17 de septiembre de 2014
Egipto se enfrenta a los arqueólogos por la restauración de la pirámide de Saqqara
el pais - ISMAEL MONZÓN El Cairo 17 SEP 2014 - 13:19 CEST4
Las arenas del desierto resguardaron durante siglos a la primera pirámide de la historia de claudicar ante el implacable juicio del paso del tiempo. La imponente construcción de mastabas erigida en la necrópolis de Saqqara bajo el mando del faraón Zóser (2635-2615), segundo rey de la III dinastía, sobrevivió también a la fascinación que su construcción despertó entre las escuelas masónicas. Pero las últimas décadas se le han atragantado a los muros de hace más de 4.600 años. Un terremoto en 1992 dañó la estructura, que hoy se ve más deteriorada que nunca, pese a los esfuerzos de los modernos restauradores por recuperarla. De hecho, precisamente las últimas obras para cuidar el monumento han contribuido a dañarlo más aún, al menos según un grupo de expertos que ha lanzado la alarma sobre su estado.
Un rústico entramado de andamios de madera reviste uno de los lados de la pirámide escalonada, que sin embargo no logra ocultar cómo el segundo de los niveles se está viniendo abajo. En los últimos años, los trabajos se han trasladado desde la cara contigua, donde una hilera de piedras pulidas más relucientes que las demás refuerza la base de adobe.
Los obreros contemporáneos no hacen sino reconstruir la gran obra de Imenhotep, considerado como el primer ingeniero de la historia. A este personaje, adorado incluso durante las últimas dinastías de la civilización egipcia, se le atribuye esta verdadera revolución en las construcciones funerarias. Bajo las órdenes del rey Zóser, Imenhotep pensó en ir añadiendo pisos a las mastabas tradicionales, hasta conseguir levantar una pirámide escalonada de 60 metros, para que su rey estuviera más cerca de ascender a los cielos, donde debía recibir audiencia de Ra, dios del sol y origen de la vida.
En los últimos años, grupos de egiptólogos han denunciado el reemplazode piedra nueva por la original. Algo que los trabajadores al servicio del Ministerio de Antigüedades tratan de desmentir o minimizar. “Más del 90% de los bloques que hemos utilizado proceden de la pirámide, después de recogerlos del suelo y adecentarlos”, señala Hasan Imam, ingeniero que ha participado en la reconstrucción. El experto sostiene que el monumento “está en un buen estado y sólo un nuevo terremoto podría provocar su derrumbe”.
Pero la polémica ha ido a más durante las últimas semanas, después de que varios colectivos que se dedican a preservar el patrimonio denunciaran que el mal estado actual de la pirámide se debe a la negligencia de la empresa que se encarga de la restauración. Amir Gamal, miembro del grupo Robos sin descanso denuncia en su página web que la “empresa y los oficiales del Consejo Supremo de Antigüedades están cometiendo un crimen”. Según sus afirmaciones, la “firma nunca antes había restaurado un sitio arqueológico”.
Las obras en el área arqueológica de Saqqara comenzaron en 2002, pero la complejidad de la tarea y los problemas económicos han provocado que se paralizaran varias veces. Cuatro años más tarde, la empresa egipcia Al-Shorgaby, dedicada fundamentalmente a la ingeniería y construcción, se hizo con el concurso para encargarse de la restauración. Los trabajos continuaron hasta 2010 y, después de un intento fallido para recuperar la actividad, se volvieron a frenar tras la revolución de 2011.
Hace un par de semanas, el recientemente nombrado ministro de Antigüedades, Manduh al Damati, anunció la continuación de las obras en la pirámide de Zóser, que deberían estar terminadas antes de finales del 2015. Varios periódicos locales se hicieron eco de las denuncias de los grupos encargados de velar por el patrimonio y el escándalo salpicó a las autoridades egipcias.
Para desmentir las informaciones, el Ministerio organizó una visita para la prensa al sitio arqueológico. El propio titular de Antigüedades se adentró en el interior de la pirámide, donde fue explicando por turnos a los periodistas que el andamiaje colocado unos metros por encima de la cámara funeraria era “un lugar completamente seguro”. Después, en rueda de prensa, Damati insistió en que “los trabajos de restauración se están llevando a cabo de forma correcta, bajo la supervisión de un equipo de la Unesco que ha venido a Egipto”, poco antes de que se enzarzara en un acalorado enfrentamiento verbal con dos de los periodistas que habían publicado informes críticos y a quienes no les fue permitida la entrada al corazón de la mastaba.
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