Zahra Aga Khan, la nueva compañera de trabajo de la Infanta Cristina
ABC - Día 24/08/2013 - 14.27h
La hija del multimillonario Príncipe Karim Aga Khan, uno de los mejores amigos del Rey, es la responsable de la organización benéfica con la que trabajará la Infanta en Ginebra
«Por favor, llámeme por mi nombre. No me gusta perder el tiempo con los títulos», dice Zahra Aga Khan en un perfecto inglés aprendido en Le Rosey, el internado más exclusivo del mundo. El encuentro con ABC se produce durante una cena en el castillo de Chantilly, a las afueras de París, con motivo del Prix de Diane Longines, las centenarias carreras de caballos. Luce un sencillo vestido de cóctel negro. «Para ser princesa, no es gran cosa», murmura una invitada. Sin embargo, su collar de esmeraldas delata su abolengo, más propio de un cuento de «Las mil y una noches» que del Almanaque de Gotha.
La princesa Aga Khan, de 42 años, es la hija mayor del Príncipe Karim al-Hussayni, famoso en todo el mundo como Aga Khan IV. La mitad del planeta conoce al padre de Zahra por ser descendiente directo del profeta Mahoma y líder espiritual de quince millones de musulmanes ismaelitas nazaríes. La otra mitad lo conoce por sus caprichos de «viejo rico»: bellas mujeres, castillos, yates, aviones privados y una fortuna personal estimada en 13.000 millones de euros.
Zahra es responsable del departamento de Bienestar Social de la Aga Khan Development Network (AKDN), un conglomerado de fundaciones creado por su padre, que cuenta con más de 80.000 empleados en 30 países y que ha sido bautizado como «una segunda ONU». La próxima semana, la Infanta Doña Cristina desembarcará en Ginebra como nexo entre la Fundación La Caixa y varias organizaciones internacionales, entre las que figura la AKDN. Desde allí trabajará codo con codo con la princesa Aga Khan en múltiples iniciativas sociales y culturales en Europa, África y Asia.
Un «gigante» de la beneficencia
«Con mi padre trabajo en diferentes proyectos. La cría de caballos, que es por lo que estoy en Chantilly, es solo uno de nuestros negocios, quizá el más maravilloso, porque es una larga tradición familiar que se remonta a mi bisabuelo, el Sultán Mohamed. En casa disfrutamos mucho de este deporte», dice Zahra a ABC. De hecho, el galán de Hollywood Simon Baker, imagen de Longines (cronómetro oficial de las carreras de Chantilly), acaba de entregarle un premio por «su compromiso en la cría de caballos ganadores».
«Pero el otro trabajo familiar, el de las fundaciones, es una cosa muy seria. Tengo una familia maravillosa que lucha por conservar una tradición muy antigua», dice. Ese legado es el de ayudar a los millones de seguidores que tiene el Aga Khan en algunas de las zonas más pobres y conflictivas del mundo, como Afganistán, Pakistán y África Oriental. En las últimas décadas, la AKDN ha evolucionado hasta convertirse enun sofisticado emporio «solidario» que también aglutina un portafolio de negocios rentables, que generan 2.000 millones de euros al año en sectores tan diversos como el de la energía, la aviación, las telecomunicaciones o la hostelería de lujo.
«Mi labor consiste en coordinar los proyectos de salud, educación y servicios de construcción de las fundaciones, aunque también ayudo a crear y desarrollar las estrategias para otras instituciones de desarrollo social de la AKDN», explica Zhara. Al igual que su padre, la princesaestudió en un internado suizo y en la Universidad de Harvard, Estados Unidos, donde se graduó en Ciencias del Desarrollo con una especialización en Historia y Política de África y Asia. Ahora, administra un presupuesto de casi 300 millones de euros, con los que financia 300 escuelas, 200 centros de salud, ocho hospitales, programas habitacionales, de agua y saneamiento y construcciones contra terremotos.
Vidas cruzadas
Pero Zahra y Doña Cristina no solo comparten trabajo. Sus padres, el Rey Don Juan Carlos y el Príncipe Karim, son amigos desde la infancia. De hecho, estudiaron juntos en Le Rosey, «la escuela de los reyes», por donde también han pasado el Príncipe Rainiero de Mónaco y los Reyes Balduino y Alberto II de los Belgas. «Siempre digo que Rosey fue una gran escuela para mí», dice Zahra. «Muchos de mis mejores amigos, de esos que son para toda la vida, los conocí allí», recuerda. Algunos especulan con que Doña Cristina podría inscribir a sus cuatro hijos en este elitista instituto, cuya matrícula anual asciende a 101.881 euros por alumno.
La amistad entre el Rey y Karim Aga Khan es tan estrecha que Don Juan Carlos y Doña Sofía asistieron al enlace de Zahra con el exmodelo inglés Mark Boyden, en 1997. La boda, a la que asistieron 300 invitados, se celebró en el castillo de Chantilly, donde el Aga Khan ha encarado un ambicioso proyecto de remodelación de 70 millones de euros. «Es la culminación de un sueño, de una visión que tuvo mi padre hace muchos años», dice la princesa. «Casi toda mi juventud la viví allí. Y digo casi toda, porque he viajado por todo el mundo. Tengo muy buenos recuerdos de mi infancia en el château, de cuando pasaba todo el día entre los caballos y los jardínes creados por Le Nôtre», recuerda.
Ahora, tras el divorcio de Mark Boyden, Zahra y sus dos hijos viven entre Ginebra, Londres y Chantilly. Su madre, la ex modelo Sarah Frances Croker-Poole, primera esposa del Aga Khan, conocida en los círculos de la «jet-set» como la princesa Salimah, también vive en Ginebra, en el exclusivo barrio de Collonge-Bellerive. Allí, a orillas del bucólico lago Lemán, Doña Cristina está a punto de comenzar su nueva vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario