19 de junio de 2017
El mundo se cerró a los judíos
El mundo se cerró a los judíos
Los Aliados se
negaron a acoger refugiados del Holocausto aunque nuevos documentos demuestran
que sabían lo que ocurría en Europa desde 1942
EL
PAIS - Madrid 19 JUN 2017 - 07:38 BRT
El
barco 'St. Louis' salió de Hamburgo con 700 judíos, en la imagen a su llegada
al puerto de Amberes, el 17 de junio de 1939. KEYSTONE GETTY
Stefan Zweig, en la película
sobre su vida, aparece siempre angustiado por la cantidad de amigos
y conocidos judíos que le piden ayuda para tratar de salir de Europa, huyendo
de los nazis. Quieren utilizar
las conexiones del gran escritor austriaco para emigrar pero, como dice su
personaje, “ya no hay visados para los judíos”. El cierre de las fronteras
mundiales a los refugiados es uno de los temas menos estudiados del Holocausto. Un hallazgo
reciente ha complicado el problema: documentos de Naciones Unidas, que acaban
de hacerse públicos a través de la Wiener Library, un centro de documentación
de la Shoah con sede en Londres, demuestran que los Aliados tenían claro lo que
estaba ocurriendo con los judíos desde diciembre de 1942, antes de lo que se
pensaba. Sin embargo, eso no significó una apertura de sus fronteras.
El investigador Paul R. Bartrop, director del centro de estudios sobre
el Holocausto y Genocidio en la Universidad Florida Gulf Coast, está ultimando
la primera investigación a fondo sobre este problema, centrada sobre todo en la
Conferencia de Evián, que reunió a las principales potencias mundiales en 1938
para hacer frente al inmenso problema de refugiados que entonces sacudía
Europa, una crisis que tiene muchos, y tristes, paralelismos con lo que está ocurriendo
en la actualidad con la guerra de Siria.
“Los diferentes gobiernos del mundo se enfrentaron en 1938 a una crisis
con muchas similitudes con lo que estamos viviendo en nuestro tiempo”, explica
desde Miami Paul R. Bartrop. Y cita entre los problemas que se plantearon
entonces: “¿Deben abrirse las puertas a cualquiera que tenga el estatuto de
refugiado? ¿Deben imponerse cuotas? Si es así, ¿cómo se decide el número y las
personas que entran? ¿Deben ser acogidos los refugiados ignorando la situación
económica del país que los recibe? ¿Se debe acoger a refugiados con orígenes
étnicos y religiosos diferentes de la mayoría de la población del país que los
recibe? Tanto ahora como en 1938, se planteaban ese tipo de cuestiones, que
necesitaban una respuesta urgente”.
A este historiador le parece insólito que nunca se haya realizado un
estudio de largo aliento sobre aquel encuentro, que a instancias de Estados
Unidos se celebró en la ciudad francesa de Evián en julio de 1938. Rehusaron
participar los países del Eje, así como la URSS, y tampoco enviaron delegados,
solo observadores, países como Polonia y Rumania. Asistieron en total 32
Estados, desde Canadá hasta Nueva Zelanda, pasando por numerosas naciones
europeas. La idea era hacer frente a la crisis de refugiados judíos alemanes
que trataban de huir de las políticas antisemitas nazis. En Alemania vivían
entonces 600.000 judíos: las leyes raciales de Nuremberg ya se estaban
aplicando, aunque el punto de no retorno en la persecución se produjo en
noviembre de 1938, con el pogromo
de la Noche de los Cristales Rotos. El exterminio comenzaría en
1939, con el principio de la II Guerra Mundial, y se
aceleró en 1941, con la invasión de
la URSS.
La conferencia fue un fracaso. Jaim Weizmann, un judío ruso, líder
sionista que acabaría por convertirse en el primer presidente de Israel,
resumió el encuentro con una frase: “El mundo parece estar dividido en dos
partes: una donde los judíos no pueden vivir y la otra donde no pueden entrar”.
El símbolo de aquella política de fronteras fue el barco St Louis, que zarpó de Hamburgo con destino a Cuba en
mayo de 1938 con 937 pasajeros a bordo, la inmensa mayoría judíos. No fueron
aceptados en América, ni siquiera en EE UU, y tuvieron que regresar a Europa.
La mayoría se quedaron en países que acabarían por ser invadidos por los nazis –solo
288 encontraron refugio en Reino Unido–. Murieron asesinados 278.
La guerra no mejoró las cosas para aquellos que trataban de huir. “El
mayor problema fue entonces la seguridad”, explica Bartrop. “Con Europa en
guerra, muchos países sintieron que deberían cerrar las fronteras para asegurar
que no se infiltrasen quintacolumnistas entre refugiados genuinos”, un asunto
que tiene ecos en la actualidad con toda la retórica contra la aceptación de
refugiados para que no se cuelen posibles militantes del ISIS.
El
representante británico Lord Winterton durante su intervención en la
Conferencia de Evián, en 1938.HEINRICH HOFFMANN GETTY
Los documentos de la Comisión de Crímenes de Guerra de la ONU ofrecen
una nueva perspectiva de un momento crítico: cuando los países que podían
recibir refugiados supieron que los judíos estaban siendo asesinados a escala
industrial tampoco cambiaron su política. “Esos documentos muestran por primera
vez que todos los movimientos de resistencia en la Europa ocupada sabían lo que
estaba ocurriendo, cuando los nazis todavía operaban los campos de exterminio”,
señala el historiador Dan Plesch, director del Centre for International Studies
and Diplomacy de la Universidad de Londres, y la persona que más a fondo ha
estudiado estos papeles, que hasta hace poco eran todavía reservados, sobre los
que ha escrito el ensayo Human Rights after Hitler: The
lost history of prosecuting axis war crimes.
Este historiador asegura que en 1942 ya hubo bastante cobertura de
prensa y que los Aliados, incluyendo a la URSS, eran plenamente conscientes de
la exterminación. Para muchos judíos ya era demasiado tarde para escapar
aunque, de todos modos, las puertas permanecían cerradas. “La suerte de los
judíos era conocida en todo el mundo como muy tarde el 17 de diciembre de 1942,
cuando los aliados realizaron una declaración conjunta”, asegura Ben Barkow,
director de la Wiener Library. “En aquella declaración reafirmaron su
resolución de garantizar que los responsables de esos crímenes fuesen juzgados
y por eso crearon el Comité de Crímenes de Guerra de la ONU”.
¿Por qué los aliados y los países neutrales no hicieron entonces nada
para tratar de sacar a los judíos de Europa? “Es una buena pregunta y los
gobiernos de Reino Unido, Estados Unidos y otros tal vez deberían explicarlo
alguna vez. No rebajaría el poder y la amplitud del antisemitismo entre los
Aliados. También creo que la propaganda de guerra jugó un papel. Un historiador
de la BBC explicó una vez que la corporación británica minusvaloró las
informaciones sobre el Holocausto porque sintió que, durante la I Guerra
Mundial, los gobiernos habían manipulado las atrocidades cometidas por el
enemigo en sus campañas de propaganda”. Dan Plesch cree que también influyó el
antisemitismo y señala que, además, “todos los esfuerzos de los Aliados estaban
centrados en derrotar al enemigo, no había sitio para nada más”.
El premio Nobel de la Paz, Elie Wiesel,
superviviente de Auschwitz fallecido
el año pasado, aseguró que nunca perdonaría a los Aliados no haber bombardeado
las vías de tren que llevaban a los campos de exterminio cuando miles de
personas eran asesinadas cada día. Las puertas cerradas a los judíos europeos
forman parte de esas mismas preguntas sin respuesta.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario