24 de mayo de 2012
Tópicos de la política económica del PSOE
LA CUARTA PÁGINA
En memoria del maestro Luis Ángel Rojo, ya añorado
No es la primera ocasión en la que me he de manifestar contra corriente. Ya lo hice de la mano de Fabián Estapé, en los sesenta, respecto a alternativas de sistema inviables. O con el técnico comercial Antoni Montserrat saliendo al paso, en los setenta, de la pesada broma de las bondades económicas del franquismo (cuando la recuperación de la renta real per cápita de 1931-32 se logró… ¡hacia 1953! Aquí encaro el difundido tópico de la mala nota, incluso suspenso, de la política económica del PSOE en sus dos últimos mandatos. Quizás me asista en tan ardua tarea el tener cuatro libros publicados sobre política económica española y haberla enseñado en unos 80 cursos.
Para mí la contundente victoria del PP en noviembre de 2011 tuvo, al menos en lo económico, tres soportes clave, por cierto bien silenciados en buena parte de la prensa madrileña y en el medio de mayor difusión en Barcelona: el de los buenos resultados de la economía Aznar, en general no malos pero dentro de bonanza exterior y apelando para el ajuste de las cuentas públicas a una privatización de empresas públicas en un 100% y por un importe de dos billones de pesetas (desde luego irrepetible). Y, siguiendo sobre este velocísimo olvido social asentado en una baja cultura económica ciudadana, la ocultación de un verdadero programa económico, lo que resulta inaceptable por ejemplo ahora en Francia. Y —¿se dio usted cuenta, lector?— en la cerrada negativa de cualquier impacto de la gran crisis exterior, para así focalizar toda la culpa a ZP. Su anuncio de que con su llegada al poder todo cambiaría se va viendo en qué queda en estos últimos meses, hasta el mismo 5 de abril.
Contra ese suspenso a Zapatero, mi calificación es muy positiva. El primer mandato, Zapatero-Solbes, merece una puntuación del 8,5: crecimiento anual del PIB de un 3,5%; desempleo a final del período, 9% (en Catalunya, con Antoni Castells, cerca del pleno empleo); superávit presupuestario del 1%-2% en 2006-2007. Más compleja es la puntuación para el período de 2008 a 2011. Pero recuerden que el desencadenante de la recesión es la llegada de la crisis desde los EE UU a Europa, ya desde 2007 y primero como crisis financiera y bancaria —Alemania y otros no dan abasto para salvar a sus bancos— y enseguida en términos reales, de actividad y empleo.
Ante la debacle ya patente de Wall Street, la crisis bancaria norteamericana y la clara perspectiva de recesión, el Grupo de los 20 se reúne de urgencia y a principios de 2009, acordándose de que existió un tal John Maynard Keynes, “salvador” del capitalismo en la Gran Depresión 1929-35-45, opta por olvidar algunos de los principios básicos del Consenso de Washington y se lanza a compensar desde ya, con gasto público, la honda depresión cíclica privada: Obama y su plan de inversiones y hasta la China, también la propia Alemania y tantos otros países... desde luego, lógicamente, España ante un horizonte de caída en un 5% del PIB y un disparo del desempleo. El papel de la burbuja inmobiliaria merece otra atención pero para mí se produjo por una opción sectorial privada empujada por fuertes expectativas personales de ganancia en valor patrimonial, quizás demasiado “seguidas” por cajas y bancos.
Entonces mismo es cuando la UE y el BCE empezaron a sospechar que algunos ortodoxos y muy solemnes expertos no les habían orientado bien ante aquella situación. La propia Alemania iba a ver su PIB caer un 5% en el año 2009 (¡!). Es entonces cuando va a empezar la gran y amplia leyenda del “señor ZP malgastador”. Pero la economía española ya no está en recesión a lo largo de 2010 y ya no lo volverá a estar hasta el primer trimestre del 2012. ¿Casualidad? Bueno, es que el entorno europeo afronta una nueva recesión, sí el entorno cuya grávida existencia para la economía española reconoció por primera vez el señor Rajoy —jamás ante el Congreso entre 2008 y la mayor parte de 2011— desde la isla de Hierro a principios de noviembre del 2011, al día siguiente en Logroño y al otro en Bilbao, por cierto ¡vaya trote! Un profesor de política económica ha de fijarse y apuntar estos detalles y… siempre queda algo más en mi fichero.
¿Errores, entonces? Sí, el principal lo del “regalo fiscal” de los 400 euros, general y de alto coste presupuestario (reducción de ingresos). Por cierto que Solbes se va, para mí con una alta nota global —superávits en 2006 y 2007— sobre todo porque no aguantó lo que no le gustaba, a diferencia de lo que hizo otro ministro socialista aduciendo: “Es que los presupuestos ya me los dan hechos”. Lo del cheque-bebé, para mí venial, dada su cuantía bastante menor y porque le acompañaba la atenuante de pretender también el fomento de la natalidad, quizás sobre el modelo francés. Francamente, el Plan E “de estímulo de la economía y del empleo” a través de proyectos de inversión locales y aceptados, con una aportración estatal de unos 10.000 millones de euros (impacto de empleo estimado, unos 400.000) me pareció bien coherente con la situación y objetivos aludidos, dejando al lado algunos fallos de “eficiencia”.
Según mi criterio, lo peor en 2009-2010, fueron ciertas descoordinaciones y vacilaciones en la acción, que me recordaron la admonición de J. Benard: “La política económica no es sólo lo que se hace, sino también el cómo”, es decir su imagen y su comunicación. Y, claro, entrar en un déficit público excesivo en 2010 (en torno al 10% del PIB, incluyendo una extraña rebaja en el IRPF) y una cierta escalada de la deuda pública hasta el 63%, nivel por cierto moderado en la UE. Fue cuando el señor Rajoy ayudó mucho a España en el Congreso —“la crisis internacional no existe, es una excusa de ZP”— pero aún menos que el señor Aznar López, aireando por estos mundos la nueva del inminente hundimiento de la economía española: ¿antes hundida que roja?
Y ya a principios del año 2010, nuevo movimiento pendular en la doctrina económica de la UE, ante la proliferación de déficits públicos y el ascenso en las ratios de deuda /PIB, en especial de la externa: 3% déficit público tope para 2013; 4,4 % para 2012; techo del 6% en 2011. Es cuando, en marzo, el presidente Zapatero regresa con los deberes: por ejemplo, en poco más de un año hemos de recortar el déficit del 10,2% al 6%, con la economía estancada. Elena Salgado desarrolla buen empeño pero los recortes son recibidos por las bases populares, incluso los votantes del PSOE, prácticamente como una traición. ZP está entre la espada de los mercados y de la UE y la pared electoral. El PP, claro, no apoya. CiU, sí. Algunas voces ortodoxas interiores ven bien la flexión, el gobernador del Banco de España la ve incluso insuficiente propugnando una “devaluación interna”, vía nivel de salarios (por cierto ¿quién controla el nivel de retribuciones totales en el aleccionador Banco de España? El Tribunal de Cuentas, no).
Para mí, modestamente, este relato se parece bastante más a la realidad transcurrida en la política económica española 2004-2010, que el más extendido, hecho de tópicos bien cristalizados desde medios poderosos, entre ellos el más influyente en Catalunya y de, lo siento, la baja formación económica ciudadana. La eliminación del panorama de los grávidos factores externos es un ejemplo palmario que ahora los prestidigitadores están pagando. ¡Ah! Y la imputación de 1,7 puntos de la desviación del déficit 2011 a las autonomías me refiere a la ya anticipada queja de Antoni Castells (PSC) de la centrifugación de aquél a éstas, estructuralmente.
Jacint Ros Hombravella es catedrático emérito de Política Económica y Economía Aplicada de la Universidad de Barcelona.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario