Se debe encarar la muerte con serenidad, con grandeza, inclusive en lo que ella tiene de aflictivo y de tremendo. Esta es la lección que los muertos y la muerte nos da. Una lección incomparable de profundidad, de fuerza de alma, de coraje y de grandeza.
7 de noviembre de 2018
NACHO ALDAY - MUERTE
Blog Contra-Revolucionario
martes, 6 de noviembre de 2018
NACHO ALDAY - MUERTE – 07/11/2018
De vez en
cuando debemos meditar sobre la muerte, para que comprendamos lo que hay de
profundamente real en aquella advertencia que el sacerdote hace a los fieles el
Miércoles de Ceniza: “recuerda que eres polvo, y en polvo te convertirás”. No
somos más que polvo y volveremos a ser polvo.
Eso nos hace dar una dimensión exacta
a todas las cosas de esta vida. Todos, en este momento, podemos estar movidos
por deseos muy diversos. ¿Pero que son esos deseos, cuando se piensa lo que
somos? ¡Es algo tremendo!
La muerte nos puede sobrevenir en cualquier
momento. Somos algo tan inconsistente que un coágulo en la sangre puede acabar
con todos nuestros deseos, todas nuestras aspiraciones en relación a las cosas
de esta vida. En último análisis, sabemos que moriremos y cuando pasamos por un
cementerio vemos que allí nuestro destino está fijado: nos volveremos polvo.
¿No es buena esta meditación para
refrigerar muchos ardores, para crear muchos desapegos, para humillar mucho
orgullo y hacernos comprender que podemos comparecer a cualquier momento ante
el juicio de Dios vivo? ¿Quién sabe si dentro de una hora no se
estará quemado en las llamas del Purgatorio?
Sin esas incertidumbres la vida no
tiene ninguna grandeza. Nada es bello, nada es atractivo, a no ser con un telón
mortuorio de fondo. Sólo por el contraste el hombre conoce el valor de las
cosas de esta vida. Y es sólo por el contraste con esta miseria fundamental que
uno comprende como todo cuanto queremos en esta vida es poco en comparación con
la grandeza del destino que nos espera.
La civilización moderna tiene pavor
al luto porque en el fondo tiene miedo de morir. Y por eso no quiere el
luto.
Se debe encarar la muerte con serenidad, con grandeza, inclusive en lo que ella tiene de aflictivo y de tremendo. Esta es la lección que los muertos y la muerte nos da. Una lección incomparable de profundidad, de fuerza de alma, de coraje y de grandeza.
Se debe encarar la muerte con serenidad, con grandeza, inclusive en lo que ella tiene de aflictivo y de tremendo. Esta es la lección que los muertos y la muerte nos da. Una lección incomparable de profundidad, de fuerza de alma, de coraje y de grandeza.
Antiguamente había reportajes que al
describir la muerte de alguien decían “la majestad de la muerte revistió sus
trazos”. Es una idea muy bonita.
Recemos por las almas del Purgatorio
que estén más abandonadas y por las que nadie reza, almas que quizás tengan que
cumplir mil años en el fuego. Pidámosles que nos obtengan la comprensión, el
amor y el entusiasmo por todas las sombras con que la muerte enriquece la
estética del universo y los panoramas verdaderos de la vida humana.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario