PERISCOPIO
Blog Contra-Revolucionario
viernes, 22 de febrero de 2019
MATRIMONIO – 23/02/2019
Es necesario acabar con esa historia de los prejuicios, dicen algunos. En realidad, el único realmente pernicioso es aquel prejuicio que está en la base de todos ellos, que es el de no tener ninguno. En este sentido se llegó a tal extremo que una persona sin prejuicios se convirtió en sinónimo de persona absolutamente sin vergüenza. Tanto es así que los célibes empedernidos, libres del prejuicio del matrimonio indisoluble, no deseaban casarse porque sólo querían caminar hacia el matrimonio con la idea de un divorcio posible.
Si se trata de acabar con prejuicios, no vemos porque se ha de parar a mitad de camino. Algunas personas consideran que es demasiado poder casarse cuatro veces, aunque una sola vez sería poco. Ahora bien, este es un prejuicio injustificado y tonto. Si la cuestión es poder reajustar la situación matrimonial hasta que funcione, no hay que limitar el número de las experiencias. Lo mejor, en este sentido, sería suprimir, de una vez por todas, el matrimonio, no teniendo otra regla que el arbitrio de las partes. ¿La inmoralidad? Prejuicio, puro prejuicio. Hay incluso quienes piensan que el vínculo del matrimonio es inmoral porque genera uniones ilícitas. Si hay un divorcio, estas uniones ilícitas pasan a ser legítimas. Es decir que el criterio de la moralidad se convirtió en que exista un registro oficial, hecho por un empleado público. ¿Puede haber prejuicio más absurdo? ¡Una unión sería moral o inmoral según constan o no de algunas palabras garabateadas en un pedazo de papel del Estado! Si el matrimonio indisoluble es un prejuicio social, el divorcio es nada menos que un prejuicio burocrático. Por ahí se ve que sólo hay dos actitudes coherentes frente al matrimonio: su negación o su indisolubilidad. El divorcio es la hipocresía de quien no tiene el coraje de encarar de frente lo que realmente piensa.
Y en cuanto al aborto, cada uno constituye un asesinato. A medida que la impunidad legal favorece la introducción del aborto en nuestras costumbres, sobreviene un número creciente de asesinatos. Esto abre una especie de río de pecados que claman a Dios por venganza. Esa expresión contundente está hasta en los catecismos. En el plano social, los efectos del aborto son claros. Por una parte, la ausencia de frutos en las llamadas uniones libres sólo puede conducir a su multiplicación. Por otro lado, los vínculos del matrimonio son debilitados por el aborto ya que cuanto más numerosos son los hijos, tanto más se robustecen los vínculos afectivos y morales entre los padres.
EXCERTOS DE COMENTARIOS DEL PROF. PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA SIN REVISION DEL AUTOR.
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