15 de febrero de 2019
Pedro Sánchez convoca elecciones generales el 28 de abril
Pedro Sánchez convoca elecciones generales el 28 de
abril
La campaña para las
generales arrancará el 13 de abril, al inicio de las vacaciones de Semana Santa
El
presidente del Gobierno, Pedro Sánchez , este viernes en La Moncloa. En vídeo,
el presidente anuncia la convocatoria de elecciones generales. SAMUEL SÁNCHEZ /
VÍDEO: QUALITY
EL
PAIS - Madrid 15
FEB 2019 - 16:33 BRST
La etapa en el poder de Pedro Sánchez ya tiene
fecha de punto final o consagración definitiva: las elecciones generales serán
el 28 de abril. El presidente del Gobierno ha anunciado la convocatoria este
viernes, apenas ocho meses y medio después de llegar al cargo con una moción de censura en la que arrebató el puesto a Mariano Rajoy.
Los españoles irán dos veces a las urnas en un mes —el 26 de mayo hay
autonómicas, municipales y europeas— y la campaña se hará en plena Semana
Santa. Solo hay un precedente, en 1979, cuando las generales que ganó la UCD fueron
el 1 de marzo y las municipales en las que el PSOE y el PCE lograron un enorme
poder se celebraron el 3 de abril. Esta vez la incertidumbre es total, tanto
que el presidente ha acabado su comparecencia con una frase que podía ser una
despedida o un hasta pronto: "Ha sido un placer y espero que nos sigamos
viendo durante mucho tiempo".
Acostumbrado a la supervivencia al límite cuando
todo parecía perdido, Sánchez se enfrenta de nuevo a una batalla a todo o
nada. El presidente ganó las primarias del PSOE empujado
por la rabia de los militantes contra la dirección que lo había echado. Ahora
quiere ganar con la indignación de la izquierda por la caída del Gobierno. Pero
esta vez no votan sus militantes, sino todos los españoles, y con un escenario
muy fragmentado que hace mucho más difícil la contienda.
Los independentistas catalanes, claves para aupar a
Sánchez, han sido definitivos para tumbarlo al provocar el final de la
legislatura con su rechazo a los Presupuestos Generales. Gobierno y Generalitat
negociaron una salida a la crisis catalana, pero la negativa del primero a traspasar la línea roja de la
autodeterminación rompió el diálogo. A partir de ahí, el PDeCAT y
ERC cumplieron su amenaza y no apoyaron las cuentas. Sánchez ha optado por
adelantar los comicios. "Un Gobierno tiene la obligación de cumplir con su
tarea: aprobar leyes, gobernar, avanzar. Cuando algunos partidos bloquean la
toma de decisiones hay que convocar elecciones", ha dicho este viernes al
filo de las 10.30 en La Moncloa como colofón de un largo discurso en el que ha
criticado "la crispación" y ha defendido el diálogo con los
independentistas "siempre dentro de la Constitución".
Nada pone más nervioso en política a Pedro Sánchez y a su gurú estrella, Iván
Redondo, que perder la iniciativa. Desde el pasado jueves, cuando decidieron
recuperarla y La Moncloa dio un ultimátum a los independentistas, los acontecimientos se han precipitado a velocidad de vértigo y
siempre con los tiempos marcados por Sánchez y su equipo, que vivieron la peor
semana de su mandato y han decidido intentar frenar la sangría con una apuesta
muy arriesgada: la convocatoria de elecciones anticipadas.
Prácticamente todos los dirigentes relevantes apuntaban durante esta semana
al 28 de abril como opción más probable. Al final perdieron la batalla
los sanchistas que apostaban por el superdomingo, la fecha que rechazaban
los barones. Los motivos que se alegan son variados, pero el presidente se
limitó a señalar que "es mejor no mezclar" las elecciones. La
formación de gobierno se antoja lenta y complicada, y más con unas elecciones
autonómicas a un mes vista. El pacto de PP, Ciudadanos y Vox que gobierna
Andalucía es una opción clara. El eje que promovió la moción de censura con el
PSOE y Podemos es otro, pero ninguna encuesta señala que puedan gobernar sin
los independentistas, el gran problema. Y la tercera opción, un acuerdo
PSOE-Ciudadanos como el que firmaron en 2016 parece ahora mucho más difícil.
Albert Rivera insiste: con Sánchez en ningún caso. "Me sorprende que me
pongan a mí un cordón sanitario y no se lo pongan a la ultraderecha", se
quejó Sánchez.
El presidente lanzó un primer discurso de campaña
contra la oposición, a la que acusó de deslealtad. "Siempre que llegan los
socialistas al poder dicen que traicionamos a la patria y ellos la garantizan,
pero la declaración de independencia de Cataluña y los dos referéndums se
hicieron con ellos en el Gobierno", les lanzó.
El rechazo a los Presupuestos en el Congreso
precipitó los acontecimientos. Sánchez había decidido en diciembre no presentarlos,
pero cambió de idea tras el fiasco de las elecciones andaluzas y decidió
jugársela. Él estaba seguro de que convencería a los independentistas al menos
para que permitieran tramitar las cuentas, pero al final no le dejaron ni eso y
se ha visto forzado a adelantar. "El presupuesto es una propuesta de país:
teníamos que presentarlos. Lo hicimos y no salieron adelante: hay derrotas
parlamentarias que son victorias sociales. La ciudadanía ha visto lo que
queríamos para este país. España no merecía quedar varada por los intereses
particulares de quienes solo tiran de crispación para hacer oposición. Llámenme
clásico, pero sin Presupuestos no se puede gobernar", ha subrayado el
presidente.
La Moncloa prefería hacer las elecciones cuanto
antes sobre todo para evitar un desgaste mayor y aprovechar la ola que creen
que se está generando de indignación con la unión de los independentistas, el PP y Ciudadanos para tumbar unos
Presupuestos con un claro contenido social. No obstante,
durante la semana algunos dirigentes regionales trataron de
convencer a Sánchez de que esperara un poco más, hasta septiembre u octubre,
para poder desarrollar algunas medidas que van a decaer tan
rápido con unas elecciones y, sobre todo, para separar al máximo las
elecciones generales y las autonómicas y municipales, porque un fracaso en las
primeras influiría en las expectativas de las segundas.
Maratón electoral y
juicio del procés
Las generales se celebrarán un mes antes que las
autonómicas, municipales y europeas. Esta maratón electoral se llevará a cabo
mientras el Tribunal Supremo juzga a los líderes del procés, un
juicio que comenzó el pasado martes y que se espera dure tres meses. El proceso
influirá en la campaña y proporcionará un altavoz al independentismo por un
lado y a Vox por el otro, personado como acusación popular.
En una semana frenética, la extrema derecha de Vox,
aún una fuerza extraparlamentaria aunque las encuestas auguran que entrará en el
Congreso de los Diputados, protagonizó junto al PP y Ciudadanos una concentración el pasado domingo en la plaza de
Colón de Madrid. En ella cargaron contra el Gobierno de Sánchez, al que
acusaron de traicionar a España y de aceptar las exigencias del
independentismo, y reclamaron la convocatoria electoral junto a miles de
personas.
La protesta se había convocado después de que se
supiera que el Gobierno había aceptado la figura de un "relator" en
una mesa de diálogo con la Generalitat. Además de envalentonar a la derecha,
esta condición del Govern aceptada por Sánchez provocó reacciones airadas entre los barones del PSOE.
Quizá el más beligerante fue Emiliano
García-Page, presidente de Castilla-La Mancha, que exigió
públicamente la convocatoria urgente del consejo territorial del partido:
“Tengo muchas ganas de decir con claridad lo que pienso sobre este asunto,
porque cuando se habla de España, decidimos todos los españoles”. El presidente
aragonés, Javier Lambán, el diputado y expresidente de Castilla-La Mancha, José
María Barreda, y el candidato del PSOE a la Comunidad de Madrid, Ángel Gabilondo,
también se sumaron, entre otros socialistas, a la crítica a Sánchez. El
expresidente, Felipe González, fue también tajante: “No necesitamos relatores”. Dos días después, las
negociaciones entre Gobierno y Generalitat se rompían y los barones respiraron aliviados.
Comienzo de la
campaña
Los barones socialistas vuelven a tomar aire. Nunca
les gustó la idea del superdomingo y siempre quisieron que las elecciones
generales no coincidieran con las autonómicas y municipales. O antes o después, era su petición. Y ahora, nada más
anunciar la fecha empieza prácticamente ya la campaña electoral, que en
realidad tuvo ya sus primeros compases en la sesión del Congreso que discutió
las enmiendas a la totalidad de los Presupuestos.
Todos los grupos sabían ya que iban camino de unas
elecciones y aprovecharon el escenario para arrancar la campaña. Pero Sánchez
no había hablado en toda la semana. De hecho, el presidente, salvo los mítines
de fin de semana, redujo al máximo sus apariciones. Esta semana se ha
comunicado solo por Twitter.
Se acaba así el experimento de la primera moción de
censura exitosa de la historia de España, que llevó al poder a Sánchez de la
misma manera, rápida e imprevista, en la que se han convocado las elecciones.
En una semana, PSOE, Podemos, PNV, ERC y PDeCAT se pusieron de acuerdo para
echar a Mariano Rajoy después de una sentencia durísima contra el PP por
el caso Gürtel, y llevar a La Moncloa a un presidente con
84 diputados de 350. Pese a esa debilidad, Sánchez y sus socios fueron capaces
de sacar adelante decretos importantes, y se han tomado decisiones que en
cualquier caso quedarán ahí si el próximo Gobierno no las revierte.
La estrella es la subida del salario mínimo a 900
euros, pero también hubo subida de pensiones, sobre todo las mínimas, un decreto
que recupera la sanidad universal, la mayor oferta de empleo público en 10 años
y una subida del salario a los funcionarios. También se aprobó un plan de
empleo juvenil de 2.000 millones de euros. Pero se quedarán sin terminar planes
mucho más ambiciosos, sobre todo unos Presupuestos expansivos con un gran
aumento del gasto social. Esas cuentas serán ahora el eje de la campaña que
inicia ya Sánchez para convencer a los ciudadanos de que le den más apoyos para
terminar su proyecto. El presidente tampoco ha podido rematar su gran apuesta
simbólica, esto es sacar los restos del dictador Franco del Valle de los
Caídos. La decisión está tomada y se sanciona hoy en Consejo de Ministros, pero
es muy probable que el Tribunal Supremo la paralice durante unos meses. Si
cambia el Gobierno, este asunto podría quedar en un limbo indefinidamente.
Sánchez va a arrancar a tope su campaña, y el
sábado ya tendrá un gran acto en Sevilla para presentar al candidato a la
alcaldía, Juan Espadas. El acto, en el que participará Susana Díaz, líder del
PSOE andaluz y gran rival interno de Sánchez, se convertirá rápidamente en una
especie de presentación del discurso de campaña del presidente. España entra
así en modo electoral —si es que alguna vez salió de él— hasta el 26 de mayo.
El PSOE ya ha arrancado toda su maquinaria
electoral y José Luis Ábalos ha convocado el próximo martes a los secretarios
de Organización de todo el país para poner en marcha la campaña. Los equipos de
estrategas ya están preparando vídeos, mensajes y campañas de redes para
aprovechar el momento psicológico que vive el electorado natural del PSOE
después de la dura e inesperada derrota en primera vuelta de los
Presupuestos. Muchos barones, alcaldes y dirigentes
territoriales están muy contentos con la ruptura con los independentistas
porque creen que eso les permite ridiculizar el argumento principal de la
oposición, esto es, el de la entrega al independentismo.
La Moncloa, como es habitual, desborda optimismo y
asegura que los datos son muy positivos y pueden salir muy bien las dos
elecciones. Los dirigentes territoriales, más pegados al terreno y muy asustados después de ver el fiasco de Andalucía, no
tienen tan claro ese éxito y por eso los que gobiernan preferían separar
municipales y generales, no así los que están en la oposición, que veían
mejorar sus expectativas con el arrastre de la marca PSOE nacional.
En cualquier caso, lo único seguro es que España
tendrá sus terceras elecciones en menos de cuatro años con una moción de
censura que cambió el Gobierno en medio. Todo un cambio para el que fuera uno
de los países políticamente más estables de la Unión Europea, al nivel de
Alemania, con presidentes que duraron 14 años como Felipe González, ocho como
José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero o siete como Mariano Rajoy,
algo poco usual en la UE. La presencia de hasta seis opciones importantes en
algunas zonas hace prever que esa estabilidad no volverá, al menos, a corto
plazo. También que la formación de Gobierno se antoja complicada en los
próximos meses, sea cual sea el resultado. El vértigo de la política
imprevisible ha venido para quedarse.
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