido sobre todo por los conflictos internacionales que generan las relaciones con sus vecinos, el que parece estar empezando a reconocer las ventajas domésticas de no tener Gobierno. Al menos durante cierto tiempo.
Desde que el primer ministro Benjamín Netanyahu convocó elecciones anticipadas, a comienzos del pasado mes de diciembre, Israel vivió una prolongada campaña electoral que paralizó la Administración, más allá de la gestión de los asuntos corrientes, hasta los comicios del 17 de marzo. El veterano líder del conservador Likud le dio la vuelta a los sondeos y ganó las elecciones por un estrecho margen, pero necesitó seis semanas más para poder fraguar un pacto de coalición. Casi medio año después, Netanyahu aún seguía repartiendo ayer carteras para contentar a los barones de su partido, desairados por las concesiones que el primer ministro tuvo que hacer a los otros cuatro socios de coalición para apuntalar una mayoría raspada de 61 diputados en una Knesset de 120 escaños.
En este clima de teórico desgobierno, la Oficina Central de Estadísticas anunciaba precisamente ayer que la tasa de paro había roto la barrera psicológica del 5% --la que marca un pleno empleo técnico--para caer en abril hasta el 4,9%. Frente al letargo económico de los países de la Unión Europea, el Producto Interior Bruto de Israel creció un 2,8% en 2014, y el Banco de Israel mantiene una previsión de crecimiento del 3,2% para este año.
Tras el aparente éxito de una sociedad civil que sigue su curso pese a las vicisitudes del Gobierno se halla un mercado laboral dinámico, a caballo entre grandes empresas públicas y pequeñas “start-up”. La pérdida de población activa de hombres ultraordodoxos judíos, entregados a la oración, y la de jóvenes obligados a partir de los 18 años a cumplir un prolongado servicio militar, se compensa con una alta tasa de empleo femenino. Claro que el reverso de esta brillante imagen doméstica de Israel es el creciente auge de la desigualdad social.
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