27 de noviembre de 2018
NACHO ALDAY- MILAGROSA
Blog Contra-Revolucionario
lunes, 26 de noviembre de 2018
NACHO ALDAY- MILAGROSA – 27/11/2018
La tarde
el 27 de noviembre de 1830 estaba Sor Catalina Labouré haciendo meditación, en
la capilla que tienen las Hijas de la Caridad en la Rue du Bac de París, cuando
le pareció oír el roce de un traje de seda.
Entonces se le apareció la Virgen
Santísima vestida de blanco con una túnica cerrada hasta el cuello. Cubría su
cabeza un velo que sin ocultar su figura caía por ambos lados hasta los pies.
Cuando quiso describir su rostro solo acertó a decir que era la Virgen María en
su mayor esplendor.
Sus pies posaban sobre un globo
blanco y aplastaban una serpiente. Las manos elevadas a la altura del corazón
sostenían otro globo pequeño de oro, coronado por una cruz.
La Virgen mantenía una actitud
suplicante, como ofreciendo el globo. A veces miraba al cielo y a veces a la
tierra. De pronto sus dedos se llenaron de anillos adornados con piedras
preciosas que brillaban y derramaban luz en todas direcciones envolviéndola de
tal claridad, que era imposible verla.
En su corazón sintió que el globo a
los pies representaba al mundo entero, especialmente a Francia y a cada alma en
particular. Los rayos simbolizaban las gracias que se derraman sobre los que
las piden. Las perlas que no emitían rayos son las gracias que las almas no
piden.
El globo de oro se desvaneció de
entre las manos y los brazos se extendieron abiertos. En este momento apareció
una forma ovalada circundando a la Virgen y en el borde interior estaba escrita
la invocación: María sin pecado concebida, rogad por nosotros, que acudimos a
Vos.
Oyó de nuevo la voz en su interior
que decía: Haz acuñar una medalla como este modelo. Todos los que la lleven
recibirán grandes gracias, especialmente abundantes para los que la lleven con
confianza.
A continuación, la aparición dio
media vuelta y quedo formado en el mismo lugar el reverso de la medalla
compuesto por una M, sobre la cual había una cruz descansando en una barra y
debajo los corazones de Jesús y de María, el primero rodeado de una corona de
espinas, y el segundo traspasado por una espada. Alrededor había doce
estrellas.
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