PERISCOPIO
Blog Contra-Revolucionario
jueves, 27 de diciembre de 2018
NATURALIDAD - 28/12/2018
La concepción moderna del traje es fundamentalmente falsa porque juega con la idea de la naturalidad. El hombre tiene de hecho dos formas de naturalidad. La primera es cuando su naturaleza está entregada a todos sus instintos, es el estado malo de la naturaleza, que tiende a la barbarie. La segunda es cuando su naturaleza está educada por la civilización. Adquiriendo así el hábito de mortificarse, se instala incluso en situaciones desagradables, pero de un modo tan natural que se podría decir espontáneo.
Este cuadro de Santa Teresita es un monumento que ejemplifica bien la segunda forma de naturalidad. Obsérvese que es casi imposible una mayor naturalidad. Es una niña completamente cómoda dentro de su traje. De tal manera a gusto, que se tiene la impresión de que ni percibe el propio cuerpo, y sólo está meditando. Toda su vida está en la mirada. Es de notar que su ligereza, su gracia, sus movimientos infantiles tienen toda la expansión que se puede desear para un niño.
Hay que tener en cuenta también que es una niña de la pequeña burguesía. Su padre, Monsieur Martin, era un joyero de la pequeña ciudad francesa de Alençon. Sus padres le dieron una educación muy estricta, como se puede ver en su porte, erguida, sin ninguna blandenguería. La apariencia de su cuerpo es de suma compostura. En una niña, eso significa el triunfo de la segunda forma de naturalidad, que se encuentra perfectamente bien en esa situación. Así se comprende cómo es una mentira el mito del "confort" nudista, relajado y desparramado.
Existe para el hombre un punto de equilibrio mucho más verdadero, que es el espiritual. De esta forma, excluyendo otras consideraciones a las que se presta esta foto, es un documento sociológico valiosísimo, muestra la autenticidad de la infancia en una concepción que no es la del niño anunciando un dentífrico, bobo, cretino, que no piensa. Vemos en esa imagen la concepción de la infancia espiritual profundamente meditativa, precoz, aunque enteramente infantil. Y con toda la naturalidad.
Si ella viese a un niño moderno se quedaría extrañada al ver la naturaleza humana desparramada, desgobernada, dejándose llevar por sus instintos.
Excertos de comentarios del Prof. Plinio Corrêa de Oliveira sin revisión del autor.
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