22 de noviembre de 2018

AMPARO



Blog Contra-Revolucionario
miércoles, 21 de noviembre de 2018

AMPARO – 22/11/2018

Amparo es un pueblo brasileño, no lejano de Sao Paulo, donde tres plazas dan el tono, cada una con su fisonomía propia. Las calles se entrelazan con árboles en flor, calzadas por un pequeño adoquinado de muy buen gusto, conservado de modo envidiable. Esas calles componen la espina dorsal de la población.

En las cercanías un caserío alegre y sin pretensiones, va trepando por las montañas de pequeña altura y extendiéndose hacia el río, donde la ciudad se mezcla con la naturaleza campestre. Casi por todas partes se ven las casas antiguas del fin del Imperio y comienzos de la República. Construcciones de fachadas tranquilas y serias, dando en general hacia la calle, con los dinteles de las puertas y ventanas bien ornamentados, cómodamente instaladas en amplios terrenos propicios para la sombra y el descanso.

La plaza principal tiene como elemento dominante la iglesia parroquial, modelo de buen gusto y simplicidad. Fuerte, seria, grave, verdadero centro de gravedad espiritual de la ciudad en tiempos pasados. Y cuando toca la campana, sus sonidos descienden armónicos y se propagan por la plaza ajardinada.

Otra plaza próxima está también formada alrededor de una iglesia. Pero ésta, leve, festiva, con algo de lo gracioso propio de las construcciones coloniales. Parece sonreír ingenuamente y convidar a la misma sonrisa a los que pasan.

La tercera plaza es propiamente un jardín público con un gran número de aves, arboleda frondosa, niños corriendo, y en un rincón un viejo tranvía que parece dormir un sueño preletal. A cierta distancia aparece pintada acertadamente la fachada señorial del palacete de un Barón del Imperio.

En las calles, la gente que trabaja camina sin correr. Desde la ventana de una casa, la dueña interrumpiendo plácidamente los quehaceres domésticos mantiene una conversación sobre todo y sobre nada con dos amigas que pasan por la calle. En la tienda próxima, bien abastecida sin estar sobrecargada, los clientes entran sin prisa, son atendidos sin demora, escogen con calma y salen contentos, se saludan y se estiman. En suma, el pasado allí realmente no se enmoheció, ni el presente enloqueció, ni el futuro amedrenta. Se vive bien la vida de todos los días.

Comentarios de Plinio Correa de Oliveira.


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