14 de noviembre de 2018

PERISCOPIO - NEGROS

martes, 13 de noviembre de 2018


NEGROS – 14/11/2018

La raza negra ciertamente se benefició del apostolado de los misioneros católicos que convirtieron a la Fe verdadera a muchos africanos. Además, el deslumbramiento producido por la civilización occidental llevó a un número considerable de ellos a dejar sus censurables hábitos milenarios y adoptar un estilo de vida más próximo a la conversión.

Pequeños detalles ilustran el encanto que se puede discernir en el color negro y en la raza negra.

En un escaparate de la periferia parisina había un hermoso y pintoresco jarrón con tulipanes, con esa nota picante que sólo los franceses saben poner, uno de color negro alrededor del cual había de color rojo sangre, amarillo tendente al dorado y blancos, formando una policromía en la que el color negro era la nota dominante dando encanto al conjunto.

Dakar, capital de Senegal, es una gran ciudad que bajo la influencia francesa se modeló mucho, sin dejar de ser una gran ciudad negra. En un parque había un grupo de negros, altos, bien constituidos, con fisonomía seria y tocados por el fez, su gorrito en forma de cono truncado, de color rojo oscuro, con un pompón en lo alto. Vestidos con túnicas desde el cuello hasta la planta de los pies de diferentes colores, pero muy discretos y por encima una especie de chalecos holgados que les daba un aire de profesores universitarios tirando a jenízaros. Entre ellos estaba una chica en la flor de su juventud, negra como el ébano. Vestida de tal manera que es difícil olvidar. Un color de rosa muy mimoso, muy ligero, con pliegos abundantes y un turbante del mismo color. También llevaba perlas coloridas que sacudía, como modo indirecto de llamar la atención. Era un libro africano con encuadernación francesa. Había aprendido a mantener el cuerpo y la cabeza en posición vertical. Sus modos no eran altivos, sino dignos y distinguidos, con desenvoltura. Su modo de sonreír afable, pero manteniendo las distancias, bien moralizado. A su alrededor mantenía una atmósfera de broma leve e inocente, como una brisa proveniente del mar.

De observaciones como estas se puede concluir que en la raza negra se manifiesta, en ciertas circunstancias y ocasiones, una capacidad de expresión, que no es tanto de la palabra, sino del porte, del movimiento, el gesto, la risa y la compenetración, que le da un poder capaz de causar envidia a muchos pueblos blancos.

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