25 de junio de 2017
El sello igualitario de la Reina
El sello igualitario de la Reina
Defensa de la
paridad y condena de la violencia machista marcan otro estilo en la Corona en
tres años
Madrid 21 JUN 2017 - 08:43 BRT
Ampliar fotoLa reina Letizia, en un encuentro con
alumnos y profesores en Avilés. ALBERTO MORANTE EFE
Las apariciones públicas de la Reina suscitan un notable interés
mediático. Pero más allá del
atuendo, de si asiste o no a los actos a los que solía
acudir su antecesora, la reina Sofía, o si acompaña o no al Rey en
determinados viajes, hay otras claves que la singularizan frente a la tradición
que la precede y que, por ser respuestas a estímulos de su tiempo, tienden a
actualizar la institución de la que forma parte.
A pesar de que su papel es muy
limitado en las actividades en las que participa el Rey y está muy circunscrito
en las que ella protagoniza, algunos de los discursos que pronuncia
le ofrecen una brecha para la afirmación de su personalidad. En ellos ha
establecido su particularidad frente a su predecesora, a pesar de que ambas
ocupan un mismo ámbito de representación de marcado cometido social, sanitario,
cultural y humanitario.
En sus tres años como reina, su posición en la defensa de la igualdad de
género y contra la
violencia machistaconstituye el rasgo distintivo de un nuevo estilo
en las recientes cuatro décadas de la Corona española. La reina Sofía, más
centrada en la infancia, la lucha contra la pobreza y la educación en sentido
clásico, apenas hizo algunas referencias a estos asuntos en sus más de 130
discursos. Solo entró más a fondo en la III Conferencia Plenaria de la Red de
Comisiones Parlamentarias para la igualdad de oportunidades entre Mujeres y
Hombres de la Unión Europea.
Pero nunca con el brío y la persistencia de la reina Letizia, que ha
llegado a exhortar a las mujeres a ser valientes, valorarse y alcanzar puestos
de decisión que parecen predestinados en exclusiva a hombres. Ese
sello lo empezó a imprimir todavía como Princesa de Asturias, en 2013, cuando
asumió la presidencia del I Congreso Internacional Contra la Violencia de
Género organizado por la Comunidad de Madrid. En el acto expuso convicciones
que ha ido profundizando en sus intervenciones como reina: “Solo con educación
de valores de igualdad y respeto conseguiremos que la violencia de género sea
erradicada”.
En ese sentido, reclamó que la educación fuese “el elemento integral y
esencial” para “romper los tabúes, los prejuicios negativos y las ideas
preconcebidas hacia roles tanto de la mujer como del hombre que lleven a
conductas basadas en la superioridad, en la falta de respeto, en la violencia
verbal y física”. Un instrumento que, además, fomentara la independencia de la
mujer, “su seguridad personal y su capacidad para buscar alternativas, para
romper el silencio”. Fue un modo diferente de abordar el asunto desde La
Zarzuela.
La reivindicación de igualdad también encontró su eco en la entrega de
los Premios Woman en abril de 2015, ya como reina. En ese acto tan propicio
celebrado en el Casino de Madrid defendió que “en el mundo de la mujer hay
muchas cosas que se pueden hacer de otra manera”. Citó las tasas de
analfabetismo, los matrimonios de niñas, el paro femenino y la desigualdad
salarial y la diferencia de tiempo que el hombre y la mujer dedican a la casa y
a los hijos.
Volvió a subrayar este mensaje un mes después con su presencia en
Honduras durante su primer viaje de cooperación, donde dio visibilidad ante las
instituciones de la violencia de género, un problema pendiente de incorporar a
la agenda política y social del país.
En el discurso pronunciado durante su
nombramiento como embajadora especial de Organización de las Naciones Unidas
para la Alimentación y la Agricultura para la Nutrición, en Roma, en
junio de 2015, tampoco desaprovechó la oportunidad. Consideró como un “tema
capital” el papel de la mujer, incidiendo en la Declaración de Roma: “Una mujer
con acceso al conocimiento, y piensen en la magnitud de lo que esto significa
cuando me refiero a cada mujer de cada país de los diferentes modelos sociales
que existen, es la mejor garantía de que una comunidad mejore”.
En otro escenario adecuado, la reunión anual del patronato de la
Fundación Mujeres por África, celebrada en Madrid en noviembre de 2015, volvió
a llamar la atención sobre la importancia del binomio igualdad-educación.
Preconizó la igualdad de acceso a las mismas oportunidades para hombres y
mujeres y el “derecho a elegir cumpliendo siempre con las obligaciones”.
“Propiciar la igualdad entre hombres y mujeres es abonar la paz,
disminuir la pobreza”, añadió. La Reina supeditó la educación al “acceso de las
mujeres a los núcleos de poder donde se toman las decisiones, políticas y
económicas, en las mismas condiciones que los hombres”.
"Más mujeres
en puestos de poder"
La 25ª edición de los premios de la Federación Española de Mujeres
Directivas, Ejecutivas, Profesionales y Empresarias, celebrada el pasado julio,
constituyó otro podio desde el que realizar un nuevo alegato por la igualdad de
género. En el acto deploró que muy pocas mujeres puedan acceder a los puestos
de decisión de las empresas y que dediquen “más del doble de tiempo al hogar y
a la familia que sus parejas”. Incitó a abrir “un debate serio en torno a los
horarios” para hallar la razón por la que no hay “más mujeres en puestos de
poder”.
La Reina emplazó a las mujeres a creer en sí mismas, “a perder el
miedo”. “Miedo a hablar cuando hay que hablar, miedo a delegar el primer
biberón, miedo a no poder con todo o a pedir ayuda, miedo a negociar con el
jefe (o con la jefa). Sería interesante perder el miedo porque las mujeres
somos, además, las que decidimos el 70% del consumo mundial”.
La entrega de
Medallas de Oro de la Cruz Roja y la Media Luna Roja en el
Teatro de la Maestranza de Sevilla el pasado 11 de mayo le brindó otra ocasión
para incidir en la pervivencia de la desigualdad de la mujer, al señalar que la
situación el mundo, con sus desigualdades, “ha mejorado, pero la discriminación
persiste”.
Estas posiciones, que adquieren trazas de relato estructural, cobran
mayor significado por ser formuladas desde una institución en la que la figura
del Rey, como jefe del Estado, se superpone a la de la Reina, que en calidad de
consorte no puede asumir funciones constitucionales y se sitúa en un plano de
desigualdad.
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