PERISCOPIO
Blog Contra-Revolucionario
miércoles, 19 de diciembre de 2018
CARIDAD – 20/12/2018
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El cristianismo muestra el inmenso deseo que tuvo Dios Nuestro Señor de salvar nuestras almas. El verdadero amor al prójimo, por lo tanto, sólo puede ser entendido como un reflejo del amor de Dios.
Los hombres son animales racionales, dotados de un cuerpo material y mortal, y de un alma inmaterial e inmortal. La importancia del alma, evidentemente, es mucho mayor que la del cuerpo. Así, los males del alma, los pecados, las infelicidades de todo tipo, constituyen para el individuo un peso mucho más doloroso y mucho más terrible que todos los padecimientos físicos. Efectivamente, cuando muere el cuerpo, desaparecen con él todas las enfermedades, pero el alma no muere y pagará sus pecados eternamente.
No fue para salvar cuerpos que el Redentor vino al mundo y que Dios se hizo inmolar en expiación de los pecados de sus criaturas. No fue para salvar los cuerpos que la Iglesia fue instituida, ni es para salvar cuerpos que los Sacramentos existen. Almas, almas y siempre almas, es lo que desea Jesús. Cuando curaba cuerpos, fue constantemente con el fin principal de salvar almas.
Y, al contrario, muchas veces envía grandes dolores físicos a algunas personas para inducirlas a la penitencia por medio del sufrimiento. Esto significa que Él permite que los cuerpos se enfermen para que las almas se salven.
Por consiguiente, las verdaderas obras de caridad en la vida activa no son únicamente aquellas que se destinan al alivio de los sufrimientos físicos, sino, y de manera especial, a curar las almas.
En el cuadro de Giotto vemos el famoso episodio de la vida de San Francisco de Asís predicando incluso a las aves.
Excertos de comentarios del Prof. Plinio Corrêa de Oliveira, sin revisión del autor.
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